Fortalezas del cómic en Sevilla
La calidad y diversidad estilística de los ilustradores que trabajan desde la capital andaluza destacan en la muestra que acoge la Casa de la Provincia
La silueta de un barco que zarpa del puerto de Nueva York y lleva la firma de José Luis Ágreda, uno de los mejores dibujantes españoles, o un velado homenaje a la película de Roberto Rossellini Stromboli que Cristina Vela pinta con un bolígrafo BIC azul, forman parte del fascinante recorrido que propone La penúltima imaginación gráfica, la muestra que la Casa de la Provincia dedica a la pujante vitalidad del cómic hecho en y desde Sevilla. Vinculados a este género de modo permanente o en algún momento de sus carreras, once profesionales entre los 30 y los 50 años ejemplifican aquí las distintas salidas del dibujante -desde videojuegos a ilustración editorial y publicitaria, manga, tiras cómicas...- a la par que refrendan con un muestrario de sus trabajos la calidad y aceptación internacional que han convertido a Sevilla en un centro creativo de referencia.
La muestra, comisariada por Paco Cerrejón para la XIV edición del Encuentro del Cómic y la Ilustración de Sevilla, arranca con la figura pionera de Manuel Ortiz (Sevilla, 1962) quien, más allá de los méritos formales que afirman su solidez como pintor y diseñador gráfico, sirve también de anclaje con el cómic más moderno al representar esa explosión creativa a que dio lugar la revista Ima(j)en de Sevilla, aparecida en 1986. Ortiz dirigió junto a Rafael Agredano los ocho números iniciales de esa publicación en la que dieron sus primeros pasos artistas como Santiago Sequeiros y como otros reunidos aquí, caso de Abel Ippólito (Murcia, 1969), del que se pueden ver obras más personales y otras realizadas para el mercado americano, y el propio Ágreda, cuyas ilustraciones recientes para periódicos y revistas, historietas y personajes para animación conviven con sus originales a tinta para el libro ilustrado El joven rico de F. Scott Fitzgerald (Metropolisiana).
Las más jóvenes del conjunto son Cristina Vela (Jaén, 1983) e Irene Roga (Jerez, 1981), exponentes, para Paco Cerrejón, "de la fuerza con que las mujeres están entrando ahora en el cómic, como lectoras y como autoras". De Roga vemos sus cómics de marcado estilo manga y temática fantástica y mitológica, como La Canción de Ariadna (publicado en EDT). De Vela asombra la sutileza y hondura en el trazo de quien se dio a conocer al ganar en 2009 el certamen Desencaja del Instituto Andaluz de la Juventud con Medusas y Ballenas.
Los personajes cariñosos de Pedro Alpera, autor de un blog de cómic y cocina muy apreciado; la mirada irreverente de Guillermo, exponente de la crítica social con sus creaciones para la revista El Jueves; el influyente trabajo para Estados Unidos de Diego Galindo o las incursiones en las biografías ilustradas de Carlos Hernández -el autor de La huella de Lorca (Norma), que prepara ya otro libro sobre Dalí- pueden admirarse en la Casa de la Provincia hasta el 5 de enero, tras lo cual la muestra recalará en distintos pueblos de la provincia dentro del programa de itinerancia que coordina Margarita Ruiz-Acal.
Entre el material reunido descuella la madurez estilística y el personalísimo e hiperbarroco universo de Miguel Brieva (Sevilla, 1974), con colaboraciones y autoediciones que combinan la crónica social y política, el humor, la ecología y la crítica al consumismo. "No sólo es admirable su grafismo, el modo en el que desarrolla un estilo único e inclasificable a partir de la admiración por Robert Crumb y el underground, sino la coherencia de su discurso", señala Cerrejón. La cita es la foto fija de un punto de inflexión, en el que la importante tradición sevillana coincide con la efervescencia de la generación más joven, y permite volver los ojos a autores de primera fila aún no suficientemente reconocidos, como Pablo Velarde (Sevilla, 1963), que abandonó la arquitectura para dedicarse a la historieta y sorprende con su elegante cromatismo y una mirada radicalmente personal a la tradición del cómic europeo.
"Al público le asombrará que haya en Sevilla tantos profesionales trabajando para Estados Unidos o Francia, y de estilos muy variados. Ha sido una sorpresa incluso para nosotros, porque éste es un oficio muy solitario", reconoce Ágreda.
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