Gloria Martín tras el taller de Bruselas
El CAS expone una síntesis del trabajo pictórico que la artista ha desarrollado gracias a la beca 'Sevilla es talento'
Desde hace varios años Gloria Martín Montaño (Alcalá de Guadaíra, 1980) desarrolla una línea de creación e investigación en torno al concepto de museo en la que ha profundizado en el último semestre en Bruselas gracias a la beca Sevilla es Talento que otorgan el Ayuntamiento de Sevilla y la Fundación Valentín de Madariaga. Los resultados de su residencia creativa en la Maison d'Art Actuel des Chartreux (MAAC) pueden apreciarse ahora en el Centro de las Artes de Sevilla (CAS), que inaugura hoy a las 20:00 Taller de moldes, de la que es comisario Curro González, tutor de esta edición de la beca junto a Chema Cobo.
Martín Montaño reúne nueve pinturas de gran formato y 50 pequeñas creaciones sobre papel que nos acercan su particular museo imaginario y su fascinación por las copias de obras clásicas en escayola que descubrió en el Taller de Moldes, espacio dependiente del Museo Real de Arte e Historia de Bélgica. "La colección del Atelier de Moulage es inmensa, como una enciclopedia que quisiera resumir la historia universal de la escultura desde la época grecolatina al siglo XIX. Sus vaciados de escayola me fascinaron, formal y conceptualmente. En ellos prima el concepto pedagógico de la obra de arte más que el de singularidad, la réplica sobre la obra original", explica.
Vuelve a acercarse aquí al envés de los lugares de exhibición, a los espacios de almacenaje y depósito, conectando estas obras recientes con las trastiendas y estancias desiertas del Louvre y del Museo del Prado que le inspiraron proyectos como El traslado de la imagen. De nuevo parte de fotografías "que uso como muleta de otra cosa", de apuntes personales y maquetas para componer unas obras que cuestionan "el carácter sagrado del museo como instrumento que legitima el objeto artístico".
Sus reflexiones sobre el museo vacío pueden apreciarse desde un nuevo ángulo gracias a cáscaras y moldes huecos que le sirven como metáfora posible de la situación por la que atraviesa la cultura en España. "En Bélgica los artistas tienen su lucha, claro está, pero no tiene nada que ver con la nuestra. Allí gozan de un reconocimiento y de un estatus que garantiza que pueden mantenerse con su profesión porque se considera que son necesarios para la sociedad".
Su residencia creativa en el MAAC -que cuenta con una sala de exposiciones y siete estudios, uno de los cuales ocupó- le permitió trabajar con artistas francófonos en un espacio municipal que hace bandera del trabajo colaborativo. "Los residentes participan en el montaje de las exposiciones y ofrecen actividades pedagógicas a niños y escuelas como contraprestación. El ambiente es muy enriquecedor. Las instituciones públicas trabajan para reforzar la dignidad del artista".
La paleta pálida y suave tan característica de Gloria Martín se ha vuelto ahora más oscura. Nuevas texturas y un marcado interés por los contrastes lumínicos -especialmente en lienzos que incluyen ventanas por donde se filtra la luz del Norte o que muestran un plató improvisado en una iglesia belga- son testigos de cuánto ha madurado la artista en el último semestre. "La beca ha sido una experiencia satisfactoria al 100%. En Bruselas logré además que me seleccionaran en un premio de artistas jóvenes belgas y residentes en el país. Unas cosas llevaron a otras, y tengo varios proyectos que espero emprender cuando regrese allí la próxima primavera", concluye.
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