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Barroca | Sebastián Durón
Sebastián Durón (1660-1716): La guerra de los gigantes
Marta Infante (Palante), Eva Juárez (Júpiter), Aurora Peña (Minerva), Solomía Antonyak (Hércules), Pilar Alva (La Fama), Soledad Cardoso (El Tiempo), Laura Sabatel (La Inmortalidad), Olalla Alemán (El Silencio), Luis David Barrios (tenor). Orquesta Barroca de Granada & Íliber Ensemble. Director artístico: Darío Tamayo. Director musical: Darío Moreno.
IBS Classical
Sebastián Durón (Brihuega, Guadalajara, 1660 – Cambo-les-Bains, Francia, 1716) vivió en primera persona los conflictos políticos derivados de la Guerra de Sucesión española. Músico prestigioso desde joven, llegó a ser segundo organista de la catedral de Sevilla y titular de las tribunas de El Burgo de Osma y Palencia. En 1691 sucedió a José Sanz como organista en la Real Capilla, y desde ese momento se convirtió en uno de los compositores favoritos de la corte madrileña. Pero fue en 1701, con el ascenso al trono de Felipe V, cuando recibió el nombramiento más importante de su carrera: maestro de la Real Capilla y rector del Colegio de los Niños Cantorcicos. Sin embargo, en 1706 fue detenido, acusado de prestar su apoyo al candidato austriaco, y acabó exiliado en Francia. Sirvió a Mariana de Neoburgo en la pequeña corte que la reina, viuda de Carlos II, estableció en Bayona. Falleció, posiblemente de tuberculosis, en 1716 en la ciudad balneario de Cambo-les-Bains, curiosamente el mismo enclave que vio morir a Isaac Albéniz casi dos siglos después.
Durón es reconocido como uno de los más importantes compositores de música religiosa y escénica de la España de su época. La conmemoración del tercer centenario de su muerte en 2016 supuso una reactivación del interés por su obra, tanto a nivel teórico como práctico. Algunas de las actividades programadas en torno a la efeméride aún nos están llegando, como esta grabación que presenta IBS Classical de La guerra de los gigantes, una de las diez partituras de obras escénicas completas que nos han llegado del compositor.
El proyecto es netamente granadino. Fue Darío Tamayo, clavecinista, fundador y líder del conjunto Íliber Ensemble, quien empezó a pensarlo "a comienzos de 2015. Estudié la obra, que me pareció muy interesante. Algunos investigadores piensan que es la última obra escénica genuinamente española, ya que se articula en torno al binomio tonada-copla y no al binomio recitativo-aria, típico de las óperas italianas. Con Íliber habíamos interpretado ya la tonada del Tiempo en disposición de cámara. De Durón incluso habíamos hecho el estreno moderno del Miserere a 12, para lo que ampliamos nuestra plantilla a un conjunto orquestal. Y mi idea era poder hacer la ópera en 2016, pero se trataba de una producción muy compleja y no salió. Me puse entonces en contacto con Darío Moreno, de la Orquesta Barroca de Granada, y llegamos al acuerdo de hacer una coproducción, aunque serían ellos los que llevasen la iniciativa. Ese mismo año nos pusimos en contacto con el Ayuntamiento, que se mostró muy receptivo".
En octubre de 2017 la obra se representó dos veces en el Auditorio Manuel de Falla con dirección escénica de Alejandro Gómez y un elenco algo diferente al de la grabación. "El trabajo fue tan brutal que en enero de 2018 Darío Moreno me dijo que por qué no lo grabábamos, que era una lástima desaprovechar todo lo que habíamos hecho. A Paco Moya le entusiasmó la idea. En julio la volvimos a hacer, ahora en versión de concierto, en el Festival de Vélez Blanco, ya con el reparto definitivo, porque por ejemplo, Raquel Andueza que hizo de Minerva en el estreno, no tenía las fechas libres, e inmediatamente después nos metimos en el Auditorio a grabar".
Sobre La guerra de los gigantes penden una serie de incógnitas, empezando porque no se conoce al autor del libreto ni la fecha ni la ocasión precisa para la que la obra fue concebida y presentada. El musicólogo Raúl Angulo, autor de una monografía sobre la música escénica de Durón, piensa que la ópera fue escrita "por encargo del V Conde de Salvatierra para celebrar el anuncio de la boda de Felipe V con María Luisa Gabriela de Saboya en 1701". El hecho de que se tratase de un enlace de mera oportunidad política y que estuviera muy vinculado al estallido de la guerra en Italia justifica su temática. "María Luisa era hija del duque de Saboya, Víctor Amadeo II, cuyos territorios adquirieron gran importancia por ser la puerta a través de la cual los ejércitos podían penetrar en la Península Itálica", comenta Angulo.
