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En el año 2010, con motivo del 25 aniversario de la revista Scherzo, el pianista Javier Perianes y el Cuarteto Quiroga ofrecieron su primer concierto juntos. En programa el Quinteto de Schumann y una obra de Josep Soler escrita específicamente para la ocasión. "Fue el principio de una relación musical y personal de enorme complicidad", dice el pianista onubense, "una especie de flechazo artístico, musical y personal", apuntala Cibrán Sierra, segundo violín del conjunto. Esa complicidad se ha saldado ya con una primera grabación para el sello Harmonia Mundi, un CD que reúne obras de dos grandes compositores españoles, Enrique Granados y Joaquín Turina.
En marzo se cumplen los cien años de la trágica muerte de Granados en el Canal de la Mancha, cuando el barco en el que viajaba con su esposa, el Sussex, fue torpedeado por un submarino alemán. El músico leridano aún no había cumplido los 49 años, pese a lo cual, para Perianes "ocupa un lugar capital en la música española, muy especialmente para los pianistas, por su ingente producción y por creaciones que han trascendido al pianismo nacional para convertirse en obras del circuito internacional como Goyescas". Sierra lo considera "una figura irrenunciable y central, por su singularidad, aunque no tenga esa personalidad sinfónica apabullante de Falla o esa omnipresencia dentro del panorama español de la que ha disfrutado siempre Albéniz. Su voz era mucho más intimista, una voz en la que triunfa lo pequeño, el detalle. Es mucho más minimalista que un Falla en su expresividad, pero igualmente potente en esa capacidad expresiva".
La vinculación con el Romanticismo europeo se establece precisamente a través del espacio íntimo, de la pieza para piano de formato pequeño, lo que llevó a Massenet a llamarlo el "Grieg español". "Casals lo llamaba en cambio nuestro Schubert", comenta Perianes. "Yo diría que el buen gusto melódico y su música, directa y de gran capacidad emotiva, sitúan a Granados en la órbita de compositores con los que tenía gran afinidad como Chopin, Schumann, Schubert o el propio Grieg". "Ocupaba una posición central para entender el espacio que quedaba por recorrer entre España y el resto de la música nacionalista en la Europa de su tiempo. La lástima es que muriera tan joven", añade Sierra.
Relacionar a Granados con Turina en este primer álbum conjunto supone para el Cuarteto Quiroga "una forma perfecta de empezar a solidificar nuestra relación. Somos cinco músicos españoles haciendo música española. Además son obras que tienen mucho más interés del que tradicionalmente se les ha otorgado en la tradición interpretativa o en el repertorio. Obras muy distintas entre sí. Y en el caso de Turina muy distinta a aquella con la cual solemos relacionar al músico sevillano". En realidad, aparte la nacionalidad de sus autores y la tonalidad común (sol menor), casi nada vincula a estos dos quintetos, separados por sólo 10 años. En palabras de Javier Perianes: "Hablamos de dos mundos diferentes. El Quinteto de Turina es más sesudo, más cercano a los postulados estéticos de Franck y de la escuela francesa imperante en aquel momento, mientras el de Granados es más fresco, quizás menos elaborado, lleno de momentos diría que casi improvisados e inspirados con alguna que otra pincelada española. En Turina acaso sólo sea posible encontrar rastros de color andaluz en su segundo movimiento".
La historia es bien conocida: tras el estreno en París el 6 de mayo de 1907 de este su Quinteto Op.1, Joaquín Turina se reunió con Falla y Albéniz, que le recomendaron que se olvidara de la escuela de Franck y escribiera música en estilo español. De cualquier modo, para Cibrán Sierra, "Turina no puede ocultar su procedencia incluso en esta obra, hija de la Schola Cantorum, del movimiento cíclico, franckiana; lo que ocurre es que ahora ese color español se filtra, a través de algunos giros modales, en algunos momentos de los movimientos segundo y tercero, pero sin pretenderlo el autor. En sus obras camerísticas posteriores ya hay una voluntad decidida de presentar el material folclórico como protagonista esencial del discurso musical. Aquí no la hay. Esta es una obra muy complicada, todo ese entramado cíclico está muy bien hilvanado, es muy ambicioso y está muy bien logrado por su claridad y su limpieza. Está tan bien hecho que tocarla es un auténtico placer, y a nosotros nos parece de grandísimo valor para comprender la dimensión y la categoría de Turina como compositor, pero también como pianista, porque la parte de piano es fabulosa y muy difícil". Una pieza extraída de Las musas de Andalucía Op.93 (1942), Caliope, completa el disco con ese carácter más típico de la música turiniana, el vinculado con el nacionalismo español.
A finales de este mes de enero, Perianes y el Quiroga presentan el disco en Madrid y Barcelona y próximamente lo harán en el Wigmore Hall de Londres y en Holanda. "Esperamos llevarlo también pronto a América. Ojalá no sea el último disco que grabamos juntos, pues más que un cuarteto colaborando con un pianista tenemos la sensación de formar un auténtico quinteto", comenta Cibrán Sierra, que se muestra esperanzado con las últimas generaciones de músicos españoles: "La crisis ha ayudado en ese sentido: cuando las chequeras no eran tan voluminosas, de repente hemos mirado lo que había aquí para darnos cuenta de que en realidad estaba muy bien. Las instituciones deberían valorar que hay mucha gente haciendo cosas muy interesantes".
El Cuarteto Quiroga mantiene su residencia en el Museo Cerralbo de Madrid, donde prepara para este año alguna grabación más con el sello Cobra, que "nos permite elegir proyectos con total libertad, diseñarlos como queremos y hacer que el resultado sonoro sea fiel a nuestra personalidad".
Por su parte, Perianes no para con Harmonia Mundi y anuncia la salida inmediata "del trabajo recientemente grabado con Estrella Morente, dedicado a Falla y Lorca, y después irán Bartók junto a la Filarmónica de Múnich y Pablo Heras-Casado, Ravel con Josep Pons y la Orquesta de París y un álbum dedicado a Schubert que saldrá al mercado en 2017".
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