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Las expectativas no podían dejar de ser altas: 321 días en Míchigan, el debut en el largometraje de Enrique García, es la primera producción rodada en Málaga, dirigida por un malagueño y con un reparto malagueño, que llega a la Sección Oficial en los 17 años de historia del Festival de Málaga. Y lo cierto es que las sensaciones tras la proyección de ayer fueron más que positivas: tanto el pase como la rueda de prensa posterior fueron cerradas con ovaciones. Y sí, traspasado eso que llaman el ecuador del festival, y visto lo visto hasta ahora, no resultaría descabellado, ni mucho menos, considerar que algo (bastante) de 321 días en Míchigan huele a Biznaga. Habrá que esperar al fallo del jurado, claro, para comprobarlo. De momento, y por si acaso, Fernando Méndez-Leite, responsable de la Sección Oficial, dejó claro que el hecho de que se trate de una película malagueña "no ha pesado en absoluto a la hora de incluirla entre los largometrajes a concurso".
La película es una tragicomedia carcelaria que, tal y como apuntó ayer García, intenta "romper con todos los clichés que abundan respecto a la cárcel". Y para ello mete al espectador en los muros de una prisión durante cien minutos con el fin de contar una historia de redención. Antes, el director había roto sus propios clichés al rodar su cortometraje Tres razones en la prisión de Alhaurín de la Torre. Y su idea era continuar el proyecto rodando 321 días en Míchigan en el mismo centro penitenciario; sin embargo, la revocación del permiso obligó a dar un giro y finalmente el rodaje se realizó, en su mayor parte, en la antigua y abandonada prisión provincial de la capital malagueña. La magia del cine obró su hechizo y lo cierto es que algunos pensaban ayer tras la proyección que la película se había rodado ciertamente en Alhaurín.
321 días en Míchigan cuenta la historia de un joven y brillante ejecutivo que termina entre rejas tras cometer un delito financiero. Con tal de evitar tal mancha en su currículum, desarrolla un plan para convencer a todo el mundo de que se marcha a cursar un Master a la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, lo que termina siendo una excusa, narrativamente hablando, para que Enrique García sirva en bandeja diversas historias que dan, en conjunto, una visión desmitificadora de la vida en prisión: "En la cárcel, por ejemplo, a nadie le importan los motivos por los que los demás están allí. Cada uno intenta vivir su vida, con días mejores, con días peores, con ilusiones y con decepciones. Nosotros creíamos que esas historias podían llegar a la gente, por eso hicimos la película".
El reparto cuenta con un ramillete de actores bien conocidos por la escena malagueña: por ahí desfilan Chico García, Virgina DeMorata, Héctor Medina, Virginia Muñoz, Salva Reina, Juanma Lara, Rafael Castillo, Aníbal Soto, Homero Rodríguez, Carmen Baquero, Miguel Guardiola, José Vera y otros muchos. Y es que los secundarios son el verdadero punto fuerte de una película coral hecha a base de contrastes emocionales, cuya afección por el público parece previsible. El productor José Carmona señaló ayer que, por el momento, la película ha recibido ofertas de "dos o tres distribuidoras", si bien no se señalará la fecha de estreno "hasta que veamos las reacciones del Festival de Málaga". Otros países como Argentina, México y Grecia también se han interesado por el filme. Larga vida, entonces, a Míchigan.
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