'Joy', o el círculo vicioso de la prostitución

Festival de Cine Europeo de Sevilla

La austríaca de origen iraní Subadeh Mortezai presenta en la Sección un duro drama sobre el tráfico de personas y la explotación sexual

La cineasta explica que intentó olvidar las "opiniones morales" en torno al tema para tratar de entenderlo "todo" acerca del mismo

La directora Subadeh Mortezai, este miércoles en el Festival de Cine de Sevilla.
La directora Subadeh Mortezai, este miércoles en el Festival de Cine de Sevilla. / Laura Márquez (Seff)
Francisco Camero

14 de noviembre 2018 - 20:33

Sevilla/La cineasta Subadeh Mortezai ha presentado este miércoles en el Festival de Cine de Sevilla Joy, una dura película sobre la prostitución y el tráfico de personas que compite por el Giraldillo en la Sección Oficial del certamen. Narra esta "historia dramatizada que se basa en una profunda investigación documental", como la define la directora austríaca de origen iraní, el penoso círculo vicioso de las mujeres que se ven atrapadas en las redes de explotación sexual; y lo hace centrando el relato en dos mujeres, aparentemente, a punto de cruzar sus trayectorias: una, Joy, está a punto de saldar la deuda con su madame y volver a ser una mujer libre, mientras que la otra, Precious, acaba de llegar a Viena procedente de Nigeria y, en su desesperado intento por huir de la pobreza y ayudar a su familia, se está iniciando en la prostitución al servicio de la misma mujer.

Aunque no es protagonista, la madame es clave en esta historia, dado que esa mujer, que no duda en chantajear y amenazar ferozmente a sus mercancías humanas, llegó también en el pasado de Nigeria, y también se prostituyó hasta que pudo comprar su libertad... para seguir en el negocio pero ya con la sartén por el mango. "Cuando comencé a investigar cómo funcionan esas redes, de forma ingenua, me sorprendió. ¿Cómo una mujer puede tener corazón para hacerle a otra lo que ella misma sufrió?", dice Mortezai, que no sólo entrevistó a prostitutas de Viena, donde vive, sino que, para ahondar en su investigación, viajó a Nigeria para conocer las claves en el terreno de origen.

"Allí lo comprendí todo. Su pobreza es extrema. No tienen perspectivas ni horizontes, pero es que tampoco aquí los tienen", asegura. "En Europa somos muy privilegiados, aunque a menudo se nos olvide, y por eso nos podemos permitir opiniones morales. A estas mujeres, en cambio, sólo les queda el instinto de supervivencia. Llegué a pensar que si yo estuviera en su misma situación, seguramente haría lo mismo".

Sobre el debate en torno a la legalización de la prostitución, recuerda la directora que en su país, Austria, es ya legal, "pero aun así sigue habiendo tráfico de personas". "De modo que al menos sabemos que legalizarla no es una solución mientras no se acompañe de leyes que protejan a esas personas", añade.

La clave, continúa, no es el "servicio sexual" que en sí mismo no le parece "incorrecto", sino preguntarse "cuántas de esas mujeres ejercerían esa prostitución si tuvieran la opción de ganarse la vida de otro modo". "¿Tienen libertad de elección? La mayoría de las que yo he conocido, no, en absoluto". Por ello, concluye la cineasta, no le parece "mal que un hombre pague por sexo", pero en tal caso ese hombre "tiene la responsabilidad de saber por qué esa mujer se dedica a eso y en qué condiciones, y de lo contrario, si no lo sabe o no lo quiere saber, se convierte en cómplice" de la violencia que se ejerce contra esas personas.

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