El anónimo libretista debió de ser, en opinión de Angulo, un escritor aficionado, lo que se deduce de una referencia del propio texto de la escena final de la obra y "se aprecia en la oscuridad y torpeza que exhiben sus versos, que en algunos momentos son difíciles de entender". El argumento de la obra está basado en el mito de la Gigantomaquia, la guerra que Palante, caudillo de los gigantes, desata contra los dioses olímpicos, y que se decide gracias a la participación de Hércules, incitado por Minerva, del lado de los segundos. La obra puede entenderse como una auténtica alegoría política, que se encuadra en el contexto de la Guerra de Sucesión y en la que, en palabras de Raúl Angulo, "los gigantes aludirían a los líderes de la alianza contra los Borbones, Júpiter representaría a Luis XIV, Hércules al rey Felipe V y la sabia Minerva a la reina María Luisa".
De La guerra de los gigantes ha sobrevivido un único manuscrito que custodia la Biblioteca Nacional y sobre el que se han hecho varias ediciones. Hace unos días, en varios comentarios y en su propio muro de FacebookFacebook, el musicólogo Antonio Martín Moreno se atribuía la recuperación de la obra para su estreno moderno en Cuenca en 1982 y acusaba a los responsables de esta edición de aprovecharse de su trabajo: "Es muy fácil tomar ediciones críticas, retocarlas, hacerlas pasar por propias y decir que se parte de cero, apropiándose la recuperación, los derechos y negando las aportaciones anteriores", afirmaba el musicólogo granadino.
Darío Tamayo afirma que no quisieron entrar en polémicas en las redes sociales. "Prefiero no presumir mala fe. Respeto la figura de Martín Moreno, que ha sido clave en la musicología española hace 20-30 años atrás. Pero lo que dice es falso. No nos hemos aprovechado de su trabajo. Nos basamos en la edición de Ars HispanaArs Hispana, que firman Raúl Angulo y Antoni Pons, y es una recuperación que no parte de la edición de Martín Moreno. Está hecha a partir de la fuente original, el manuscrito que está en la Biblioteca Nacional con la signatura M2278. Cualquiera puede ir, verla y hacer su propia transcripción. Existe en mi opinión un intento de patrimonialización de una obra que es de todos. Que otros partan de la fuente original para hacer una edición no significa que nadie se aproveche de su trabajo. Él hizo su trabajo, y nosotros lo hemos ignorado y hemos usado la edición de Ars Hispana, que parte como la suya de la fuente original. Tuvimos ocasión de comparar ambas versiones y consideramos que la de mayor autoridad, la más próxima al original, la de mayor peso científico hoy por hoy es la de Ars Hispana".
Antonio Martín Moreno, alumno de Juan Alfonso García y Catedrático de Musicología en la Universidad de Granada, afirma también que la obra está completa y es un disparate musicólogico la recomposición "de las partes que dicen faltar, que en absoluto faltan". Para Darío Tamayo, se trata de un malentendido. "El problema de Martín Moreno es que no vino a escucharnos ni ha escuchado el disco ni se ha dirigido jamás a nosotros para preguntarnos sobre cómo afrontamos el proyecto. El malentendido parte de un artículo del periodista José Antonio Muñoz en un diario local en el que se habla de 'reconstrucciones'. Nosotros no dijimos eso. Lo que sí decimos, y él, si hizo su transcripción lo tiene que saber perfectamente, es que se trata de un manuscrito conmemorativo, que no estaba pensado para la interpretación. Fue confeccionado como un regalo. La copia es preciosa, de caligrafía muy clara, muy elegante, muy espaciosa, tiene una cubierta con adornos metálicos. Pero como no estaba pensada para la interpretación, el copista, que pudo ser Juan Simón Barber, un copista de la Capilla Real, no vio necesario añadir detalles que serían imprescindibles para una ejecución de la obra. Falta por ejemplo la identificación de los personajes en la Introducción, que hay que deducir del texto. Faltan algunos signos de repetición, que son fácilmente deducibles por cuestiones estructurales y de otro tipo. Faltan alteraciones accidentales que por el contexto armónico deberían estar ahí, lo que llamamos la semitonía subintelecta".
