"No quiero ajustar cuentas con ETA, sino combatir la desmemoria"
Lorenzo Silva. Escritor
Lorenzo Silva recrea la vida de los guardias civiles en el País Vasco en los años de plomo en su nueva novela de la serie de Bevilacqua
El subteniente de la Guardia Civil Rubén Bevilacqua acaba de dejar del estado de alarma en plena forma. Este personaje protagoniza su duodécima novela, El mal de Corcira, que ha publicado hace un mes la editorial Destino. El padre de la criatura, el escritor getafenseLorenzo Silva, ha iniciado con esta obra un nuevo ciclo. Por primera vez conocemos el pasado oculto del personaje, marcado por sus años en el Norte, en las unidades que trabajaron en la lucha antiterrorista y terminaron derrotando a ETA.
El mal de Corcira es distinto a los libros anteriores, no sólo porque ahora la narración no es lineal sino que está salpicada de flashbacks. También es el libro más extenso de la que puede decirse que es una de las series más consolidadas de la novela policíaca española. Es, sin duda, un libro del personaje, de Bevilacqua, en el que el pasado que lo moldea está por encima de la trama criminal que sirve de eje al libro.
"Es cierto que a Bevilacqua siempre lo vemos en presente. Había un flashback mínimo en La marca del meridiano, sobre su anterior paso por Barcelona. Y también en la novela anterior, Lejos del corazón, hay algún guiño porque se encuentra con Álamo (el que fue su compañero en el País Vasco, ahora metido en la lucha contra el narcotráfico en el Campo de Gibraltar), pero todo estaba lleno de sobreentendidos. No conocíamos más que por pequeños ecos lo que vivió en Barcelona, que sigue sin contarse. Y tampoco conocemos su infancia en Montevideo y la historia de su padre. Es un personaje que tiene muchas capas bajo el agua", explica el autor.
Todas esas capas se irán desvelando en los próximos libros. Esta vez tocaba la historia del País Vasco, que Silva siempre tuvo en mente. La primera novela de la serie, El lejano país de los estanques, fue escrita en 1995, aunque se publicó en 1998. "Desde entonces yo tengo en la cabeza que Bevilacqua ha tenido su formación en el País Vasco".
Tendría que pasar un cuarto de siglo para que asistiéramos a la apertura en canal de un personaje, como le ocurre a la gran mayoría de los guardias civiles que pasaron por el Norte, marcado por esta experiencia. Dice el autor que en parte ha tardado precisamente porque los guardias se suelen cerrar en banda y no hablan de estas vivencias con facilidad. Le costó, por tanto, obtener la información. "Es un rasgo biográfico que imprime carácter. Tenía las coordenadas generales de lo que había supuesto la lucha antiterrorista para quien pasó por ella, pero me faltaba mucha información. La gente que la ha vivido no suele explayarse. Ahora todavía sí, pero hace unos años es que ni siquiera se podía".
Con el paso de los años fue interesándose por la vida de los guardias civiles en el País Vasco. "No he tenido prisa, y me alegro. Necesitaba averiguar muchos más detalles, y también pensaba que era bueno acercarse a este periodo cuando ETA ya no existiera. Las historias se cuentan mejor con cierta distancia, no con la inmediatez que hablamos de una herida que aún está sangrando. Hemos tenido la suerte de ver la disolución de ETA. La herida ya no sangra. ETA ya no puede matar, y por eso no mata".
Cuenta Silva que el proceso de elaboración del libro fue parejo al de Sangre, sudor y paz, una obra que relata la historia de la Guardia Civil frente a ETA que coescribió con el coronel Manuel Sánchez Corbí y con Gonzalo Araluce. La profusa documentación incluida en este volumen le sirvió a Silva para ir trabajando en El mal de Corcira. Paralelamente, siguió obteniendo información de entrevistas, comentarios y anécdotas que no cabían en un libro de historia pero sí tenían un buen encaje en un libro de ficción.
Por ejemplo, los pisos en los que vivían hacinados los guardias en Intxaurrondo, donde se hacían turnos para ir a unos cuartos de baño donde los retretes eran de color rosa porque a la Dirección General le había salido más barato comprar todos del mismo color. "Estuve en esos pisos. No llegué a pasar la noche en ellos, pero los visité", cuenta el escritor.
Pero la concepción y preparación del libro es muy anterior. "Dicho así igual suena mal. Me cuesta mucho preparar los libros. Llevo más de veinte años preparando este. Cuando empecé a trabajar para Sangre, sudor y paz empecé a trabajar en paralelo en la novela, porque la ficción permite ahondar más en las historias. Cuando tuve el material me salió en torrente. Entre noviembre y febrero lo había terminado, aunque casi que esos tres meses me dediqué a ello en exclusiva. Salió con mucha fluidez".
También habló con algún ex miembro de ETA, al que el libro "le ha gustado y lo está recomendando". Silva explica que, hasta donde sabe, el libro se está vendiendo mucho en el País Vasco. "Y desde la primera semana. A veces tenemos muchos prejuicios. La sociedad vasca es más plural de lo que nos creemos. ETA nunca tuvo un apoyo superior a un quinto de la población".
Obviamente, añade el autor, "el relato no es complaciente con una organización que consintió en hacer cosas para mí absolutamente impensables, pero tampoco quiero hacer un ajuste de cuentas". "Ya lo ha hecho el estado de derecho, y quien tiene algo de lo que responder ya lo está haciendo. Como narrador no me dedico al ajuste de cuentas, sino a combatir la desmemoria". Tampoco huye de la crudeza, porque "la crudeza es parte consustancial de la historia".
