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'Arena': la tensión de bailar el rito

flamenco

Israel Galván presenta la versión "en 360 grados" de su celebrada obra de inspiración taurina, que recupera a petición de la Bienal para inaugurar la cita el 7 de septiembre en la Maestranza.

Israel Galván, este martes en la Plaza de Toros de la Maestranza. / Antonio Pizarro
Francisco Camero / Foto: Antonio Pizarro

11 de abril 2018 - 07:58

Sevilla/"El gran reto esta vez es bailar en 360 grados", dice Israel Galván frente al albero de la plaza de toros de la Real Maestranza, donde inaugurará, el próximo 7 de septiembre, la vigésima edición de la Bienal de Flamenco. Lo hará, como se anunció ya, recuperando Arena, una obra que estrenó en 2004 y que resulta muy especial para el bailaor y coreógrafo no sólo porque le valiera el Premio Nacional de Danza al año siguiente, sino sobre todo, confesaba este martes, porque le ayudó a "reconectar con la gente", después de una época marcada, en muchos casos, por la incomprensión o los aspavientos ante el descarado vanguardismo -entonces no tan naturalmente asimilado- de su baile.

"Claro -añadió Galván, acompañado por su lugarteniente conceptual, Pedro G. Romero-, la obra se entendía muy bien". Y ciertamente no había mucho que comprender: a veces torero, a veces toro, siempre atravesado por alguna forma de sobrecogimiento, el bailaor sevillano se enfrentó en ese espectáculo -como explicó este martes Romero- a la "tensión de ocupar la ritualidad de la Fiesta, sólo que sin sangre". "Pero no quiero hacer una obra diferente", aclaró Galván: "Si la Bienal me ha pedido esta obra, que se vea esta obra, aunque durante todo este tiempo han pasado cosas que me afectan tanto física como mentalmente". Amén de estos cambios sutiles impuestos por el paso del tiempo, está el lugar en sí, claro: una plaza de toros y no un escenario convencional, como el del Teatro de la Maestranza, donde se estrenó en su momento, también en el marco de una Bienal. "Me gusta bailar en sitios que en principio no son los lógicos. Para mí es una oportunidad de buscar sonidos nuevos, por ejemplo, y en este caso en concreto, la energía de un sitio como esta plaza me va a hacer bailar de otra manera, con otra energía, más centrado, porque aquí -dijo señalando el ruedo- hay que bailar con más precisión, ya que todos los movimientos, incluidos los más mínimos, se hacen muy grandes".

"Habrá partes sobre la arena y otras que no, pero el albero pide que se pise -continuó el artista sevillano-, que se zapatee sobre él. Quiero usar la plaza no como se suele hacer, disfrazada de escenario, sino como lo que es, así que todos sus elementos, desde los cerrojos metálicos hasta las maderas, me van a servir de banda sonora en sí misma". Terminará de ponerla un elenco de músicos de lujo, compuesto por los cantaores David Lagos, Jesús Méndez, Niño de Elche (antitaurino declarado al que finalmente Galván y Romero han convencido a base de "argumentos serios") y Kiki Morente (que reemplaza a su añorado padre), el guitarrista Alfredo Lagos, Los Mellis al compás, el grupo de percusión de la Orquesta Joven de Andalucía y la pianista Sylvie Courvoisier.

"Se me ha pasado esa cosa de bailar 'bien' o 'mal'. Quiero que se vea la obra, el esfuerzo, pero esto no es un concurso"

"Quiero que sea una cosa minimalista, como lo es el toreo. El toro y el torero, sólo ellos, lo llenan todo, y nosotros tenemos que intentar hacer lo mismo. Creo que me va a dar un subidón, porque si no sería imposible bailar aquí. Miro el ruedo y siento que el espíritu se me sale. La técnica siempre está ahí, pero la energía en un sitio así viene en realidad de otra parte, del cuerpo", añadió el bailaor, al que tiempo atrás le impactó el estilo y la personalidad de Juan Belmonte: "Eso de quedarse quieto, la revolución que supuso esa quietud, ese desafío, me afectó", reconocía este martes Galván antes de recordar que la estructura de la obra, con "seis tiempos diferentes" y sendas coreografías, tantas como toros se lidian en cada corrida, será la misma. Tampoco hay cambios previstos para la escenografía, que se apoyará apenas en en una silla, una mecedora y unas botas.

El bailaor y su cómplice estuvieron este martes acompañados por el delegado de Hábitat Urbano, Cultura y Turismo del Ayuntamiento, Antonio Muñoz, y por el director de la Bienal, Antonio Zoido. Éste aprovechó para anunciar que hay "gestiones" para que el mismo día de la función, y también en la plaza de toros, acuda a dar una conferencia el historiador del arte y filósofo francés Georges Didi-Huberman, que en 2006 -la traducción española se publicó en 2009- dedicó un ensayo al sevillano, El bailaor de soledades, tras asistir a una representación de Arena y quedar impactado. Galván, mientras tanto, mira el ruedo -por instantes se diría que impaciente- y deja claro que no es de hace 14 años: "A mí se me ha pasado un poco esa cosa de bailar bien o bailar mal, de cómo me verán los demás. Yo lo que quiero que se vea es la obra, el esfuerzo. Y si me tratan bien el público y los periodistas, mejor, pero hace mucho que esto, para mí, no es un concurso".

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