François Ozon: "En todas las historias de amor uno se miente a sí mismo"
El prolífico director francés estrena mañana 'Frantz', un drama romántico en la Europa devastada tras la Primera Guerra Mundial
Madrid/El director francés François Ozon reflexiona sobre la mentira y el amor en Frantz, un clásico drama romántico protagonizado por Pierre Niney (Yves Saint Laurent) y Paula Beer y que aborda también las consecuencias imprevistas de la Primera Guerra Mundial. "En todas las historias de amor uno se miente a sí mismo", asegura el prolífico Ozon sobre su nueva película, filmada en blanco y negro y con irrupciones de color, una historia de aprendizaje y de superación de la pérdida que llega mañana a los cines españoles.
"Queremos ver a alguien diferente en quien realmente tenemos delante, necesitamos cierta idealización para enamorarnos", dice el realizador sobre Frantz, basada en una obra de teatro de Maurice Rostand que a su vez inspiró el filme de Ernst Lubitsch Remordimiento (1932). En una pequeña ciudad alemana, tras la devastadora guerra, la joven Anna acude a diario al cementerio a llorar a su novio Frantz, caído en combate en Francia, y un día se encuentra con el misterioso Adrien, que deposita flores en la misma tumba. A diferencia de Rostand y Lubitsch, Ozon adopta en su película el punto de vista de la joven alemana -"las mujeres son siempre más interesantes porque tienen que luchar más y enfrentarse a más obstáculos", dice- y no del francés, lo que cambia por completo el desarrollo de la historia.
"Ellos hicieron la obra y la película sin saber que habría una Segunda Guerra Mundial", explica el director. "Pero para mí era imposible terminar la historia como ellos, que eran profundamente pacifistas, por eso desarrollé toda la segunda parte integrando el auge de los nacionalismos". En este sentido, el director de 8 mujeres (2002), En la casa (2012) o Joven y bonita (2013) subraya los paralelismos con la época actual. "Los nacionalismos, el cierre de fronteras, el miedo al extranjero... Me parecía que el filme podía tener cierta modernidad aunque hablara de 1919", señala.
"Ese periodo estuvo marcado por el duelo, más de un millón de muertos en Francia y dos millones en Alemania. La película trata sobre cómo reconstruirse después de la muerte", apunta Ozon, que emplea un cuadro de Manet, El suicida, como portador de un significado especial en la trama. "La referencia original era un cuadro de Courbet; lo busqué y me encontré con una pintura romántica y bonita, de un hombre dormido con la cabeza hacia atrás. Pero en mi cabeza había imaginado algo más violento, algo más fuerte visualmente", explica.
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