Fallece José Emilio Pacheco, explorador de lo insondable desde la sencillez
El Premio Cervantes, una de las voces más queridas de las letras hispanas, muere a los 74 años. El autor indagó en los misterios de lo humano con una obra que evitaba la ampulosidad.
José Emilio Pacheco, el poeta al que amaban los mexicanos, el hombre bueno que ni siquiera se consideraba "el mejor poeta de su barrio", como él decía, porque era vecino de Juan Gelman, su gran amigo, junto con Sergio Pitol y Monsiváis, alimentó su palabra con la humildad y el entendimiento. Pacheco murió en la noche del domingo a los 74 años debido a una parada cardiorrespiratorio. Llevaba ingresado en el hospital desde el sábado, tras haber sufrido una caída en la que recibió un golpe en la cabeza.
Novelista, traductor, ensayista, periodista, guionista de cine y teatro y, por encima de todo, poeta, género que consideraba "el arte total", Jose Emilio Pacheco (Ciudad de México 1939-2014) generaba emoción y fuego no sólo con sus versos, sino con su pensamiento, su forma humilde y honesta de estar en el mundo, su mirada existencial y su ironía, que le llevaba a reírse también de sí mismo.
"Soy poeta porque no sirvo para otra cosa. No sé dibujar planos ni repetir una melodía, como otros nada más oírla", decía la víspera de recoger el Premio Cervantes, siempre humilde y mostrándose en todo momento sobrepasado por los acontecimientos.
De cultura enciclopédica, Pacheco, considerado el poeta más importante de México tras Octavio Paz, creó uno de los poemas más emblemáticos de su país, Alta traición, que se convirtió en bandera de los jóvenes mexicanos y en donde mostraba las contradicciones de su país, su amor y sus reproches por una tierra por la que, según advirtió, estaría dispuesto a dar la vida.
El autor impartió clases en universidades de Estados Unidos y Europa y recibió todos los honores y premios de su país, entre ellos, la Medalla al Mérito Artístico, el Nacional de Poesía, el Octavo Paz, el José Donoso o el Xavier Villaurrutia. Fue miembro de honor de la Academia Mexicana de la Lengua, y en España le concedieron los más importantes galardones: el García Lorca, el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio Cervantes, éste por ser "un poeta excepcional de la vida cotidiana".
"José Emilio Pacheco se puede definir como el idioma entero", dijo el académico José Antonio Pascual como presidente del jurado. "Este premio no es para mí; es para los libros. Yo soy un instrumento para escribirlos", respondió al enterarse de que había sido galardonado con el premio más importante de las letras en castellano.
Autor de la mítica novela Las batallas en el desierto, Pacheco apenas sobrevivió dos semanas a su amigo Juan Gelman. Ambos vivían en el barrio de la Condesa, de Ciudad de México, y, según una de sus hijas, el último texto que escribió estaba dedicado al poeta argentino fallecido el 15 de enero.
Autor de más de dieciséis poemarios, entre ellos Los elementos de la noche, Irás y no volverás, Como la lluvia o La edad de las tinieblas, la poesía de Pacheco caminó entre el simbolismo y la introspección hasta el existencialismo; a veces irónico, a veces desesperanzado, pero siempre con la pasión puesta en cada palabra alimentada por la memoria y el tiempo. Vida y lenguaje fueron los dos marcadores de la creatividad de Pacheco, que siempre estuvo al tanto de lo que sucedía a su alrededor en una producción en la que cuestionaba la utilidad de la poesía y expresaba su preocupación por los desheredados, por las contradicciones de la Historia o por el paso del tiempo.
Para Margo Glantz, no había "nadie en la literatura mexicana que le dispute a José Emilio su don innato para el lamento o su capacidad para verbalizar con espléndidas imágenes la catástrofe", dijo Glantz del autor fallecido ahora. "No cabe duda, José Emilio ha creado con el lamento un nuevo género literario", agregó sobre un autor que reconocería su tendencia a cantar lo que desaparece. "Mi único tema es lo que ya no está / y mi obsesión se llama lo perdido (...) Y sin embargo amo este cambio perpetuo / este variar segundo tras segundo / porque sin él lo que llamamos vida / sería de piedra", escribió en el poema Contraelegía, incluido en el libro Irás y no volverás.
Poseía una mirada crítica, como en su posición antitaurina, a pesar de que utilizaba en muchos casos un lenguaje plagado de términos taurinos. "Yo no digo Estoy cansado, sino estoy para el arrastre", decía. Recientemente había denunciado lo poco que, a su juicio, se apreciaba la literatura en México, "el 0,1% de lo que se dedica al fútbol", espetó.
En 2010, en una entrevista con Efe, Pacheco dejó claro que lo que realmente le habría gustado hubiera sido "detener la violencia y la maldad. No he contribuido en nada a la historia de la literatura de México", aseguraba humildemente este autor, que escribió el poema En defensa de la Ñ: "Ese animal que gruñe con eñe de uña...".
Aparte de sus dieciséis poemarios, Pacheco deja seis libros entre relatos y novelas, numerosas traducciones y creaciones. Pero, sobre todo, deja su forma de indagar, de bucear "con las palabras conocidas en lo desconocido", como dijo Benedetti, quien ponía a Pacheco como ejemplo de "poeta total".
Pacheco protagonizó una curiosa anécdota antes de recoger el Cervantes, en 2010, que dejó entrever en España su talante humilde y su generosidad. Al poeta se le cayeron los pantalones en el patio del Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares y con humor y cara sonriente dijo: "No tenía tirantes, esto es muy buen argumento contra la vanidad".
Entre sus virtudes siempre estuvo la de la modestia, como resaltaba su amigo Carlos Monsiváis, que dijo de Pacheco que era como "un escritor sin protagonismos" que sostuvo "durante más de medio siglo su compromiso con la literatura mexicana".
Uno de los ganadores del Premio Lorca
El Ayuntamiento de Granada lamentó ayer la muerte de Pacheco, ganador del Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca-Ciudad de Granada en 2005. En un comunicado, el alcalde de Granada, José Torres Hurtado (PP), expresó sus condolencias en nombre del Consistorio granadino a los familiares y amigos de "un poeta de impecable trayectoria política, cultural e intelectual, y de una talla humana extraordinaria".
Torres recordó "la calidez y cercanía del escritor en su visita", y "la fuerza de sus palabras en el acto de entrega del Premio Lorca", donde Pacheco agradeció profundamente la concesión del galardón, asegurando que el día de su entrega sería "una fecha para guardar siempre en su memoria". El Ayuntamiento editó, dentro de la colección Granada literaria, una antología del autor.
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