Espacio Iniciarte, último acto
Creadores y especialistas lamentan la desaparición de la sala, que cierra sus puertas al público mañana, y observan desde la incertidumbre el traslado del programa al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.
En noviembre de 2007 se abría en la iglesia de Santa Lucía Espacio Iniciarte, una propuesta promovida para trabajar, según defendió entonces la consejera de Cultura, Rosa Torres, por la conexión entre el público y los autores en el terreno del arte emergente. Apenas unos años después ese sueño que ha alentado a un buen número de artistas y ha proporcionado otras gratificantes experiencias a los espectadores se desvanece por culpa de los recortes. La exposición Afterpost. Más allá de la fotografía cierra sus puertas mañana, y con la muestra termina la oferta de Iniciarte en ese edificio. La crisis ha truncado una aventura que iba ganando peso en la vida cultural sevillana, y creadores y aficionados afrontan una nueva etapa plagada de interrogantes.
El comisario de Afterpost, Sema D'Acosta, resta trascendencia al cierre del espacio, porque "lugares para exponer hay muchos y buenos por toda Andalucía". Para el especialista, el problema principal es la "defenestración" de un programa que tras varios años de fructífero trabajo "ha pasado a sobrevivir con lo mínimo".
La iniciativa ha sufrido el revés cuando "empezaba a coger buena velocidad y había extendido sus redes por Córdoba, Granada e incluso Madrid". La exposición La vida en ningún lugar, una selección de obras de la colección Iniciarte que se exhibió en la sala Matadero de la capital madrileña a principios de este año supuso, en opinión de D'Acosta, uno de los logros más destacados de la historia del proyecto, un hito que "marcaba un antes y un después, que debía haber tenido continuidad. Acudir a la capital en el momento clave y tener protagonismo es difícil de conseguir. Ése era el camino, pero desgraciadamente la locomotora se ha detenido cuando mejor avanzaba el tren y mayor velocidad llevaba".
La comunidad artística sevillana echará de menos una sala que tenía "una función aglutinante" en la ciudad, según afirma Juan Carlos Robles. "El cierre desmotiva a las nuevas promociones, no es inteligente. El programa Iniciarte en su conjunto llegó tarde, todos decíamos '¡por fin!' un proyecto serio y sensibilizado con el arte contemporáneo, articulado como red (con todas las provincias en su horizonte) y con rotación de especialistas y profesionales en su programación. Una estructura esperada que normalizaba nuestra condición de ciudad europea", expresa el artista. Pero la medida tomada ahora por la Consejería de Cultura de dar un nuevo destino a las instalaciones transmite, según Robles, "incoherencencia, más cuando tenemos conciencia de la ilusión de los que pusieron Iniciarte en marcha".
El autor sostiene que, antes que el traslado de Santa Lucía, la Junta debería haber sopesado otras posibilidades, como que "compañías eléctricas, del agua o de telefonía patrocinaran el mantenimiento del espacio" -una actuación inusual en un país donde el mecenazgo artístico es "escaso"- o que "becados universitarios aportaran sus esfuerzos en la gestión". Ideas que funcionarían, añade el sevillano, "para crecer en ciudadanía más que para ahorrar. No creo que les suponga tanto gasto mantener abierto el Espacio Iniciarte".
María Cañas, que inauguró la sala en 2007 con la muestra Kiss the fire, es tajante al respecto: "Se pierde el mayor motor e incentivo para los creadores andaluces del arte de nuestro tiempo". Juan del Junco se suma a esa sensación de pérdida. "Habíamos empezado un pequeño tejido entre todos y por fin se habla de nuevo de una nueva generación de artistas andaluces. Es sin duda un paso atrás", opina, antes de añadir que "muchos de los artistas jóvenes son en cierto sentido embajadores de la cultura andaluza fuera de nuestra región, se merecen un respaldo por parte de la Administración".
El aprecio que el artista jerezano afincado en Sevilla tiene al proyecto no le impide ver que el espacio, una antigua iglesia habilitada para exposiciones, era incómodo. "No era apta para algunos proyectos expositivos. Tenía inconvenientes, como que no se podía hacer un solo boquete en la pared, y si no haces videos o instalaciones no tenías nada que hacer allí", revela. José Miguel Pereñíguez también admite que era "un espacio complicado, bastante alejado de la sala neutra al uso, pero al que se le ha sabido sacar partido, lo que dice mucho de quienes han expuesto allí". Con el cierre, lamenta Pereñíguez, "se pierde la oportunidad de dar a las iniciativas del programa Iniciarte una visibilidad lógica y conveniente, la ocasión de ver cómo se desarrolla un programa de exposiciones que comenzaba a diversificarse y a crear su propio perfil".
