“Lo hemos dispuesto todo para que el visitante se sienta cómodo”
Moisés Roiz. Director de Caixafórum Sevilla
La venta de entradas por franjas horarias para controlar mejor el aforo y la presencia de “mediadores culturales”, entre los cambios que adopta el centro en su reapertura
Tras el éxito de Faraón. Rey de Egipto, Caixafórum Sevilla invitó al público a otro destino evocador y fascinante, el París de finales del siglo XIX y principios del XX, que revivía la ambiciosa exposición El espíritu de Montmartre en tiempos de Toulouse-Lautrec. El coronavirus y el estado de alarma frustraron las expectativas, pero el centro reabrió este lunes las puertas con esa muestra y otra que ha conseguido mantener, Poéticas de la emoción. Moisés Roiz, director de Caixafórum Sevilla, explica las actuaciones que se han llevado a cabo para posibilitar el regreso de los visitantes.
–¿Qué medidas se han tomado para que la reapertura del centro sea segura?
–Uno de los principios que nos hemos marcado en la reapertura, no podía ser de otra manera, era velar por la salud de quienes vienen, pero queríamos hacerlo de manera confortable, que el visitante tenga la sensación de que hay mucha gente pendiente de él, de que se cumplen las condiciones, y que sólo tenga que preocuparse por la experiencia cultural. Además de los protocolos que exige la normativa, como que todo el mundo tiene que acceder al centro con mascarillas o que haya situados dispensadores de gel por todos lados, hay una persona a la entrada que se encarga de recibir al público. Queremos que sea una bienvenida, algo humano, no le decimos al visitante únicamente lávese las manos, le decimos que le estábamos esperando. Además hemos puesto en marcha una iniciativa que va a funcionar muy bien: nuestras entradas se van a vender por franjas horarias, para asegurar el control de aforo. Antes uno podía acercarse a cualquier hora, y eso volverá, pero ahora tenemos que garantizar que si alguien viene no esté incómodo por cuánta gente tiene a su espalda. El sistema de la franja horaria permite expedir sólo un número concreto de entradas y hará que los espectadores estén tranquilos.
–Pese a la complicada logística de las exposiciones, han podido prolongar las dos muestras que tenían...
–Ese aspecto me parece muy interesante para destacarlo. Nosotros funcionamos con un equipo centralizado que gestiona las exposiciones de los ocho centros, y en los ocho hemos podido mantener la programación que teníamos. Conseguir esto en medio de una pandemia es una proeza. Habría sido comprensible que a un coleccionista le entrara miedo y que quisiera recuperar su préstamo, o podía haberse quedado en el camino una obra cuando cerraron el espacio aéreo. No ha sido así. Una exposición como la de Toulouse-Lautrec mueve unas 300 piezas, muchas de ellas de instituciones internacionales. Llevaba sólo un mes cuando se declaró el estado de alarma y por suerte nos han permitido que continúe. A mí, El espíritu de Montmartre... me gusta mucho porque nos facilita viajar, ahora que no podemos hacerlo, a ese París bohemio de finales del XIX.
–Han mantenido Poéticas de la emoción porque dialoga con el momento presente.
–Sí. Le quedaban dos semanas cuando nos confinamos, pero pensamos que ahora, después de todo lo experimentado con el coronavirus, era un momento muy oportuno para reflexionar sobre cómo el arte había tratado las emociones. Todos hemos vivido una montaña rusa en estos días, y esta muestra refleja la variedad de estados de ánimo que podemos tener. Hoy, los colores de Miró encuentran otra dimensión. Es muy interesante volver a verla ahora.
–No se pueden hacer visitas de grupos todavía, pero habrá educadores en las salas.
–Nosotros creemos que la cultura es fundamental, que es un factor que transforma. Sin cultura no puedes tener un futuro, el ascensor social está en el conocimiento, y eso lo tenemos muy presente en la Fundación La Caixa. El año pasado recibimos en Caixafórum Sevilla a más de 4.000 grupos organizados de visitas comentadas, más de 82.000 personas en total. Ahora no podemos hacer grupos, pero no queríamos perder ese sentido nuestro, ofrecer alguna intermediación para que la cultura fuera más que ver una obra. Hemos establecido un servicio de mediación cultural en salas, para dialogar y conversar sobre la exposición, y que si alguien tiene una inquietud sobre una pieza, una duda sobre el contexto histórico, que pueda hablarlo.
–Ustedes siempre le han dado prioridad a la parte didáctica, a acercar el arte al público infantil. ¿La han reactivado?
–Nos haría muchísima ilusión recuperar esa faceta, que es muy nuestra. Resulta muy emocionante comprobar cómo los niños viven una experiencia así, cómo sienten el arte... pero todavía no es prudente. Hemos abierto sólo con las exposiciones, manteniendo también una programación on line, e iremos viendo, con naturalidad, cómo podemos avanzar, qué recomiendan las autoridades y qué demanda el público. Cómo podemos plantear actividades y reactivar programas, como el que teníamos de apoyo a los músicos locales. Nosotros no hemos anulado nada, lo hemos parado hasta que pueda volver. Esperemos que sea pronto.
–Tanto El espíritu de Montmartre... como Poéticas de la emoción continúan, pero ¿qué pasará con las muestras que iban a inaugurarse en este final de curso?
–Hemos tenido que cambiar alguna porque había mucho contenido táctil, como le ocurría a Talking Brains, que era muy interactiva. La muestra de Cristina García Rodero vendrá, pero no inmediatamente. Y en septiembre presentaremos una nueva programación que ya tenemos planteada. Ya contaremos. Los que nos conocéis sabéis que nos gusta presentarlo a lo grande.
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