REAL ORQUESTA SINFÓNICA DE SEVILLA | CRÍTICA
Pasión juvenil y técnica
'El plan'
El actor Chema del Barco conserva en su memoria un puñado de episodios felices vinculados a su carrera, desde el estreno –cuando apenas empezaba– de un Don Quijote en el New York City Center a los triunfos que protagonizó de la mano de Juan Dolores Caballero y Teatro del Velador, obras como Las gracias mohosas o La cárcel de Sevilla. Ahora, el jiennense afronta un nuevo hito en su trayectoria: este viernes estrena El plan, adaptación al cine de la obra homónima de Ignasi Vidal que dirige Polo Menárguez y que reúne a Del Barco con Antonio de la Torre y Raúl Arévalo. "Es mi papel más destacado en una película", reconoce este intérprete que no obstante había aparecido en unos cuantos largometrajes como Poniente, Miel de naranjas o Petra.
En la película, Del Barco retoma el personaje que ya había encarnado en el escenario, Ramón, en apariencia el más conciliador y reflexivo de los tres amigos protagonistas. ¿Qué ha cambiado en el trasvase al cine? "La psicología es la misma", aprecia el actor, "pero, claro, es diferente dirigirte a un auditorio con 800 personas que rodar en una habitación con una cámara: el tono, el volumen, la gestualidad no pueden ser iguales", explica el actor, que no obstante ve esta adaptación "como el cierre del círculo. Empezamos interpretando esta obra en La Pensión de las Pulgas, en un espacio pequeño concebido para unas 30 personas. Es como si el material recobrara la cercanía de los inicios", argumenta.
El plan, de cuya fotografía se encarga el sevillano Alejandro Espadero, arranca como una comedia sobre las verdades no reveladas que encierra toda amistad y va virando hacia un drama que reflexiona sobre "la masculinidad mal entendida. Por sus circunstancias, cada uno tiene una idea de la virilidad equivocada", señala Del Barco. "Polo tenía una obsesión al respecto: quería mostrar una realidad que tristemente existe, no quería justificar a los personajes ni demonizarlos, quería que los espectadores sacaran sus conclusiones", expone el intérprete sobre el enfoque con el que han abordado a estos tres guardias de seguridad en paro que reaccionan como gallos de pelea, con ira e impotencia, al desdén con que les trata el mundo.
Del Barco conocía "desde hace mucho" a sus compañeros de película, y de hecho participaba en algunas secuencias de Tarde para la ira. "Eran pocas, pero una de de ellas fue la última que se grababa, así que viví la fiesta de fin de rodaje, la emoción de ese momento", recuerda. "Y fue Raúl el que le dijo a Antonio, porque los dos tienen una relación de hermanos, que fuera a ver la obra de El plan", continúa un actor que quizás por proceder del mundo del teatro concede mucha importancia "a hacer equipo a favor de un proyecto. Yo me adapto a lo que se necesite. No sé, y tal vez no me interese, trabajar de otra manera".
El jiennense decidió dedicarse profesionalmente al teatro tras ver en su Villacarrillo natal una función de Flasch, un montaje de la compañía EsperpentoEsperpento que partía de textos de Karl Valentin. "A través de ellos supe que existía el Instituto Andaluz del Teatro, y decidí formarme en algo que hasta entonces no era más que una vocación que yo exploraba de forma amateur", cuenta Del Barco. La fortuna le confirmó pronto que no se equivocaba en su elección. "Me presenté al Certamen de Teatro Joven, y en el jurado estaba Juan Dolores Caballero. Y ahí empezó una colaboración que ha sido muy importante para mí", rememora.
Del Barco, un rostro habitual en numerosas series, El secreto de Puente Viejo, El Ministerio del Tiempo o La casa de papel, mantiene intacta pese a los años transcurridos la pasión por su oficio. Habla con entusiasmo de Ricardo III, la producción de El Pavón Teatro Kamikaze con la que anda de gira. "Que te dirija Miguel del Arco sobre un escenario es como si te llama Almodóvar para el cine", asegura sobre la versión "traída a nuestros días de forma exquisita" que proponen Del Arco y Antonio Rojano del texto de Shakespeare. "Hago nueve personajes y me cambio 13 veces de vestuario, pero está siendo una experiencia maravillosa. Seguiremos todo el año de gira con esta obra".
Se emociona igualmente con Los días de la nieve, la pieza de Alberto Conejero en la que Rosario Pardo revivía a Josefina Manresa, la viuda de Miguel Hernández, y que dirigía Del Barco. "La Diputación de Jaén nos reunió a los tres, a Alberto, a Rosario y a mí, porque los tres somos jiennenses, y porque el museo con los fondos de Miguel Hernández está en Quesada, donde nació Josefina. Querían recordar al poeta, cuando se cumplían los 75 años de su muerte, con una función, pero el montaje ha tenido mucha más vida luego. Desde 2017 se han hecho unas 100 representaciones, y en este tiempo la producción se llevó dos Premios Lorca, a la mejor actriz y al autor. Fue un proyecto que hice con mucha ilusión".
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