Alhambra Monkey Week
La cultura silenciada
Noches Icónicas | Dry Martina
La frase del titular me la soltó la cantante malagueña Laura Insausti cuando le dije que Dry Martina, su proyecto musical personal, es eminentemente bailongo y el concierto de mañana jueves, formando parte del ciclo de Las Noches Icónicas en Meliá Sevilla, lo va a dar ante una audiencia de varias decenas de espectadores sentados cómodamente en un semicírculo delante del escenario.
-Para una artista, bailona por naturaleza, que hace música para bailar, será todo un desafío.
-Me parece que la gente baila poco y es muy sano y liberador, además de gratis. Cada vez se baila menos. Yo no sé dónde salir a bailar; solo se puede salir a bares a beber, ¿pero a bailar a dónde se va? Me parece que eso lo hemos perdido con este progreso mal entendido que tenemos, porque antes la gente iba a bailar. Yo he salido a bailar en los años 70, 80, incluso en los 90 y mi música reivindica eso: el bailoteo. También le digo que es más fácil sacar a la gente a bailar cuando se interpretan versiones. No sé si la gente que vendrá esa noche conocerá mis canciones o acudirá a ver qué se encuentra e igual me va a costar, pero ese va a ser mi empeño.
-¿Quiénes vendrán a Sevilla? Porque sé que Dry Martina cambia de formato según el escenario en el que actúe.
-Actualmente los músicos que me acompañan son Ramón López Campos a la batería, Juan Vaca al contrabajo, Jaime Fernández al trombón, Stefano Tomaselli al saxo y Pablo Guzmán a la guitarra; pero aquí estaré solo con estos dos últimos y yo traeré un looper para efectos y ritmos.
-Su último disco largo, ¡Ahora!, es de 2015. El anterior, Momento perfecto, era de tres años antes. ¿Por qué ha tardado ocho años en aparecer otro momento perfecto en que de nuevo diga usted que ahora es cuando hay que sacar otro álbum?
-Porque hubo una separación; antes éramos mi hermano Rafa y yo en el grupo y ahora estoy sola. También he estado viviendo fuera, he criado una niña; la vida ha ido pasando por delante y hasta encontrar mi sonido, lo que quería hacer y el tiempo para hacerlo, han pasado estos ocho años. Pero ya he sacado varios singles y estoy preparando un nuevo disco largo.
-En el disco anterior le llevó todas las canciones hechas al productor; en el nuevo está teniendo tiempo de trabajar de manera diferente.
-Normalmente hago las maquetas en el ordenador, luego voy grabando con los músicos y después postproducimos. Es un trabajo largo porque soy como Juana Palomo; aunque a este disco le voy a hacer la postproducción con Tontimer Weber -el productor sevillano del No înno de Andaluçía de Califato ¾-. Nos basamos en las cosas que ya se grabaron antes, pero las canciones tienen evolución; a mí me gusta probarlas también en directo. Es bastante artesano todo, por eso también se tarda más; porque va a fuego lento.
-Fíjese que yo pensaba que el disco lo iba a hacer con los alemanes Mo’ Horizons…
-Ellos me han hecho el remix de dos canciones. Yo soy la cantante oficial de Mo’ Horizons y me voy ahora a Bulgaria con ellos. Eso añade trabajo y ralentiza todo lo mío.
-¿Cómo se va a llamar este disco, por cierto?
-No tengo ni idea. Bastante es que yo termine las canciones y sobre todo que me gusten. El disco también está tardando mucho tiempo porque, como le dije antes, algunas cosas están hechas desde hace mucho y no me gustaba su producción, así que he empezado de nuevo. Soy muy tiquismiquis con eso.
-¿Se va a ajustar también a esa etiqueta de retropop que se inventó usted para definir su música?
-Yo creo que le vale, porque son canciones pop que tienen su verso, su puente y su estribillo; y retro porque suenan a todo lo que me gusta a mí, que es todo lo anterior a 1970. Debo decir que tiene muchas cositas de los 90, de mi época adolescente. Este disco va a ser sobre todo un repaso a todo ese retro: hay una basada en los 70 españoles, con mucho de Las Grecas, mucho de Rafaella Carrá; otra al estilo de los 50 españoles, basada en Xavier Cugat y los boleros de Machín. Me gustaría repasar todas las épocas que me gustan a mí, sobre todo de España, porque antes miraba al extranjero y ahora estoy escuchando muchísima música española de aquellos años, descubriendo un montón de cosas que me están influyendo muchísimo.
-¿Habrá canciones de ese disco nuevo en este concierto?
-Claro que sí. De hecho, estoy preparando el siguiente single y lo voy a estrenar en Sevilla. La mitad será mi repertorio clásico, que la gente que me sigue reconocerá, y la otra mitad son nuevas, del siguiente disco, porque necesito también reafirmar esta nueva etapa, que me gusta más porque está construida más sobre mis decisiones y mis cosas personales.
-De las nuevas ya conocemos Mentiras, que es un chachachá; Rayo, que es una rumba y Bailando, en la que convierte en jazz la canción de Dinarama.
