Exiliados españoles: cita en Londres, de nuevo

El Instituto Cervantes de Londres explora en el proyecto 'Sala de espera' la contribución a la vida cultural británica de los españoles que llegaron a consecuencia de la Guerra Civil.

Exiliados españoles: cita en Londres, de nuevo
Exiliados españoles: cita en Londres, de nuevo
Maribel Cintas

05 de junio 2015 - 01:00

ESPAÑA ha sido tradicionalmente territorio de expulsión de los que se oponen a los principios inamovibles e incuestionables, políticos o religiosos, de sus gobiernos. Tal vez esté en nuestros genes, pero desde Blanco White a la Guerra Civil de 1936, los defensores de un pensamiento liberal (partidarios de la libertad religiosa, de la soberanía del pueblo, entre otras consideraciones), muchos españoles, han tenido que marchar de su tierra para no volver jamás. Este camino del exilio, tan transitado a lo largo de la historia, ha visto desfilar a grandes personalidades del mundo de la cultura, de la ciencia, del saber. Grandes hombres y mujeres que acabaron sus días lejos de sus orígenes, en el dolor, la soledad y la ignorancia. Y la memoria de gran parte de ellos, se borró.

Inglaterra ha sido tradicionalmente territorio de acogida para los españoles de ideas liberales. De Espartero a Espronceda, de Blanco White a Luis Cernuda, el flujo de vencidos de la Guerra Civil española es para nosotros el más próximo. Si Francia tuvo su Revolución para dejar atrás el oscurantismo, España ha tenido por varios siglos su intento de revolución en la heterodoxia. Pero los heterodoxos españoles han acabado en el exilio. Y como dijo Chaves Nogales en esta situación, "el exiliado, el sin patria, es en todas partes un huésped indeseable que tiene que hacerse perdonar a fuerza de humildad y servidumbre su existencia". Pero completaba: "De cualquier modo, soporto mejor la servidumbre en tierra ajena que en mi propia casa".

¿Da el exiliado lo mejor de sí mismo en la patria de acogida? La obra ingente de grandes exiliados nos hace pensar que sí. Blanco White (Sevilla, 1775-Liverpool, 1841), Arturo Barea (Badajoz, 1897-Faringdon, Reino Unido, 1957), Luis Cernuda (Sevilla, 1902-Ciudad de México, 1963), Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897-Londres, 1944)… Una interminable relación de personalidades, autores de obras imperecederas, tuvieron que salir de una España que no los aceptaba.

De exiliado a exiliado, Arturo Barea escribe en 1942 a Chaves pidiéndole trabajo. También Cernuda pasó por la agencia de Chaves, la Atlantic Pacific, en Londres, en busca de ayuda. En Londres y a pesar de ser una ciudad en guerra en los años en que allí se refugiaron Barea y Chaves, ambos vivieron muy fructíferas situaciones laborales, con el recuerdo siempre de la patria perdida. "Dolor agudo al que no llego a acostumbrarme". Así califica su situación de exiliado Barea, comentarista de la BBC, en una entrevista concedida durante una gira por Argentina, Chile y Uruguay en 1956. En Argentina se había publicado en 1951 por primera vez en castellano La forja de un rebelde, la obra que no vio la luz en España hasta 1978.

Por parte de Chaves, la información transmitida desde su agencia de prensa a los diarios americanos (de norte a sur, de EEUU a Chile, a través de colaboraciones suyas o de otros exiliados, no sólo españoles, residentes en Inglaterra), llevaba siempre el mensaje de defensa del mundo libre. Hasta Nueva Zelanda llegaron noticias de la Guerra Civil española en el diario Weekly News, con la publicación de los episodios de A sangre y fuego; en tanto, en España el régimen de Franco se acordaba de los exiliados para vituperarlos o perseguirlos. En el caso de Chaves, condenándolo a inhabilitación absoluta perpetua a través del Tribunal para la Represión de la Masonería y el Comunismo. En el caso de Barea, las autoridades franquistas pretendieron desprestigiarlo llamándole "el inglés Arturo Beria", en referencia al jefe de seguridad de Stalin. 75 años después, Blanco White, Arturo Barea, Chaves Nogales y Luis Cernuda vuelven a encontrarse en Londres gracias a la iniciativa del Instituto Cervantes.

