Dominique en España

Blas Fernández

25 de enero 2013 - 05:00

Dominique A. Formación: Dominique Ané (voz y guitarra), Thomas Poli (guitarra y teclados), David Euverte (teclados), Jeff Hallan (bajo), Sébastien Buffet (batería). Telonero: Benjamin Schoos. Lugar: Teatro Central. Fecha: Miércoles 23. Aforo: Lleno (sin butacas).

Sin correspondencia aparente con la merecida popularidad de la que hoy disfruta en Francia -Vers les Lueurs se ha convertido en su álbum más exitoso y Regresar, ese primer libro a punto de ser editado en castellano por Alpha Decay, cosecha espléndidas críticas-, Dominique A experimenta en España una emergencia que sobrepasa ya con mucho los círculos del sotto voce.

Aquí, y también allí, monsieur Ané ha construido su fidelísima base de espectadores batiéndose el cobre durante veinte años de carrera, llevando al escenario una y otra vez sin síntomas de desfallecimiento un repertorio imponente y adaptado a las circunstancias, ésas que nos hacían posible contemplar sus movimientos aunque sólo fuera con la mera compañía de su guitarra y su pedalera. Tanto es así que en el concierto del pasado miércoles en el Central, penúltima cita de una larga y triunfal gira española, coincidían al menos dos generaciones de espectadores que jamás habían visto al galo flanqueado por su banda.

Y qué banda, claro. Más allá de la siempre titánica presencia del intérprete, Vers les Lueurs basa en buena medida su magnético atractivo en los conmovedores arreglos de viento firmados por David Euverte, así que, ¿cómo resolver la papeleta del directo cuando otra vez las circunstancias imponen que esa sección se quede en casa? Fácil, al menos en el caso de Ané: con la intensidad y entrega que caracteriza cada uno de sus conciertos, aquí multiplicada por ese grupo en estado de gracia que consigue en pocos segundos que uno olvide lo que el disco marcó en la memoria para entregarse a lo que escucha en vivo.

Vers les lueurs ocupó el grueso del concierto -cada parada en él reveló un momento memorable-, pero no lo monopolizó. Quedó espacio de sobra para el rescate agradecido -L'Horizon cerrando, despojando de maniqueísmos el término épico- y hasta la petición del respetable: en el largo bis concedió Antonia, a solas con la guitarra, y revivió el recuerdo de otras piezas imborrables, como Le Twenty-two Bar e Immortels.

stats