Philip Roth entra en el parnaso de los no-Nobel
Muere el escritor Philip Roth
Fallece a los 85 años el eterno aspirante al gran galardón mundial de las letras y constructor del renovado concepto de la 'gran novela americana'.
Desde este miércoles Philip Roth, como Borges, Cortázar, Virginia Woolf, Nabokov o Joyce, pasó a engrosar el Olimpo de inmensos escritores que nunca recibieron el Premio Nobel. Falleció de insuficiencia cardíaca en Manhattan a los 85 años siendo el eterno candidato al máximo reconocimiento mundial de las letras. Murió en el año, de hecho, en el que ni siquiera hubo Nobel de Literatura por un escándalo sexual. Buena trama para este escritor que persiguió durante toda su trayectoria ese ambiguo proyecto de la gran novela americana, que, de hecho, fue el título de una de sus novelas.
En 2012, tras 27 novelas publicadas -desde Goodbye, Columbus en 1959- desistió: "Nadie puede estar siempre siendo productivo. La lucha con la escritura ha terminado". Fue una conmoción, hubo necrológicas literarias. Dijo que no escribiría nada más, "esa agonía espontánea" en sus palabras, y lo cumplió. Philip Roth murió con una trilogía candidata a la gran novela americana de finales del siglo XX, la formada por Pastoral americana, Me casé con un comunista y La mancha humana, dos de ellas, la primera y tercera, adaptadas al cine con imposible fortuna.
Nacido en 1933 en Nueva Jersey en una familia de origen polaca, sí obtuvo todos los demás grandes premios: el Pulitzer, el Book Award, el Nabokov, el Faulkner... El último de ellos, en 2012, el año en que abandonó la escritura, fue el Príncipe de Asturias. En sus cortas palabras de agradecimiento, leídas por el embajador estadounidense, Alan Salomon, se preguntó sorprendido: "¿Qué pueden significar mis historias estadounidenses para los lectores españoles?". Para alegrarse después: "¡Mira, puedo decirme ahora: 'hay algún lugar donde he conseguido hacerme comprender!". Quizá Roth no sabía que su obra tenía un enorme predicamento en España. Sergio Vila-Sanjuán, integrante del jurado que premió a Roth, reflexionaba ayer que "la sombra de Roth es muy larga tanto en Estados Unidos como en España a la hora de influir en otros escritores o en cineastas como Isabel Coixet". Coixet llevó a la gran pantalla su novela El animal moribundo bajo el título de Elegy. Toda su obra ha sido traducida y cada una de sus novelas a partir de Pastoral suponían un acontecimiento para un numeroso público, lectores rendidos a personajes como Nathan Zuckerman, que era él mismo sobrevolando cuatro novelas, las de los primeros 80, y que explicaba mejor a Philip Roth que su soporífera biografía, Los hechos, publicada en España en 2008.
El escritor español Antonio Orejudo, al que la muerte de Roth le sorprendió en la presentación de su nuevo libro, Grandes éxitos, mostró el sentimiento de orfandad del lector español hacia la obra de Roth: "Yo quería haber sido el escritor que ha sido Roth. Si yo hubiera escrito Pastoral americana, me hubiera retirado con la conciencia tranquila. Ahí está todo lo que yo hubiera querido decir; no de Estados Unidos, claro. Me hubiera gustado escribir esa novela de España y Roth es, junto con Don DeLillo, el tipo de escritor que me hubiera gustado ser". Es la desolación de un escritor español ante la ausencia en nuestra última literatura de la gran novela española, de un Roth español.
El pope de la literatura mundial, el responsable del canon literario de nuestro tiempo, Harold Bloom, situó a Philip Roth en la cúspide de la literatura americana de finales del siglo XX. Le acompañaban en el púlpito Thomas Pynchon, Don DeLillo y Cormac McCarthy. Ninguno de ellos tiene el Nobel. Como la Academia sueca no se espabile -tiene dos premios pendientes para el próximo año- se le va a escapar viva una deslumbrante generación americana enterita.
Luto en la literatura americana por uno de sus grandes maestros
"Tuvo una de las más grandes trayectorias literarias en la que cada libro es de primera clase. No tuvo rival", sostuvo ayer el editor Ross Miller, encargado de revisar sus trabajos para la Biblioteca de Estados Unidos. La muerte de uno de los grandes fue acogida con conmoción por la comunidad literaria norteamericana, pese a que Roth hubiera dejado de escribir hace seis años. De vez en cuando, todavía se podía disfrutar de sus reflexiones en algunas entrevistas esporádicas en las que siempre cargaba contra Donald Trump, que encarnaba lo peor del país que tantas veces él había descrito. El New York Times se refirió a él en su necrológica como una "figura eminente de la literatura del siglo XX" que "exploró el placer, la vida judía y Estados Unidos". The Washington Post mencionó una cita de la profesora de literatura Aimee Pozorski, quien ha escrito mucho sobre Roth, en la que se refiere a él como "la voz de su generación. Roth nunca dejó de provocar con sus numerosos libros". Pero ningún epitafio tan devoto como el que hicieron Coetzee y Paul Auster dando a conocer su correspondencia al saber que Roth abandonaba la escritura: "Philip Roth es Dios y nosotros somos dos de sus víctimas".
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