Un español en la cima del Clasicismo

Europa Galante | Crítica

Europa Galante en el Espacio Turina.
Europa Galante en el Espacio Turina. / Luis Ollero

La ficha

Europa Galante

**** Música Antigua. Europa Galante: Fabio Biondi, violín I y director; Fabio Ravasi, violín II; Stefano Marcocchi, viola; Alessandro Andriani, violonchelo; Giangiacomo Pinardi, guitarra.

Programa:

Luigi Boccherini (1743-1805)

Dúo para dos violines en sol mayor Op.3 nº1 G.56 [1761]

Trío para violín, viola y violonchelo en re mayor Op.14 nº1 G.98 [1772]

Cuarteto para cuerda nº56 en do menor Op.41 nº1 G.214 [1788]

Quinteto para guitarra y cuerda en re mayor G.448 Fandango [1798]

12 variaciones sobre La ritirata de Madrid del Quinteto para guitarra y cuerda en do mayor G.453 [1799]

Lugar: Espacio Turina. Fecha: Sábado 13 de mayo. Aforo: Media entrada.

Salvo el dúo inicial de violines, pieza de su etapa juvenil, estudiantil incluso, todas las obras de Boccherini que trajo Europa Galante fueron escritas durante su larga estancia de más de tres décadas en Madrid y muestran a un compositor cuyo peso en el Clasicismo internacional aún no está suficientemente reivindicado. No era vienés, no. Ni falta que le hacía. Desde un Madrid al que los musicólogos y los intérpretes están arrancando en los últimos años una faz ilustrada muy diferente a la que hasta hace poco se había vendido, Boccherini exportó al mundo (sus obras eran editadas en los principales centros europeos) una forma de entender el estilo clásico que no difiere tanto del que Haydn estaba impulsando desde la capital imperial. Aún se discute quién escribió los primeros cuartetos luego llamados vieneses, aquellos en los que las cuatro voces instrumentales dialogan entre sí en igualdad de condiciones.

En Boccherini ya están. Fuera por el cuidado que puso siempre en escribir para su instrumento (el violonchelo), esa polaridad entre la voz superior y el bajo está resuelta en su música con un juego siempre agudo de imitaciones, preguntas y respuestas y contracantos y con un trabajo sobre las voces intermedias que puede ser muy detallista, y el Trío en re mayor que tocó Europa Galante sirve de magnífico ejemplo, pues el trato de la viola resultan en él exquisito. Auténtica leyenda viva de la música antigua, Fabio Biondi (Palermo, 1961) ha sabido rodearse para este proyecto de un cuarteto sólido de músicos para conformar su grupo con la versatilidad y flexibilidad que pedía un programa como este.

En el Dúo G.56, Fabio Ravasi le dio buena réplica, en buena parte como acompañante, aunque en el Presto final la música se hace mucho más imitativa. Extraordinario resultó el Trío G.98 por el magnífico equilibrio y la claridad de los planos, pero también por el ejercicio virtuosístico, el muy detallado trabajo de dinámicas en el Andante y la riqueza tímbrica, con una viola de Stefano Marocchi de cálida presencia. Formidable el Cuarteto G.214 desde su arranque dramático, con esa polaridad violín I-cello muy bien marcada y unas voces medias que brillaron especialmente en el Trío del minueto, en el que se contrasta la relajación del tema principal con otra vuelta de tuerca sobre la intensidad expresiva. El patetismo del Andante flebile quedó atrapado tanto en el juego de dinámicas como en el tratamiento abrupto de algunos pasajes disonantes que se disolvieron en el Prestissimo virtuoso de un final brillantísimo.

Algo más difícil resultó el equilibrio con la guitarra clásica de Gigi Pinardi en los quintetos. En el G.448, el conocido del Fandango, la cosa empieza bien, porque el movimiento de apertura es una Pastorale y el cuarteto tocó en dinámicas leves, pero en el tiempo intermedio la guitarra, que no tiene en realidad un papel demasiado protagónico, quedó algo tapada, y tampoco logró sobresalir en exceso en el Fandango del final, pese a los vibrantes rasgueados. En esos dos últimos movimientos, Boccherini impone al violonchelo pasajes en el registro agudo muy exigentes, que Alessandro Andriani salvó con cambios de color inevitables, y también técnicas de arco audaces, como col legnos o vibratos, asumidos también por momentos por Biondi. Por cierto, que el violonchelista del conjunto usó la pica, una auténtica rara avis en el mundo historicista. Muy bien armado estructuralmente el movimiento final del Quinteto G.453, el de las variaciones sobre La ritirata de Madrid, con brillantes contrastes entre las variaciones rápidas y las lentas y un delicadísimo morendo final de enorme poder evocativo.

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