El FIB renace de sus cenizas al son de Cohen y Morente

La veteranía de dos maestros El genio vuelve a triunfar en Benicàssim

Las dos leyendas ponen el broche al Festival Internacional de Benicàssim, una cita que ha transcurrido en esta edición sin sorpresas pero con grandes satisfacciones

El canadiense Leonard Cohen saluda al público durante el concierto que ofreció en el Festival Internacional de Benicàssim.
Isaac Lobatón / Benicàssim

22 de julio 2008 - 05:00

Languidecía el FIB Heineken 2008. El festival había gozado de momentos brillantes, qué duda cabe, pero andaba huérfano de un artista que sobresaliese en términos mayores una vez finiquitada su comparecencia.

Y existían razonables dudas sobre cuál sería el resultado de la actuación de Leonard Cohen en un entorno de las características del FIB, dudas que una vez vista la actuación del venerable canadiense, con ese sol vespertino iluminando mágicamente el Escenario Verde, le hacían sentir a uno profundamente estúpido. Porque a veces ignoramos la evidencia de que el talento y la clase siempre se imponen; incluso a la cruel circunstancia de la limitación de tiempo. La hora justa que el autor de Chelsea Hotel estuvo en el escenario fue suficiente para que dibujara el momento más glorioso que muchos hemos vivido en el FIB. Diez clásicos que nos saludaron con el Dance me to the end ofthe love y se despidieron con So long, Marianne. Por el camino, I'm your man, Suzanne o Hallellujah fueron algunos de los títulos que desencadenaron emociones nunca vistas en Benicàssim, unas emociones que se mantendrían vivas a lo largo del recital de Enrique Morente, primero acompañado de su cuadro flamenco durante una hora con un público entregado y respetuosísimo para dar luego paso a la tremenda catarata sónica junto a Lagartija Nick. Poco antes del punto final -con un sobrecogedor Take this waltz- Estrella Morente auxilió, casi rozando el punk, a su padre en la interpretación de Manhattan, otra inmortal pieza "der maestro Leonardo" [sic].

Las endorfinas flotaron en el ambiente hasta la irrupción de Morrissey con sus continuas impertinencias (¡no muerdas la mano que te da de comer, Mozz!). El de Manchester acertó al comienzo, dando rienda suelta al sector más reconocido de su repertorio en solitario y con The Smiths, pero acabó perdiéndose en vericuetos tan vacuos como grandilocuentes, ofreciendo la peor versión posible de lo que se entiende por actitud.

Un aspecto que ha suscitado comentarios unánimes ha sido el de la moderación general de los decibelios, especialmente en el Escenario Verde. El esperado regreso de My Bloody Valentine (MBV) se vio ligeramente perjudicado por esta circunstancia, paliada gracias al inolvidable cuarto de hora donde el grupo de Kevin Shields obtuvo una postal perfecta de ruidismo gracias al encadenado de You made me realise con The Holocaust. No obstante, difícilmente podría algo haber ensombrecido el disfrute, por primera vez en España, de obras de culto como Only shallow, When you sleep o I only said.

Más en evidencia quedaron los que no estuvieron tan afortunados en esas mismas circunstancias. La fría profesionalidad con la que Gnarls Barkley afrontó un directo de una mezquina planicie, quizá se hubiera visto atenuada con un poco de volumen. Lo de Mika es caso aparte. Totalmente fuera del radar de estilo del festival, nadie supo comprender los (sospechosos) motivos de su presencia en él. Eso no quita que luego usted pueda llegar a divertirse gracia a su imposible pastiche circense e infantil.

Otra circunstancia que ha caracterizado este FIB ha resultado ser el gran nivel exhibido por los grupos españoles. Desde Lori Meyers, poseedores, por fin, del músculo que necesitaban, hasta los infalibles El Columpio Asesino, pasando por la lúcida anomalía que constituyen los chicos de Manos de Topo -buena noticia: los temas nuevos están a la altura- o el embriagador hip-pop de Facto Delafé y las Flores Azules -quien no se rinda ante Mar, el poder del mar en directo es que no tiene sangre-. Por encima de todos, no obstante, sobrevoló la figura de Guille Milkyway, que con La Casa Azul logró que hasta una considerable parte de los numerosos ingleses -casi el 60 % del total del público este año- bailara al son de su implacable europop, en una actuación que tuvo su momento cumbre con la versión que el catalán acometió de Love is in the air.

A pesar de que la organización va, año a año, ganando en oficio y calidad, no se puede pasar por alto un hecho que estuvo en boca de todos durante el fin de semana: la coincidencia de horarios afectó esta vez a bandas que compartían público objetivo (Spiritualized y MBV por un lado, y Leonard Cohen, Death Cub for Cutie y Micah P. Hinson por otro). Mientras, las carpas se volvieron a quedar pequeñas para artistas como Tricky, Justice o Battles. A pesar de todo, el sabor a historia del último día permanecerá indeleble en nuestras papilas gustativas.

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