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Barbieri+Haydn

RAFAEL RUIBÉRRIZ & LA SPAGNA | CRÍTICA

Rafael Ruibérriz y La Spagna en la Sala Turina / M.G.
Andrés Moreno Mengíbar

07 de abril 2019 - 23:36

La ficha

***Femás 2019. Programa: ‘Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz’ de F. J. Haydn en la versión para flauta y cuarteto de cuerdas de F. A. Barbieri. Flauta: Rafael Ruibérriz de Torres. La Spagna: Irene Benito y Marta Mayoral, violines; Rosa San Martín, viola; Alejandro Marías, violonchelo. Recitación: José Mateos. Lugar: Sala Turina. Fecha: Domingo, 7 de abril. Aforo: Dos tercios.

A las versiones conocidas, entre originales, apócrifas y autorizadas, de Las siete últimas palabras de Cristo en la Cruz de Haydn hay que añadir ésta que se estrenó en noviembre en Cádiz y que anoche acogió el Femás en una velada llena de intimidad y de reflexión sobre el Amor, la Vida y la Muerte a través de las meditaciones de José Mateos. El joven Barbieri hizo un interesante trabajo añadiendo una parte de flauta sobre la versión para cuarteto de cuerda, unas veces llenando los silencios, otras doblando al primer violín y otras desarrollando una voz independiente, con resultados brillantes, salvo en momentos como Sitio en los que la austeridad expresiva de las cuerdas no casa con la línea ornamentada, casi frívola, de la flauta.

Rafael Ruibérriz tuvo que sustituir a última hora su flauta de época por una moderna y ello debió obligar a replantear la afinación de las cuerdas de tripa. Quizá por ello no acabamos de apreciar el empaste del cuarteto que sí pudimos disfrutar en Cádiz. En momentos como el arranque de la sonata tercera o la sexta salieron a relucir sonidos abiertos y desigualdades entre las cuerdas, si bien hubo también momentos de gran belleza sonora y gran recogimiento expresivo, como la sonata séptima con unas sordinas muy intimistas y de sonido muy matizado.

El grupo optó por tiempos más bien lentos, sin explorar las posibilidades de una mayor variedad agógica dentro de las indicaciones de los movimientos. Así, el terremoto (Presto e con tutta forza) sonó demasiado pausado y sin garra. Ruibérriz ofreció todo un recital de sutilidad en el fraseo y de limpieza y control del sonido.

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