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"Encontrarse con la realidad nunca debería ser un drama para un reportero"

María Isabel Cintas Guillén. Catedrática de Lengua y Literatura

La gran experta en la obra del sevillano reclama la creación de una fundación para gestionar su legado y avanza la publicación de un reportaje sobre la defensa de Madrid fechado en 1938, ahora con prólogo de Muñoz Molina

La catedrática y biógrafa de Chaves Nogales María Isabel Cintas Guillén, ayer, en la Plaza Nueva, momentos antes de la entrevista.
Francisco Camero / Sevilla

21 de octubre 2011 - 05:00

María Isabel Cintas Guillén trabajó durante siete años en su tesis doctoral, una indagación en torno a un periodista cuya existencia no conoció hasta que Rogelio Reyes Cano la puso sobre su pista. Fue un proceso "duro, solitario, a veces frustrante", y justo cuando acabó, recuerda ahora esta catedrática de Lengua y Literatura, se dio cuenta de que "no había hecho nada". Empezó -continuó- entonces una concienzuda investigación que supera ya las dos décadas, en las que no ha tenido más apoyos que el que le brindó modestamente la Diputación Provincial. El Premio Antonio Domínguez Ortiz de Biografía de este año, que le concedió la Fundación Lara por Chaves Nogales. El oficio de contar, y que presentó ayer, viene a subrayar una rigurosa y apasionada trayectoria que la ha convertido en la estudiosa de referencia del periodista y escritor (Sevilla, 1897 - Londres, 1944).

Ella es la pionera, la gran responsable del proceso de recuperación para el público general del autor de Juan Belmonte, matador de toros, A sangre y fuego, El maestro Juan Martínez que estuvo allí, La ciudad o La agonía de Francia, después de tantos años en los que apenas había ediciones disponibles de la obra de Manuel Chaves Nogales. Gracias a la dedicación de Cintas Guillén, pronto llegará a las librerías otro de esos reportajes de largo aliento, publicados en su momento por entregas, que a tantos lectores han cautivado ya. En esta ocasión se trata de un texto sobre la defensa de Madrid durante la Guerra Civil, que vio la luz en 1938 en el Evening Standard londinense y en una revista mexicana. En la edición del libro, que está ya en la imprenta y aparecerá en el sello Renacimiento con un prólogo de Antonio Muñoz Molina, alcanzará "unas 150 páginas".

-De un tiempo a esta parte, Chaves Nogales está en boca de muchos y muy diversos escritores, del propio Muñoz Molina a Andrés Trapiello, de Juan José Millás a Aquilino Duque, por ejemplo. ¿En qué los pone de acuerdo Chaves Nogales?

-Hoy estamos en la misma onda de Chaves Nogales. Defendemos la democracia, el parlamentarismo, el diálogo, la libertad del individuo por encima incluso de religiones... Eso en 1936 era duro de aceptar. E incluso después. Y lógicamente durante el franquismo. Su pensamiento fue incomprendido por la inmensa mayoría en su tiempo: en momentos de dureza y enfrentamiento se exigía tomar partido, y él era contrario a los excesos de los dos signos. Por eso sufrió ese olvido. Pero hoy estamos a salvo de esas descargas políticas tan fuertes, y podemos hacer de sus ideas nuestra bandera.

-¿Cómo vivió él, en el plano personal, el hecho de ser denostado por unos y otros?

-Yo creo que no lo vivió mal. Era un hombre conocedor de la realidad, uno de los periodistas españoles que más habían viajado, conoció el fascismo en Italia y Alemania y la Revolución rusa y sus consencuencias; conocía las reacciones de la gente en esas coyunturas. Para un periodista, encontrarse con la realidad nunca debería ser vivido como un drama. A el le costó el exilio, como a todos los españoles tuvieron que hacerlo. Abandonó una situación de absoluto bienestar económico: era director del diario Ahora, llevaba una vida cómoda y familiar... y tuvo que irse a Francia y partir de cero, porque su familia y él se fueron al exilio con lo puesto, y después a Inglaterra, y lo mismo: otra vez de cero. Y logró tener agencia de noticias propia [Atlantic Pacific] en Fleet Street, que entonces era el centro de la información mundial. Vivió con gozo todas las etapas de su vida, porque en todas fue capaz de entender la realidad.

-Hizo un periodismo infrecuente en su época, y quizás también ahora. ¿Cuáles fueron sus referencias?

-Su padre, Manuel Chaves Rey, redactor jefe de El Liberal y cronista oficial de la ciudad de Sevilla. Acompañaba a su padre desde muy joven, desde los 12, 13 años estuvo en contacto con la realidad periodística. Su escuela fueron las propias redacciones. Y tenía otro antecedente: su tío José Nogales había sido director de El Liberal, aunque murió muy pronto y fue más un referente de oídas en la familia. Cuando murió su padre, Chaves Nogales ocupó su lugar. Pero Sevilla no le atraía especialmente por ser una ciudad anclada, más que en el pasado, en sí misma. Él estaba pendiente de un periodismo más europeo. Se fue a Córdoba e inmediatamente después a Madrid. Allí llegó muy joven pero con mucha experiencia y con un libro publicado [La ciudad] y con otro a punto de salir [las Narraciones maravillosas... de 1934]. Y ya no paró. En Fleet Street, él era el encargado, a través del Ministerio de Exteriores de Inglaterra, de contar la Segunda Guerra Mundial, y también la situación española, a los países su-damericanos. Ejerció un periodismo universal.

-Su relación con Sevilla fue crítica...

-Y magnífica. Le encantaba Sevilla. A pesar de que se fue muy joven, siempre la añoró, y siempre que podía volvía. Su relación fue crítica, lo podemos ver en La ciudad, fue analítica, pero muy comprensiva. Y su ironía, su visión gozosa de la vida, eran sevillanas, e impregnaban todos sus libros: en Belmonte, matador de toros, en El maestro Juan Martínez que estaba allí...

-Hace poco naufragó por la falta de apoyo del Ayuntamiento el proyecto de la Fundación Cansinos Assens. Ante esta coyuntura precaria, ¿qué fórmula considera más apropiada para gestionar su legado?

-Llevo mucho tiempo pensando en ello. Incluso la he llegado a preinscribir: Fundación Manuel Chaves Nogales para el Periodismo Escrito, así se llamaría. Con Juncal, la hija de Chaves a la que él nunca conoció, trabajé un tiempo pero ella enfermó y murió. Eso me ha detenido. Porque es necesario que la familia se implique. Y Pilar, la única hija suya viva, de 91 años, no está muy por la labor. Yo estaría dispuesta a hacerlo incluso sin dinero. Hay muchas cosas que se pueden hacer sin dinero.

-¿Quedan muchos trabajos de Chaves Nogales por descubrir?

-Quedan, sí. Atlantic Pacific llegaba a toda América Latina en colaboración con Reuters. Yo he encontrado cosas suyas en Chile, en Canadá (donde hay editados libros suyos), en Estados Unidos... en tantos sitios. ¡Hasta en periódicos de Nueva Zelanda publicó! Hay mucha producción. Pero yo he hecho mi investigación casi sin ayudas, apenas la de la Diputación. He llegado hasta donde he podido.

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