-Hay mucha diferencia entre ellas, sin ningún ritmo concreto. Van a ser todas como Rayo y Mentira, lo de Bailando es algo que grabé en directo y por eso suena tan a club; es como una pincelada de lo siguiente que estoy pensando hacer, que son las perversiones: canciones de toda la vida hechas a mi rollo. De hecho, no sé si Bailando va a aparecer en el disco; desde luego, esta versión no, si aparece será de forma más parecida a las otras dos, que tienen ritmos más contemporáneos y esa es la idea, sonidos retro con ritmos contemporáneos en una mezcla agitada y removida, no como James Bond, que solo quería el Martini agitado.
-Ya que lo menciona, ¿le gustan más las películas de James Bond o la argentina/chilena con la que comparte nombre?
-Siempre he sido muy fan de James Bond. La película argentina me ha dado bastante por saco desde que apareció en Netflix; sobre todo a la hora de posicionar nuestro nombre en los buscadores. No me quiero meter en litigios, pero nuestro nombre es de 2010 y esa película es de 2018. Son los daños de la globalización.
-Recuérdeme de dónde sale su nombre de Dry Martina.
-El nombre se puso con resaca. Fue bonito, porque estábamos en Tarifa bebiendo vermuts en un atardecer y le conté a mis amigos que quería empezar este proyecto de mezclar música retro con la que me gusta y alguien dijo que se tenía que llamar Dry Martina. Me encantó el nombre.
-¿Siempre un grupo en transformación?
-Grupo como tal nunca hemos sido; éramos mi hermano y yo una temporada y ahora Dry Martina soy yo y estos chicos, que son como mi familia. Intentamos mantener la formación; si algo funciona bien para qué lo vas a cambiar. Y nos llevamos muy bien, estamos en la misma onda, son muy buenos músicos y me encanta trabajar con ellos.
-Usted comenzó haciendo música en un grupo de versiones y pasó después a interpretar material propio. Eso me parece lo ideal, aunque ahora la tónica general es la contraria, músicos que no llegan a ninguna parte con sus canciones y se pasan a las ajenas.
-No lo había pensado. En mi caso fue así porque tienes ganas; estás aprendiendo de las canciones que te gustan de toda la vida y de pronto te entra el gusanillo de hacer tus canciones. Pero no a todo el mundo le pasa; hay gente que se tira toda la vida haciendo versiones y es más feliz que una perdiz. Me parece un trabajo super chulo también.
-En plena pandemia dijo usted que, al igual que otros muchos músicos, estaba planteándose abandonar esta vida artística. ¿Qué cambió para que siguiese en ella?
-Que sobreviví a la pandemia, porque hay gente que no pudo hacerlo. En ese momento el agobio fue muy grande, todo se caía; trabajé poquísimo ese año y si no hubiese sido por mi marido y mi hija, que no cesaron de apoyarme, igual tenía que haber hecho otro trabajo, porque no había ingresos para mí ni para ningún músico. Fue bastante duro y me hizo plantearme que hay que tener mucha cabeza para mantener una profesión tan inestable, en la que a veces no trabajas y no puedes controlar eso. Haces tus discos, le metes caña al directo y estás todo el día pensando en cómo mejorar para que te llaman para trabajar, porque si no, aquí no hay sueldo. Por eso cuando pasan estas cosas una se plantea si se ha equivocado, pero hubo un final feliz. Aunque también hubiese sido un final feliz si hubiese hecho otras cosas, que puedo hacerlas; pero la cabra tira al monte.
-Me habla usted con pasión de su hija. Supongo que tendrá problemas de conciliación laboral.
-Totalmente; pero no quiero ponerme reivindicativa. Entiendo que la gente lo supone, aunque no está de más recordarlo, porque tengo compañeros que tienen hijos y se pueden ir de gira tranquilamente. En mi caso no es tan fácil. Es una profesión complicada para tener familia, en general, y cuanto más trabajas más complicado se vuelve. Hay que seguir luchando porque todavía recuerdo cuando yo decía que me iba de gira o a tocar lejos, y la gente, incluso la que me conocía, me preguntaba extrañada ¿y la niña ser va a quedar con el padre? Yo de verdad pensaba que estábamos más adelantados en eso pero, aunque estamos teniendo avances, la mentalidad está muy atrasada, tenemos trabas mentales todos. Los músicos, hombres y mujeres, somos luchadores.
-También le he leído a usted que es más de luchar y demostrar que de reivindicar. Concréteme qué significan esos diferentes verbos ¿Cree que las mujeres artistas se están quedando en expresar las quejas y reclamaciones en sus obras, pero es necesario significarse en una pelea que vaya más allá?
-A mí no me gusta ir con una pancarta. Nunca voy a ir por la vida de víctima en el caso del feminismo; me refiero a ir de victima como musico. Cuando he tenido algún problema machista en mis carnes lo he solventado sin aspavientos. Creo que se consigue más con un pico y una pala entre todos que gritando; pero solo es mi opinión, no quiere decir que no me parezca bien que otros reivindiquen, que cada uno lo hace a su manera. Mi reivindicación simplemente es la de ser una mujer que canta, que tira p’alante de una banda y eso ya me parece un ejemplo para algunas chicas pequeñas que quieran dedicarse a la música, algo que antes era impensable; por eso soy tan fan de mujeres como Encarnita Polo, Carmen Sevilla, que estaban ahí, bregando con este mundo del espectáculo. Hay que reivindicar eso y yo lo hago cantando.
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