Francesco Corti | Crítica

Demasiado bueno para Sevilla

Corti y el clave Restelli

Corti y el clave Restelli / Luis Ollero (Espacio Turina)

Algo debe de andar averiado en la ciudad de Sevilla cuando su municipio ofrece a los ciudadanos un evento de la categoría del concierto de este jueves y estos responden con una entrada ridícula, de poco más de medio centenar de personas.

Pero no pongamos el acento en la queja cuando el trabajo de uno consiste en asistir a uno de los mejores recitales de clave que recuerda –y recuerda muchos–. No es fácil poner orden en la mente para describir debidamente las virtudes musicales de Francesco Corti, formado en la más rigurosa tradición historicista pero con unas aptitudes técnicas que solo se han conocido en ese movimiento musical, y en unos pocos artistas, en tiempos recientes.

Apoyado en un legato bien dosificado el aretino sacó un timbre inmejorable del excelente clave Restelli de Alejandro Casal (copia de un Christian Vater de 1738, modelo históricamente idóneo para la música tocada), en particular en unas alemandas de sonido tan mullido y tierno que daban ganas de quedarse a vivir en él. En el extremo contrario, las expuestas gigas en motu perpetuo de Bach, mantuvo unos tempos vertiginosos y, no contento con ello, ornamentó con exuberancia, obligación raramente cumplida por los intérpretes barrocos de hoy. Pero sobre todo enunció la música con gusto y naturalidad, con la elasticidad rítmica debida, el adorno francés siempre en su sitio, atención al detalle, y explotando a fondo los recursos idiomáticos de un instrumento tan peculiar en ello como el clavecín. La escasa concurrencia, claro está, hubo de romperse las manos a aplaudir.

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