Raúl Angulo afirma no entender muy bien la polémica: "Es una cosa absurda. El manuscrito está disponible para cualquiera en la Biblioteca Nacional. Nuestra edición no se parece en nada a la suya. Basta cogerlas y compararlas. Hay diferencias en el texto, en la semitonía, en las repeticiones... La partitura es conmemorativa, no práctica. Faltan muchas indicaciones. Nosotros añadimos las repeticiones, pero no nos las inventamos. Las dedujimos del texto por algunos trazos. Hay cuatro secciones que se tienen que repetir cada cierto tiempo; lo dice el propio texto. Hay además algunas señales de repetición que él interpretó mal. No es que el original esté incompleto, sino que no está hecho para una interpretación. Además, no es cierto, como afirma en alguna parte, que la suya sea la primera edición de la obra. Hay una edición anterior, que hizo en 1985 Janice Lane Wiberg como parte de una tesis doctoral en la Universidad de Missouri-Kansas City. La he visto, y bueno, es una edición de estudiante. La edición de Martín Moreno la publicó el ICCMU en el año 2007, pero está repleta de errores, que yo algunos creo que son de becarios. Luego está nuestra edición que publicamos primero en 2016 y luego en 2017. Una edición crítica se tiene que preguntar muchas cosas, y nosotros lo hicimos. Luego los intérpretes han tomado una serie de decisiones, pero eso es algo que no tiene que ver directamente con nuestra edición".
El responsable de las decisiones musicales fue Darío Moreno, director de la Orquesta Barroca de Granada: "A la hora de la interpretación la partitura, tal y como está, generaba algunos problemas, porque se trata de un manuscrito conmemorativo, que no estaba pensado para una interpretación. La obra está dividida en dos partes, una Introducción, en forma de loa encomiástica palaciega; es el típico debate de méritos entre cuatro alegorías (Fama, Tiempo, Inmortalidad, Silencio) que hacen el anuncio de la celebración de la boda real. Y luego la ópera propiamente dicha, dividida en seis escenas. La boda fue un asunto político, estratégico, no fue una boda por amor. Por eso no se usan las habituales tramas amorosas, sino una trama bélica. He querido reforzar ese carácter bélico con el uso del timbal, al que se hace mucha referencia en el texto, al parche, como instrumento de percusión. En la partitura no está escrito, pero sabemos por la musicología que la percusión se usaba tanto en las danzas como en los contextos bélicos de las obras sin necesidad de que se escribiese. Por otro lado, tenemos la presencia del clarín, de indiscutibles resonancias bélicas. La Introducción empieza directamente con un coro y la ópera con una tonada de Palante. Sabemos que en España no se hacían oberturas como en Italia o Francia, pero era muy raro suponer que esto empezase así, sin más. Y lo que hemos hecho es usar la propia música de Durón. Para introducir la primera escena de la ópera, hemos tomado la música del siguiente número, que es coral, y hemos dado una vuelta de bajo continuo y puesto las voces en los instrumentos, de forma tal que las voces de las tiples 1 a 3 pasan a trompeta, violín I y violín II. Era una forma de darle sentido, sobre todo teniendo en cuenta que íbamos a ofrecer la ópera en una representación escénica, y había que reforzar ese sentido dramático que el copista no tuvo en cuenta, porque, repito, la copia no estaba hecha para eso. Pero no hemos reconstruido nada. Sólo hemos tomado algunas decisiones de interpretación absolutamente lógicas y guiados por musicólogos. Hemos añadido algunas breves introducciones, pero no están escritas por nosotros, hemos tomado la música del mismo número y la hemos llevado al principio".
La guerra de los gigantes está en efecto dividida en seis escenas y cada escena tiene la típica estructura de la música española en tonadas y coplas. "Es una estructura armónicamente repetitiva –comenta Moreno– que puede hacerse tediosa. La mayoría de las piezas incluyen seis coplas, salvo dos que tienen siete. Pues bien, a esas dos le hemos quitado una de las coplas, para dejarlas a todas en seis. Hemos eliminado la que menos importancia tenía desde el punto de vista del argumento. Y lo que hemos hecho, en lugar de repetir las coplas, todas con la misma música, una detrás de otra es ofrecer tres, pasar al siguiente número y luego volver y ofrecer las otras tres. Lo probamos y dramáticamente funcionaba mucho mejor. Esas son todas las decisiones que hemos tomado a nivel musical. Repito. No hemos escrito, recompuesto ni reconstruido nada."
