OBITUARIO
Famosos que nos dejaron en 2024

François Bucher y el sentido oculto de las cosas

El colombiano propone en el Cicus, dentro del Festival 'Ubicua', un regreso a las ciencias ancestrales.

1. Una de las piezas más impactantes del recorrido se inspira en los resonadores de Helmholtz. 2. La serie basada en 'La Jetée', el filme de Chris Marker. 3. El autor, en una visita guiada por la exposición, que se puede ver hasta el 26 de junio. 4. Uno de los experimentos con los que este autor afincado en Berlín traduce la luz del sol.
Braulio Ortiz Sevilla

27 de mayo 2014 - 05:00

El colombiano François Bucher (Cali, 1972) prefiere que, en las visitas a sus exposiciones y en la contemplación de sus obras, el espectador no se guíe por la razón y se abandone al sentimiento, se deje seducir por la poesía. En La duración del presente (Notas sobre la frecuencia), la muestra que ha inaugurado en la sede del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (Cicus) como uno de los reclamos más interesantes del Festival de Arte y Cultura Digital Ubicua, este creador que reivindica los conocimientos ancestrales que el progreso ha pretendido sepultar vuelve a apostar por el misterio y esa ciencia "que no se entiende como ciencia hoy en día". Bucher, un creador frecuente en las ferias internacionales más importantes, vuelve a Sevilla -donde su trabajo se ha visto ya gracias a la galería Alarcón Criado- con una cita planteada junto a la comisaria Lina López -"aquí", dice, "las nociones de comisaria y artista se desdibujan"- que retoma los vínculos del hombre con el sol y defiende una concepción del tiempo más íntima y alejada de las nociones mercantilistas y unidimensionales de la actualidad.

La exposición, que se podrá ver hasta el 26 de junio, se sirve de una parábola india al comienzo del recorrido para señalar las intenciones del artista. En el relato varias personas invidentes se aproximan a un elefante; cada una tocará una parte distinta del paquidermo y se hará una imagen diferente del animal. A los responsables del proyecto les gusta pensar que la muestra empieza donde acaba esa narración: La duración del presente explora "la relación con el conocimiento como un todo, más allá de sus aspectos particulares", y las obras que se exhiben en el Cicus apuntarían "a un conocimiento olvidado, a una ciencia mágica, a una ciencia de lo irreductible".

Bucher ha transformado la primera sala en un impresionante observatorio solar que juega con el reflejo de la luz que se filtra por las ventanas para recordar un concepto del tiempo que va más allá del mecanismo de un reloj. El creador ha traducido esa relación atávica del hombre con el sol en diversos experimentos: construye una suerte de pirámide con las diferentes intensidades con las que un rayo del astro ha alumbrado la estancia durante un día, descompone usando prismas los siete colores que componen la luz, encadena sectores de circunferencias que simbolizan los minutos de claridad que se producen en cada mes del año... Un reloj solar, esferas que representan el mediodía en los dos solisticios y los dos equinoccios o un analema, la figura que ilustra el recorrido del sol en un año terrestre, son otras de las propuestas que reserva esta galería.

Al final de esta sala espera uno de los momentos más impactantes de La duración del presente: unas esferas de bronce que se inspiran en los resonadores de Helmholtz y que se han fabricado siguiendo las ecuaciones del físico alemán que investigó las frecuencias del sonido y las investigaciones de tonos.

Otra referencia que maneja Bucher es La Jetée, la película de culto de Chris Marker. Este clásico es el punto de partida de una serie de discos que se disponen en una escala diferente. Cada pieza propone una reflexión sobre el tiempo: una gota que cae sobre el agua y refleja una onda en el techo, los surcos del tronco de un árbol que revelan los años transcurridos, un petroglifo ibérico o una bobina de película -un homenaje a Tarkovski, que apuntó que el séptimo arte permitía esculpir en el tiempo, una idea que fascina a Bucher, que estudió cine en Chicago- conforman esta instalación.

El interés de Bucher por la magia se pone de manifiesto con una serie que reinterpreta el árbol del arcoiris, una leyenda de los indígenas kogi de la Sierra Nevada de Santa Marta, en Colombia. Esta planta sagrada con hojas rosadas y violetas, que se vuelven mariposas con el viento, da pie a uno de los momentos más bellos del itinerario, cerrado con una palabra, Logos, que se muestra invertida y que encuentra su sentido en el reflejo en el agua: Bucher, siempre, invita a mirar más allá para encontrar el significado oculto de las cosas.

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