Experimento multicultural
En su primera obra de ficción desde 2006, la brillante Zadie Smith regresa a Londres para relatar de manera innovadora la vida, a veces dura y violenta, de dos amigas desde la infancia.
NW London. Zadie Smith. Trad. Javier Calvo. Salamandra. Barcelona, 2013. 377 páginas. 19 euros.
A Zadie Smith (Londres, 1975) le pasa un poco como a Guardiola. Un entrenador joven, guapo y listo que lo ganó todo en su primera temporada y puso un listón tan alto que luego, cuando se dejó algún título por el camino, hubo quien vio un declive o fin de ciclo donde no lo había. Smith es, como Guardiola, una chica joven, guapa (lo lleva en los genes: es hija de una modelo jamaicana) e inteligente que escribió su mejor novela cuando aún no había cumplido 25 años.
No había ni terminado la carrera cuando ya se hablaba de Dientes blancos como una de las mejores novelas del recién entrado siglo XXI. Era el año 2000 en la Inglaterra de Tony Blair. Smith retrataba una sociedad multicultural y multiétnica de la que ella misma formaba parte, como hija de jamaicana y de inglés criada en el norte de Londres. Era tan audaz que iniciaba la narración en un intento de suicidio y a partir de esta situación entrelazaba a varios protagonistas de tres familias: una británica y jamaicana (la suya), una de paquistaníes y otra formada por judíos y católicos. Aquella novela obtuvo numerosos y merecidos premios y empezó a hablarse de la joven Zadie Smith como la heredera de otros británicos de origen foráneo/exótico como Salman Rushdie o Hanif Kureishi.
El hecho de ser mujer, joven, guapa y negra en un país que tradicionalmente había sido tan racista le dio un plus de promoción y de conocimiento, sobre todo a ojos de aquellos progres buenrollistas de la Gran Bretaña de Blair (Del Blair de antes de las Azores, claro), que la utilizaron como símbolo de un nuevo país salido del poscolonialismo.
Aquello fue demasiado para una chica que aún no había terminado sus estudios de Filología inglesa. Smith siguió escribiendo, quizás demasiado rápido, y publicó en 2002 una novela notoriamente inferior a Dientes blancos, que llevaba por título El cazador de autógrafos. Su país había cambiado en dos años. El mundo lo había hecho. Unos terroristas habían estrellado unos aviones contra las Torres Gemelas y el Pentágono y Occidente le había declarado la guerra al Islam radical. Un tipo con un turbante ya no era tan bien visto, por mucho que llevara toda su vida viviendo en el Reino Unido y no supiera ubicar Pakistán en el mapa.
Tras el fracaso de su segunda novela, Zadie Smith admitió que sufría una crisis de creatividad. Coordinó una antología de relatos de escritores británicos, El libro de los otros, y prologó otra de autores norteamericanos que llevó por título Generación Quemada y que dio nombre a un puñado de escritores jóvenes, descarados y brillantes, capitaneados por el genio de David Foster Wallace. En 2006 publicó Sobre la belleza, la novela con la que recuperó el fervor de la crítica, con la que volvió a pasarse meses en lo más alto de las listas de ventas y con la que le dijo al mundo que lo de Dientes blancos no era fruto de la casualidad ni un espejismo. Como Guardiola, que siguió ganando títulos en sus siguientes años al frente del Barça.
Smith dejaba su Londres querido para cruzar el charco y relatar la crisis matrimonial de un profesor universitario norteamericano. Ella misma emprendería ese camino y se marcharía a vivir a Nueva York, en cuya Universidad imparte clases. Desde Sobre la belleza, Smith no había publicado nada de ficción. Su trabajo más reciente había sido un libro de ensayos titulado Cambiar de idea, que en España publicó en 2011 la editorial Salamandra, sello que ha editado toda su obra en español.
A finales de 2013 llegó a las librerías su nueva obra de ficción, NW (NW London en la edición española), en la que vuelve al barrio de su infancia en el noroeste de Londres, ese al que ya desde el título le hace un guiño. Smith sigue en la línea de Dientes blancos. Ahora cuenta la vida de una joven irlandesa y otra jamaicana, amigas desde la infancia, y cómo evolucionan en la dura y a veces violenta vida de los suburbios del norte de Londres. Pero, si en la temática NW es un complemento perfecto de Dientes blancos, en las formas se muestra mucho más experimental. Cambia de estilo, de punto de vista, introduce capítulos basados en un cómo llegar de Google Maps, se pasa más de cien páginas narrando a base de flashes la vida de uno de los personajes...
Como Guardiola, de nuevo. Todos los entrenadores del mundo quieren que sus equipos se parezcan jugando al Barcelona de Pep. Salvo él, claro, que ha montado un Bayern de Múnich que gana igual pero que no se le parece en nada a su Barça. Zadie Smith escribe igual de bien en Dientes blancos que en NW y se disfruta tanto en su faceta más clásica que en la más experimental. Quizás en ésta haya alguna parte que se haga algo más árida porque está plagada de referencias y no todas son entendibles. Pero valga la frase-lema de David Simon, el creador de The Wire: que se joda el espectador medio.
La escritura de Smith es inteligente y brillante. De otra forma sería imposible que apareciera dos veces en la sacrosanta lista (cuánto le gusta a un escritor una lista) de la revista Granta, que cada diez años publica los nombres de los mejores escritores en lengua inglesa menores de 40 años.
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