En un artículo publicado en 2011, Antonio Muñoz Molina daba noticia de la iniciativa emprendida por un grupo de intelectuales (el propio Antonio Muñoz Molina, Javier Marías, Michael Eaude, Paul Preston, Valentina y Eugenio Vargas Fernández, Elvira Lindo, Santos Juliá, Nigel Townson, Sebastian Balfour, Jeremy Treglown, Giles Tremlett, Charles Powell, Edwin Williamson, Michael Reid, Paloma García-Bellido, Adrian Bell, Emilio Lamo de Espinosa, Gabriel Jackson y William Cheslett) para adecentar el aspecto externo del lugar donde reposan los restos del escritor español Arturo Barea, fallecido en el exilio. Y aludía el escritor al similar destino que tuvo Chaves Nogales, también fallecido en Londres en parecidas circunstancias. Respecto a Barea, el citado grupo de intelectuales ya ha llevado a cabo el piadoso gesto de costear la limpieza de la lápida del autor de La forja de un rebelde. Si, llegado el caso, alguna persona o institución se planteara hacer otro tanto con la de Chaves Nogales, la cosa sería algo más compleja. Porque su tumba no tiene lápida.

A partir de aquella iniciativa privada, el Reino Unido, a través del Instituto Cervantes en Londres, quiso agradecer la gran labor que estos intelectuales españoles realizaron durante el tiempo que permanecieron en el país y organizó en 2011 una serie de actos encaminados a esclarecer los Exilios españoles. Ahora vuelve sobre el tema y por ello está celebrando una serie de actos destinados a dar a conocer su actividad, así como su contribución, en los casos concretos de Barea y Chaves, a la defensa de los ideales democráticos y a la lucha junto a los Aliados y frente a las potencias del Eje. Porque ambos periodistas, Barea y Chaves, realizaron una ingente labor para difundir los ideales democráticos a través de los altavoces que la Gran Bretaña les facilitó: por parte de Barea, las casi novecientas alocuciones a través de la BBC; por parte de Chaves, los trabajos aparecidos en periódicos de América Latina; en cuanto a Cernuda, por su inmenso trabajo poético.

Con un recuerdo a estos y otros exiliados (Blanco White, Salvador de Madariaga, Esteban Salazar Chapela o Rafael Martínez Nadal entre otros) el Cervantes quiere despedirse de su sede de Eaton Square, su casa durante 70 años. Hasta finales de junio, éste es el lugar que acoge el proyecto Sala de espera, en el que se suceden exposiciones, conferencias, proyecciones, audiciones y representaciones de las obras de estos exiliados.

Allí puede verse ahora una exposición de libros, fotografías y textos de Arturo Barea, así como la proyección de la serie de TVE La forja de un rebelde, junto a los trabajos de Jordi Ruiz Cirera. El fotógrafo, premio Taylor Wessing de la National Portrait Gallery, hizo fotos del archivo de Arturo e Ilsa Barea en su contexto antes de que este archivo vaya definitivamente a la Bodleian Library en Oxford. El documental El hombre que estaba allí sirve a su vez para presentar la figura de Chaves Nogales.

El compositor Robert Gerhard (Valls, Tarragona 1896-Cambridge, 1970) será recordado con un concierto de la guitarrista Laura Ruhí-Vidal y la soprano María Camahort. Por su parte, Luis Cernuda ha sido presentado por su biógrafo Antonio Rivero Taravillo y el poeta dejará su voz al director artístico del Spanish Theatre Company in London Jorge de Juan. La peripecia vital de Blanco White será explicada por el investigador Martin Murphy. También la poesía está presente con Windwall, instalación artística comisionada por Gloria García Lorca.

En su visita a la exposición el embajador de Estados Unidos en Reino Unido se mostró fascinado por Chaves Nogales. La muestra, además, teniendo una excelente acogida por parte de gente joven desconocedora hasta ahora de la labor de unos exiliados que dejaron muy alto el nombre de la tierra que los rechazó. Y es que, como afirma Christian Ravina, comisario de la muestra, "las reflexiones de estos autores sobre temas de libertad, solidaridad o diálogo son un poderoso recordatorio de lo que une a las democracias liberales y la necesidad de defenderlas".

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