La guerra de los gigantes se ofreció por primera vez en época moderna en Cuenca en 1982 a partir de los trabajos de Antonio Martín Moreno, quien luego, como director del Festival de Música y Danza de Granada, la programó en la ciudad de la Alhambra en el año 1985. Por entonces hubo ya una primera grabación en LP que dirigió José María Barquín a solistas de la Orquesta de RTVE. En el año 2012, el conjunto A Corte Musical dirigido por Rogerio Gonçalves hizo en Suiza y para el sello Panclassics una grabación completa de la ópera. Raúl Angulo está convencido, "por algunas peculiaridades textuales y otros detalles" de que Gonçalves hizo su propia edición de la obra. Darío Moreno considera que el conjunto suizo "es muy bueno, aunque entre las cantantes creo que la única española es Eva Juárez y en la pronunciación hay cosas raras. Por otro lado, Gonçalves corta sistemáticamente los números y hace sólo tres coplas de cada uno. En eso nosotros fuimos muy escrupulosos y sólo hicimos los dos cortes que le dije. Además, Gonçalves toma una famosa tonada, Ondas, riscos, peces, mares, que es de otra obra de Durón [Veneno es de Amor la envidia], le cambia la letra, la introduce aquí y en ningún sitio de la edición se explica lo que se ha hecho. Su versión es distinta a la nuestra también en otros aspectos. Por ejemplo, en los tempi. Eva Juárez aceptó cantar con nosotros también el papel de Júpiter, que había hecho con Gonçalves, y por ejemplo en el número 26, Suenen, y al dulce hechizo, él la lleva muy rápido y hay un pasaje musical tan virtuoso que Eva no lo puede cantar bien. Se la ve apurada. Nosotros lo hicimos mucho más lento, porque lo pide la situación y el texto: acabada la guerra con los gigantes, todo se torna tranquilo, vuelve la estabilidad, y el propio Júpiter dice que dejen de sonar timbales y clarines y se conviertan en dulces pasajes de trinos y fugas. Nos parecía mejor hacerlo más tranquilo y Eva está más cómoda en esos dos compases virtuosos. Estamos muy contentos con los resultados de nuestro trabajo. Hemos reunido un elenco que yo diría que es de los mejores que puede reunirse hoy para el Barroco español (Eva Juárez, Marta Infante, Aurora Peña, Soledad Cardoso, Olalla Alemán...) y ofrecemos la primera grabación basada en la edición de Raúl Angulo y Antoni Pons, que en nuestra opinión es la mejor que hay de esta obra".
En el año 2016 el Teatro de la Zarzuela ofreció por el centenario de Durón un programa doble con La guerra de los gigantes y la zarzuela El imposible mayor en amor, le vence amor, que Martín Moreno atribuyó en su día a Durón y Raúl Angulo piensa que es de José de TorresJosé de Torres. Las representaciones contaron con puesta en escena del desaparecido Gustavo Tambascio y dirección musical del argentino Leonardo García Alarcón, quien, en opinión de Darío Moreno, "parte de la edición de Martín Moreno, pero no sigue ni sus pautas. Desfigura por completo la obra añadiendo una parte de viola, flautas y oboes. Debió de pensar que, tal y como estaba, era poca cosa para un sitio como la Zarzuela y destrozó la obra".
La presentación de La guerra de los gigantes en el Auditorio Manuel de Falla de Granada fue posible gracias a la apuesta decidida del Área de Cultura del Ayuntamiento de la ciudad: "José Vallejo, Director Técnico de Cultura, nos ofreció que aquello no se quedara allí. Él pensaba hacer incluso una minitemporada de ópera barroca en Granada. Y de hecho en 2018 representamos Acis y Galatea de Antonio de Literes, también en versión escénica. Para la Orquesta Barroca de Granada aquello fue un gran empujón, aunque los costes de las producciones eran altos y al final tuvimos déficits que por suerte están ya más o menos saldados. Pero con el nuevo Ayuntamiento del tripartito [PP, Ciudadanos, Vox] aún no hemos tenido contacto. Estamos otra vez en la incertidumbre, porque no tenemos más ayudas. En los trece años del anterior gobierno municipal del PP no nos hicieron caso. Apostaron, legítimamente, por otro modelo de cultura. Y ahora no sabemos. Con la actual concejal del área [Lucía Garrido, de Ciudadanos] no he podido hablar todavía. La Junta de Andalucía dice que no puede ayudarnos, y menos ahora con el problema que tiene con las orquestas sinfónicas. Así que tenemos muchas esperanzas puestas en el disco, a ver si nos da un impulso fuera de aquí. Porque Granada es muy difícil".
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