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Benito Pérez Galdós | Crítica
Benito Pérez Galdós, vida, obra y compromiso. Francisco Cánovas Sánchez. Alianza. Madrid,2019. 504 págs. 25 €
Cumplidos cien años de su muerte, el historiador Francisco Cánovas acomete una biografía del escritor que es también un amplio esbozo del XIX y las dos primeras décadas del XX. Sin duda, Valle, al llamar a Galdós “don Benito el garbancero” señalaba, quizá, cierta planicie estética de su escritura, así como el carácter alimenticio de su ingente obra. Pero esto, que pudiera ser cierto en Galdós -lo alimenticio- es aplicable al propio Valle y a cuantos se dedicaron a la literatura y al periodismo de aquella hora, cuyo carácter folletinesco y por entregas es fácil rastrear en El ruedo ibérico de don Ramón, que admiró más el teatro de Galdós que su abultada novelística.
Lo cierto es que Galdós es una generación anterior a Valle, y su linaje cervantino queda lejos de la exploración estilística del gallego. Valle está más cerca del aguafuerte y el cinematógrafo, mientras que Galdós es un solvente constructor de “casacones” históricos, así como de escenas domésticas, llenas de un tierno y sencillo pintoresquismo, cuya bonhomía dista mucho de la estética de vanguardia, más próxima a una poética la crueldad y un cierto despojamiento de lo humano. Sea como fuere, Galdós es el formidable Atlas ibero que cargó sobre sí la descomunal tarea, no sólo de novelar los acontecimientos cruciales de su siglo en los Episodios nacionales, sino de acometer una ambiciosa labor educativa, a través de la literatura, que se halla próxima al regeneracionismo y, en suma, a un reformismo liberal que, en sus últimos años, desengañado de la Restauración, se inclinaría por la república.
Este fuerte componente social y político de Pérez Galdós, que le llevaría a las Cortes en algún momento, es el que Cánovas Sánchez ha querido resaltar aquí, ayudado de sus conocimientos de historiador. El resultado es una completa investigación que teje la obra del escritor con los propios materiales de su tiempo. Esto es, se trata de un verdadero empeño galdosiano. No en vano, su discurso de ingreso a la Academia, en 1897, versó, previsiblemente, sobre La sociedad presente como materia novelable.
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