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GANADERÍA: Toros de Juan Pedro Domecq, terciados, varios anovillados, y alguno sospechoso de pitones. El cuarto, Comendador, número 134, de 482 kilos, castaño, noble, pero flojo, fue indultado. TOREROS: Enrique Ponce, oreja tras aviso y dos orejas simbólicas tras aviso. José María Manzanares, palmas y dos orejas. Eugenio Pérez, vuelta tras aviso y silencio tras aviso. INCIDENCIAS: Plaza de toros de Alicante. Tres cuartos de entrada.
El diestro valenciano Enrique Ponce paseó dos orejas simbólicas del cuarto toro de la tarde en Alicante, después de que el palco ordenase el indulto del ejemplar, pese a que anteriormente se resistió e indicó al de Chiva que estoquease al Juan Pedro. Ponce siguió toreándole en una faena larga, hasta llegar a los quince minutos de metraje, provocando el delirio colectivo y, finalmente, la petición de indulto para un ejemplar al que se simuló la suerte de varas. El toro, que en los primeros tercios y compases de faena presentó las fuerzas justas, terminó rompiendo en la muleta de Ponce con una embestida enclasada.
La faena del valenciano fue de menos a más, dándole distancia en las primeras series, a media altura. La faena creció en intensidad cuando el de Chiva se echó la muleta a la zurda y se encajó con el toro, consiguiendo las tandas más meritorias. Tras el final de faena con muletazos por bajo y personales adornos, estalló el delirio en el coso de Alicante, que terminó con el perdón de la vida del de Juan Pedro y con Ponce paseando dos orejas simbólicas tras aviso. Otra cortó del primero, un ejemplar manejable de Juan Pedro Domecq, justo de raza, con el que ha protagonizado una faena técnica y de largo metraje, basada fundamentalmente en el pitón derecho. Al toro le costaba más por el izquierdo y Ponce desistió rápido del toreo al natural. Sobre la mano diestra, sin excesivas apreturas, Ponce estuvo correcto y aseado, con un toro al que le faltó continuidad y transmisión en los tendidos.
José María Manzanares cortó las dos orejas del quinto, un ejemplar anovillado y con transmisión, sin fijeza en los primeros tercios y al que tampoco se castigó en varas. Manzanares salió con muchas ganas desde el saludo de capa y lo intentó en los primeros compases por el pitón derecho, algo acelerado. Por el pitón izquierdo puso ganas hasta que al final el toro rompió y llegaron los mejores momentos, que coronó con un espadazo sin puntilla.
Manzanares, ante el otro toro, un ejemplar inválido desde el saludo, se estrelló. Sólo pudo abreviar tras intentar mantenerlo en pie infructuosamente.
Eugenio Pérez dio una vuelta al ruedo tras estoquear al tercero, un toro manejable pero sin raza ni fuerza, con el que estuvo bullidor y buscando el aplauso de los tendidos. Salió con ganas el joven diestro local, saludando al toro por verónicas y chicuelinas y ejecutando otro quite. En la faena de muleta, tras intentarlo de manera discontínua con el toreo fundamental, Pérez centró parte de su labor en guiños al tendido, molinetes, desplantes y series de rodillas, que gustaron al tendido. Con el sexto, un ejemplar parado y sin raza, lo intentó con ganas, pero el público no conectó con su labor.
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