¿Qué vida aguarda a Iniciarte más allá de Santa Lucía? La intención del consejero de Cultura, Paulino Plata, es que las actividades del programa continúen en la sede del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), en el Monasterio de la Cartuja. Sema D'Acosta recuerda que "ya durante la época de José Antonio Chacón en la dirección del CAAC hubo un espacio específico para gente joven llamado Zona Emergente, cuya responsable era Margarita de Aizpuru. Aquello funcionó con frescura y se hicieron exposiciones interesantes, como una de María Cañas sobre la bandera de España que dio mucho que hablar. Y durante la época de Lebrero se han realizado también proyectos específicos de gente joven en la Cartuja (MP&MP Rosado, Jesús Zurita, Jorge Yeregui, Juan del Junco, Jesús Palomino, Simon Zabell…) con acierto y normalidad".
El cambio de localización podría ayudar, en todo caso, a enmendar algunos fallos en la planificación anterior, sugiere D'Acosta. "A mi entender lo más flagrante de Espacio Iniciarte en Santa Lucía era que no tuviera una cabeza visible que comandara la nave hacia algún sitio, una eventualidad que obligaba a preparar exposiciones sobre la marcha con poca antelación y mucha desconexión entre ellas. En Andalucía hay comisarios y críticos muy preparados que pueden cubrir ese cargo con eficiencia, imaginación y profesionalidad. Gente como Iván de la Torre Amerighi, que está empapado más que nadie de todo lo que ha ocurrido en el arte contemporáneo de Andalucía en los últimos diez años".
Pero, en general, el traslado al Monasterio de la Cartuja despierta suspicacias. Juan Carlos Robles cree que "ya es suficiente alojar allí la Biacs. La programación del CAAC pertenece a su director. Y no es inteligente reducir los espacios de reflexión, que son los que crean ciudad", declara. María Cañas tampoco apoya la mudanza. "Iniciarte acogía y promovía principalmente la producción artística centrada en tendencias emergentes (especialmente andaluzas) a nivel nacional e internacional. Entiendo que el CAAC tenga unas miras expositivas más internacionales y no pueda asumir la producción y difusión del arte andaluz actual con la misma intensidad".
Juan del Junco advierte que ya los responsables del CAAC tienen "bastantes problemas" sobre "cómo mantenerlo"; Pereñíguez observa que el recinto "no anda sobrado de espacio ni de medios". Los datos confirman esta impresión: el espacio ha pasado de contar con seis millones de euros de presupuesto a disponer de menos de cinco. A Del Junco le sorprende que un centro como ése, del que "cualquier ciudad del mundo se sentiría orgullosa", esté "tan alejado de la realidad social sevillana" que "cuando un autobús de Tussam efectúa una parada en su puerta la anuncian como Helipuerto. Suena a risa".
Entre los desafíos de la nueva coyuntura de Iniciarte estaría la gestión responsable de los fondos. "La comisión que decidía las ayudas apoyó algunos proyectos que veían interesantes y se equivocaron, porque no han funcionado como se esperaba. Confiaron en ideas que no han ido a ningún sitio", valora D'Acosta. "Todo el mundo puede errar, pero la paradoja es que esos mismos que hacen naufragar proyecto tras proyecto son los que con más ahínco piden subvenciones. Piensan primero en la subvención y luego en qué pueden hacer con ese dinero. En Europa el funcionamiento es el contrario: primero es la idea y luego, si es buena, se la apoya mínimamente".
Juan del Junco estima que son necesarias las ayudas para fomentar el ámbito de la creación, pero matiza que "eso sí, con cabeza y con rigor, eso de gastarse la pasta en hacer delantales, chocolatinas e impermeables me parece un despilfarro". Sobre el apoyo institucional, Pereñíguez se muestra prudente. "No es saludable cargar excesivamente sobre la Administración el patronazgo de una determinada industria cultural. Lo que se haga desde los poderes públicos debe corresponderse, en una situación ideal, con el aprecio y el respaldo que el resto de la sociedad civil manifieste hacia esa actividad creativa. Queda mucho para alcanzar esa situación ideal, lo cual exige esfuerzos a todas las partes".
En este escenario, Juan Carlos Robles apuesta por "construir estructuras para no perder a los jóvenes que se van a crecer al exterior. Deben irse y aprovechar las becas universitarias, pero deben a la vez sentirse pertenecientes a un contexto cultural activo". La falta de políticas adecuadas puede provocar la marcha de los creadores andaluces. "Ya viví dos momentos migratorios: el obligatorio de los sesenta, en mi niñez, y el voluntario más tarde, por imperativo cultural. Creíamos que la cosa estaba cambiando con la ampliación de estructuras culturales, pero", asegura, "estas se desvanecen por capricho político. Y estamos hablando de estructuras básicas".
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