Sin melodía no hay paraíso
Jóvenes compositores europeos. DYCE project
El conjunto sevillano Taller Sonoro y el Teatro Central han participado de un proyecto singular, un concurso que responde al nombre de Descubriendo a Jóvenes Compositores de Europa (DYCE, por sus siglas en inglés) y que culminaba este domingo con la presentación de las doce obras finalistas en cuatro conciertos celebrados en otras tantas ciudades diferentes y que fueron transmitidos en streaming. Las obras no tenían que ser necesariamente de estreno, aunque a los participantes se les exigía estar estudiando en conservatorio o universidad de música europeos o haber terminado sus estudios en los dos últimos años. El continente fue dividido en cuatro zonas, una para cada una de los grupos participantes, y un comité de expertos, del que formaron parte miembros de cada uno de estos grupos, hizo la selección de los finalistas.
La sesión comenzó a las tres de la tarde y terminó pasadas las ocho. Abrió el fuego desde Tallín el Ensemble U, con obras de los polacos Piotr Peszat y Pawel Siek y del finlandés activo en Praga Juhani-T Vesikkala. Continuó desde Oslo el conjunto Cikada, que interpretó piezas del chileno residente en Francia Pablo Galaz, el chipriota Andreas Tsiartas y el británico Patrick Friel. Desde Milán, el Divertimento Ensemble ofreció las obras de tres músicos activos en Alemania, el francés Raphaël Languillat, el coreano Hunjoo Jung y el chino Yiqing Zhu. Finalmente, desde Sevilla Taller Sonoro presentó las piezas del francés Adrien Trybucki, el valenciano Daniel Ortega González y el portugués Joao Ceitil.
Paralelamente, el colectivo artístico de Ronda Duro Vino presentó un proyecto titulado Cocina la música con Taller Sonoro que incluyó una obra audiovisual, reinterpretación de los vídeos enviados por aficionados a partir de una propuesta del conjunto sevillano, y una degustación de exóticos manjares florales, asociados como menú a la música que en los últimos años Taller Sonoro ha tocado en sus proyectos del Central.
Por lo que hace a la música escuchada y aunque la diversidad de propuestas fue la nota predominante, se aprecia en las obras de estos jóvenes compositores académicos europeos una indiscutible continuidad con las tendencias de sus maestros. Domina la preocupación por el timbre y las texturas, el empleo de técnicas instrumentales extendidas (especialmente, pero no sólo, en el piano), la exploración de los límites (con el ruido, con el silencio) y una especie de desprecio casi generalizado por la melodía, que, como es bien sabido, reina incólume en las masivas propuestas de las músicas comerciales. Acaso por eso, menos de cincuenta personas pasaron por el Teatro Central a lo largo de la tarde. Serán ellas, junto a los asistentes a los otros tres recitales, los que decidirán con sus votos al ganador de esta nueva y original competición, la Eurovisión de la música contemporánea, como alguno ya la ha bautizado.
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