Fernando Clemente, el sonido de la pintura
´Persuasive Painting' puede verse hasta el 13 de junio
Su nueva exposición en la Sala Atín Aya desdibuja los límites entre disciplinas creativas y rinde homenaje a Josef Albers
La Sala Atín Aya (Arguijo, 4) acoge hasta el 13 de junio el nuevo proyecto expositivo del artista Fernando Clemente (Jerez de la Frontera, 1975), que aquí hace también las veces de comisario. En Persuasive Painting encontramos un muestrario colorista y sensual de todos los itinerarios que Clemente, licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Sevilla, donde reside, ha aplicado a su pintura, entre los que sobresale una aproximación desprejuiciada, a menudo desde la ironía, a la geometría. En la planta baja, que da acceso a la muestra, dos vitrinas contienen las claves del discurso que Clemente ofrecerá en las estancias superiores: tres portadas de discos de vinilo, ilustradas por Josef Albers, trasladan a ese ambiente vanguardista de la Universidad de Yale en New Haven (EEUU) que, como ocurriera antes con el Black Mountain College de Carolina del Norte, acogió a tantos europeos expulsados del sueño creativo de la Bauhaus y de una Europa libre que pulverizó el triunfo del nazismo, entre ellos Anni Albers, artista textil y esposa del pintor.
Josef Albers diseñó estas cubiertas -junto a otras más que aquí no se exponen- para el sello Command Records entre 1959 y 1961, como parte de un proyecto impulsado por el ingeniero de sonido Enoch Light para divulgar las posibilidades del naciente sonido en estéreo. Las dos primeras entregas de esta serie titulada Persuasive Percussion las interpretaba la banda de Terry Snyder, The All Stars, y es la música que recibe al visitante en la Sala Atín Aya.
Al afrontar este proyecto para el mercado discográfico, Josef Albers disfrutó con la posibilidad de experimentar libremente con el ritmo, el color y los valores sonoros, lo que le permitió aparcar temporalmente otros retos más sesudos. Ese espíritu relajado y lúdico es el que invoca y asume Clemente en este singular proyecto.
"Estamos bombardeados por imágenes y el artista tiene que ser poroso a todas esas influencias que le llegan a través de Instagram, YouTube y otras redes sociales", reflexiona Clemente, que estos días tiene además en cartel otra ambiciosa exposición en la Sala Pescadería de Jerez, Ómnibus. "Me interesó mucho de este trabajo de Josef Albers para el sello Command Records cómo explora las posibilidades emocionales del círculo tras una etapa centrada en la poética del cuadrado. Y también la idea de que quisiera hacer un trabajo aparentemente liviano y menor, lejos de sus sesudas reflexiones, al aliarse con otro perfeccionista nato como Enoch Light, que aquí filtra viejas melodías y clásicos del jazz con su delirante ciencia sónica. Esa manera de usar la geometría aparentemente aséptica para hablar y reivindicar la pintura me pareció muy estimulante y de ahí nació esta exposición", explica el artista.
Y es que, aunque en la muestra no sólo hay pintura, pues la cerámica y la madera también cumplen un papel protagónico y enriquecen el ritmo de las salas gracias a sus valores tridimensionales, a Fernando Clemente le gusta "reivindicar la pintura en esta ciudad donde hay una tradición tan potente desde el Renacimiento y, sobre todo, del barroco. Y rebelarme, por qué no decirlo, contra esa resaca del arte conceptual de la segunda mitad del siglo XX y contra un modelo que piensa que la pintura no puede representar a España internacionalmente en Bienales como la de Venecia".
La exposición, titulada Persuasive Painting, es por tanto una invitación a descubrir nuevos valores estéticos en un arte que podríamos considerar familiar o reconocible porque es el que Clemente viene practicando desde hace ya dos décadas, tras su transgresor debut colectivo en la Richard Channin Foundation -junto a Juan del Junco (Jerez de la Frontera, 1972) y Miki Leal (Sevilla, 1974)-. Aquí prima la intención de persuadir, de gustar y deleitar al visitante con unas piezas que conjugan la perfección técnica y la vibración artesanal, como ocurre con el mural cerámico de la planta alta sobre fondo negro que nos recuerda a juegos infantiles como el Tangram y a los diseños textiles de la Bauhaus.
En la planta baja, Clemente ha ubicado, alrededor de las portadas de vinilos diseñadas por Josef Albers, una serie de prototipos, dibujos en relieve, bocetos y objetos que a él le seducen y que, sin romper con la abstracción, comparten con el sonido una serie de características: ritmo, tono, profundidad… De esas maquetas surgen las piezas de gran formato que se desarrollan en las dos plantas superiores. Como si recurriera al dominio público, Clemente amalgama numerosas imágenes disponibles en sus archivos, en su memoria, en sus bancos de imágenes, y no faltan los ecos de artistas que han sido importantes en su trayectoria, como ocurre con los collages y recortables de Patricio Cabrera, los diseños de Equipo 57 o las pinturas de gran formato de Luis Gordillo, un maestro esencial para él. También hay una voluntad de prolongar la tradición barroca del trampantojo desde una actitud contemporánea y pop.
"Uso la ornamentación y el diseño para hablar una y otra vez de pintura", recalca ante el mural cerámico de piezas redondas y colores degradados que glosa en la planta baja el vínculo entre las portadas de Albers y sus nuevas obras, "una indagación en las posibilidades del círculo". En la planta central los cuadros de gran formato en amarillo, verde y azul sobre negro, concebidos como tótems, conviven con trabajos de menor escala donde realiza un atractivo estudio sobre las posibilidades del rosa. En la planta superior sus investigaciones convergen en piezas como Sobre módulo verde donde Clemente abraza de nuevo la geometría y remata un gratificante recorrido de 360 grados por sus inquietudes pictóricas.
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