La novela relata una serie de operaciones antiterroristas que, aunque ficcionadas, están todas basadas en hechos reales. Lugar destacado tiene la detención de Henri Parot (en el libro rebautizado como François), apresado tras un tiroteo a la entrada de Sevilla en abril de 1990. "Quien conozca bien la historia sabe que las operaciones de la novela están todas inspiradas en operaciones reales. Cambio nombres porque no quiero hacer un reportaje. Pero el de Henri Parot fue así. Era uno de los terroristas más peligrosos. Estaba fuera del radar de la Policía y la Guardia Civil. Y al final lo cazaron, coloquialmente hablando, dos guardias de pueblo de Sevilla. Como para que alguien los subestime. Y lograron detenerlo vivo, porque coserlo a balazos es perder toda la información que pudiera dar. Una de las operaciones más brillantes de la historia de la lucha antiterrorista la hicieron dos guardias de pueblo de Sevilla. Esto dice que no sólo hace falta tener grandes unidades de élite sino también mucha gente sobre el terreno atenta, espabilada y con temple".
Bevilacqua tiene también un proyecto con Globomedia para hacer una serie de televisión. "La idea es desarrollar una serie con algunas novelas de Bevilacqua, que se ha retrasado un poco por todo esto de la pandemia, pero el acuerdo se mantiene y la idea es explorar este formato, que me interesa aunque a veces pueda ser repetitivo. Y sobre todo en la televisión no tiene uno la libertad que tiene en la literatura. Pero puede llegar a personas que no van a leer los libros".
Puede decirse que el libro es el más profundo de la serie por todo el pasado oculto, la narración no lineal y la extensión del mismo, que esta vez ha superado las 500 páginas, algo inédito en las novelas de la pareja de guardias civiles (el libro se centra tanto en Bevilacqua que apenas hemos hablado de Chamorro). Pero también hay un rasgo que habla de esa complejidad. Silva suele recrearse en lo que leen sus personajes o en las series y películas que éstos ven, que los lectores pueden tomar incluso como recomendaciones. Aquí Bevilacqua lee a Tucídides, de donde viene el título, y a autores del mayo del 68 francés que formaron parte de la construcción ideológica de ETA.
"En la cabeza humana caben todos los estímulos. En este caso, la historia es muy compleja, la del terrorismo de ETA, como cualquier fractura dentro de la sociedad que conduce al enfrentamiento y al homicidio. Detrás de eso hay una ensalada bastante compleja, que los clásicos y algunos pensadores contemporáneos ayudan a iluminar. Tucídides es quien mejor ha contado los enfrentamientos humanos, tomando como referencia la de Corcira. Y el mayo del 68 está detrás del ideario de la ETA: No es que los culpe a ellos, pero sí que se entiende por qué una organización terrorista tuvo éxito hasta los años noventa. No fue por casualidad, sino porque tenían una construcción ideológica detrás, más revolucionaria que nacionalista, que les permitió montar ese entramado".
Sin embargo, hay una reflexión brutal en la novela. Los terroristas que salen de la cárcel terminan viviendo casi en la indigencia. "Me lo dijo algún amigo vasco. En Madrid veis el telediario y la fiesta que se le hace cuando sale, pero al día siguiente amanece y tiene que acabar viviendo casi de la caridad. Es el fracaso del gudari, que se ha pasado media vida en la cárcel pero ve que sus vecinos que no dieron ese paso tienen un chalé, mientras ellos duermen en un dormitorio en casa de su madre".
Un pasaje de la novela tiene un punto de visionario. Es un momento en el que el teniente general viene a decir que al ministro le da la información justa sobre las operaciones abiertas. Eso, obviamente, fue escrito un par de años antes de la pandemia, pero encaja perfectamente con el caso del informe del 8 de marzo y la propagación del coronavirus.
"No es ser visionario, recojo algo que ha pasado más de una vez. Cuando a Rajoy le detuvieron a cinco alcaldes en la Púnica, se enteró esa misma mañana. Nadie le avisó, ¿cómo vas a avisar a alguien de que van a detener a miembros de tu partido?. Como policía gubernativa, para disolver una manifestación, la Guardia Civil sí está a las órdenes de las autoridades políticas, pero como Policía Judicial tiene que estar a las órdenes del juez y sólo rinden cuentas ante ellos. Tan es así, que aunque ha habido muchas idas y venias, lo que ha sucedido es que el ministro (Marlaska) ha dicho que no quiso dar instrucciones. Él es juez también y sabe que las cosas son así".
Silva fue "uno de los pocos españoles masoquistas" que se leyó el informe de la Guardia Civil sobre el 8M. Dice que si lo hubiera hecho Bevilacqua "quizás habría sido algo más sobrio", pero admite que un informe muy extenso sobre un asunto complejo puede contener errores, sin "mala fe", aunque haya gente que la aprecio. "Hay quien lo ha criticado con mucha ligereza. Y se coge un informe policial según nos interese. Se dice que es muy bueno o que es una puta mierda. Al final lo que vale es el auto del juez, que es donde se decide algo y en este caso se decidió el archivo".
Bevilacqua anda por los 54 años y le quedan pocos ya para jubilarse. Silva no tiene la intención de hacerlo de momento. "Le quedan por lo menos cinco años, y ahí hará cosas y las contaremos".
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