Edición más allá de la edición
Libros
El editor Pedro Tabernero publica 'Cartas a un editor' y 'Doble gozo', obras originales y exquisitas
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Sentimientos, caídas
Al catálogo de la colección Osimbo, que dirige el editor Pedro Tabernero, se han incorporado dos títulos que coinciden en un excelente trabajo de edición: Doble Gozo y el segundo volumen de Cartas a un editor. El primero consiste en una antología de poetas extraordinarios –Eliot, Keats, Cernuda o Valente-, con introducciones de Trino Cruz, Javier Salvago y Jorge Urrutia; el segundo, recoge una serie de dibujos y collages del pintor Jesús A. Pérez Castaños, con textos de Pedro de Tena, Manuel Moya, Gabriel Rodríguez Pascual y Antonio Sancho Villar.
“Pedro aún se aferra al color y hace del color una insignia personal, una razón de ser, un puerto de abrigo, una filosofía”, escribe el escritor y traductor Manuel Moya en su prólogo a Cartas a un editor. Y así es: el lector observa en estas publicaciones un criterio de edición que va más allá de la propia edición. Los libros a cargo de Pedro Tabernero son un artefacto de valor no sólo por sus ilustraciones y textos, también por el cuidado y la originalidad con que los edita. Pedro de Tena lo resume: “Pedro Tabernero (…) es un explorador que descubre temas, que sugiere textos a los escritores y que desvela talentos, algunos muy preciosos, para ilustrar lo que finalmente resulta ser un libro concebido como obra de arte, como objeto valioso en sí mismo en el que el valor supera siempre al precio”.
Los collages o dibujos del cántabro Jesús A. Pérez Castaños destacan por su imaginación y por su personalidad. Por una estética que contribuye a ese deleite que todo lector exigente espera. Entre estos trabajos nos encontramos con sellos cuyos protagonistas son, entre otros, Gabriel Miró, Francisco Villaespesa, Gregorio Marañón o el olvidado poeta Gabriel y Galán. Y muchísimos dibujos, entre la caricatura y el grafiti, aportando un aire de modernidad, de vida urbana. “Cartas habitadas por el prodigio”, define Manuel Moya.
Doble gozo es el décimo número de la colección Osimbo. Un título oportuno: entre sus páginas, apuntábamos, se reúnen hallazgos de la pintura de Juan Gómez Macías y poemas de autores consagrados, referentes de la literatura universal. Siguiendo el precepto horaciano que asemeja la pintura a la poesía, a lo largo del volumen conviven estas dos expresiones de la creación artística. Lo explica de manera magistral el poeta Javier Salvago en uno de los textos introductorios.
En un ejemplo de síntesis, sencillez expresiva y hondura conceptual, Salvago detalla las claves de Doble gozo. Para el autor, todo es poesía pero no todo es un poema. La poesía, citamos del texto de Salvago, puede estar en “la más alta montaña” o en el “más hondo y profundo sentimiento, desde el trallazo del rayo a la sonrisa de un niño”. “Todo ser vivo, todo objeto, toda cosa, todo espectáculo de la naturaleza (…) rezuma poesía”. No obstante, se precisa, no todo es un poema, pues este será un “arte-facto, construido generalmente con palabras y siguiendo unas reglas más o menos rígidas o flexibles, donde el poeta, con suerte, inspiración, oficio y talento, consigue atrapar una brizna de poesía”. Concluye Salvago en su prólogo que en este libro, Doble gozo, todo es poesía y poema. Pues la pintura de Gómez Macías “ha logrado atrapar unos jirones de poesía”.
En efecto, la frase se cumple al leer el primer poema de este trabajo, cuya autora es la poeta Francisca Aguirre. Excepcional tributo al cante flamenco –“un sordo abismo que reclama / la primera soledad, el primer llanto / de la primera noche”- que se acompaña, no con guitarra, pero sí con el sonido de la pintura, sugerente y conmovedora, de Juan Gómez Macías. Siguen los nombres de Baudelaire, Cervantes, Pavese, Juan Ramón Jiménez o Sylvia Plath. Un gozo este siempre doble, y a su vez incalculable.
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