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Deshojando a Bill Murray

Marta Jiménez disecciona al protagonista de 'Atrapado en el tiempo' y 'Flores rotas' en un libro publicado por la editorial Bandaàparte

Marta Jiménez, con un ejemplar de la obra en los jardines de Orive de Córdoba. / Barrionuevo
Alfredo Asensi

07 de diciembre 2016 - 02:33

Córdoba/Un libro que no es una biografía sino un deshojamiento: de las capas (algunas de ellas) que envuelven "al hombre más misterioso de Hollywood". Y "un divertimento completamente contaminado de su libertad y su filosofía". Así define Marta Jiménez Yo, Bill Murray, la obra que acaba de publicar en la editorial Bandaàparte. Una invitación a indagar en los numerosos pliegues, a revisar los diversos perfiles que confluyen en un ser "que no posee ni dandismo ni artificio: sólo autenticidad".

"Su carrera es anarquía pura, no tiene agente sino un contestador automático al que quien quiera trabajar con él tiene que llamar", señala la periodista, que ha querido ante todo hacer un libro "divertido", en el tono del personaje: "Murray es alguien a quien nombras y la gente sonríe. Da buen rollo". Fue Bandaàparte la que hizo la propuesta a Jiménez como inicio de una serie de libros sobre referentes de la cultura pop: "Les dije de primeras que estaban equivocados, que yo no daba el perfil para hacer esto, pero me explicaron la idea que tenían, que se quedó rondando en mi cabeza... y descubrí que realmente me apetecía muchísimo hacerlo. Me quité lo que yo llamo el complejo local. Me ayudó un artículo de Rodrigo Fresán sobre Murray en Letras libres que me encantó. Estos iconos de la cultura pop son patrimonio de todos. Sobre Murray se puede hablar desde cualquier parte".

"Tardé bastante más en plantear la estructura, decidir el enfoque y documentarme que en escribirlo, que ha sido un proceso bastante fluido", explica la periodista. "Lo que tenía claro es que no iba a hacer una biografía sobre el personaje y que iba a pasar todo por mi filtro, a contar cosas que estuvieran muy contrastadas documentalmente. He interiorizado mucho al personaje, porque al final han sido casi dos años con él, y creo que he hecho un divertimento muy basado en mi experiencia con Murray", que incluye "tanto su trayectoria en el cine como sus anécdotas fuera de la pantalla".

"A mí el personaje me cae muy bien, y no soy nada mitómana", indica la autora, que se plantea "por qué casi nadie odia a Murray". Un hombre "que hace lo que le da la gana, que ha gestionado su carrera y su vida con bastante libertad en un marco, el del show business hollywoodiense, en el que todo está medido, todo es postureo. Él va a su bola, con naturalidad". Otro aspecto destacable es que, "perteneciendo a la generación de 1950, y habiendo hecho unas primeras películas de humor dudoso, no se ha convertido en un macho alfa de tomo y lomo; incluso su película más importante, Los Cazafantasmas, no puede decirse desde un punto de vista feminista que sea una película de tíos, de pandilla masculina...". Jiménez tiene "absoluta debilidad por su última época y su relación con el cine independiente, con Wes Anderson, Jim Jarmusch y fundamentalmente con Sofia Coppola y su maravillosa Lost in Translation".

Durante mucho tiempo fue un rostro vinculado esencialmente a la comedia, pero películas como Lost in Translation o Flores rotas han mostrado la faceta "melancólica" de Murray: "Y dice mucho de la inteligencia del personaje a la hora de encaminar su carrera. En los años 80 tuvo una necesidad imperiosa de desligarse de las comedias y justo antes de Los Cazafantasmas, aunque se estrenó después,hizo El filo de la navaja, basada en la novela de Somerset Maugham, un proyecto muy personal suyo. Universal le dio el dinero para hacer la película con la condición de que protagonizase Los Cazafantasmas, un papel que iba a protagonizar John Belushi, pero murió de una sobredosis. Justo después de LosCazafantasmas se estrena El filo de la navaja, película larga de un hombre que busca el sentido de la vida, que acaba en el Tíbet... Fue un fracaso absoluto de taquilla. El público no entendió cómo Bill Murray, que había hecho Los incorregibles albóndigas, Los Cazafantasmas..., aparecía en ese dramón. Tuvo una crisis, se fue a estudiar Filosofía a París, a la Sorbona, estuvo cuatro años sin hacer cine más allá de algún cameo. Había sido un paso demasiado abrupto, creo yo, de la comedia al drama. Pero la vida fluye, todo tiene sus meandros". El actor, por otra parte, "es un maestro en ese tipo de papeles muy secundarios, pequeños cameos que brillan y se comen la pantalla: Tootsie, Ed Wood...". Es posteriormente cuando "llega el cine independiente y se te congela la sonrisa que habías tenido antes con Bill Murray, con seres mucho más complejos, perdidos, melancólicos...".

Un trabajo fundamental en su filmografía es Atrapado en el tiempo, de 1993: "Prefigura un poco la etapa melancólica. Cuando él hace esta película (le hubiera gustado que fuera más filosófica), tuvo graves encontronazos con el director, Harold Ramis, que era uno de sus mejores amigos. Dejaron de hablarse durante 21 años y se reconciliaron cuando Ramis estaba a las puertas de la muerte. Murray en ese rodaje fue bastante errático, pasaba un mal momento en su vida. Pero esa cara de nada que tiene en la película, ese vacío existencial, prefigura los papeles que hizo después con Anderson y Coppola".

Murray, no obstante, ha tenido mejor relación con los directores que con los actores: "He encontrado muchas más peleas con compañeros de rodaje que con directores. De lo que fundamentalmente se quejan estos en relación con Murray es de lo mucho que tienen que perseguirlo. Sofia Coppola estuvo ocho meses detrás de él para que hiciera Lost in Translation. Muchos amigos de Murray cuentan que son casi sus agentes porque la gente los llama a ellos. Y cuando Murray acepta hacer una película muchos directores confiesan que tienen ansiedad hasta que llega el día del rodaje, porque no saben nada de él hasta ese momento. Eso sí, llega puntual y se pone a bromear con todos".

La presencia de Murray en la pantalla es celebrada por espectadores de todo el mundo, pero no hay que perder de vista "que ha hecho muchas películas muy malas, malísimas", con lo cual el hecho de que haya conseguido ese estatus "es aún más heroico". Por alguna circunstancia "despierta una gran empatía en la mayoría de la gente, da buen rollo, y quizá tiene mucho que ver con su manera de ver la vida; y desde el punto de vista interpretativo en su caso menos es más, con una sola mirada o un pequeño gesto de la boca puede transmitir tantas cosas, tantas emociones...".

Prologado por Javier del Pino, el libro incluye la mirada de 16 ilustradores (entre ellos, Andrés G. Leiva, Juanclemente, Pablo Gallego, Klari Moreno, Sergio Albarracín y Pilar Mahedero) sobre Murray. Algunos hacen referencia a papeles rechazados por el actor como el de Forrest Gump.

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