Defensa del amor (y la frivolidad)
artes escénicas
'La bella Helena' devuelve la risa al Festival de Mérida
Gisela protagoniza esta nueva versión de la ópera bufa de Offenbach, programada en la ciudad extremeña hasta el domingo
Mérida/Tras propuestas más graves como La Orestíada, Calígula, Troyanas y Séneca, el Festival de Mérida se despoja esta semana de la máscara de la tragedia y abraza el humor gracias al desenfado de La bella Helena, una adaptación de la ópera bufa de Jacques Offenbach que tiene a la popular Gisela como la hermosa protagonista y que provoca las carcajadas del público que llena el teatro desde el pasado miércoles. "Yo creo que había ganas de reír", sostiene el director Ricard Reguant sobre la entusiasta acogida que está teniendo el montaje. El barcelonés, curtido en musicales y fundador de una escuela dedicada a este género en su ciudad, imprime un ritmo vibrante al idilio entre Paris y Helena, una pasión que desataría la guerra de Troya pero cuyos orígenes retrató Offenbach con una saludable y despreocupada reivindicación del amor y la alegría de vivir.
Gisela, que ha llevado a escena anteriormente obras como el Into the Woods de Sondheim, considera su estreno en Mérida un hito en su carrera "porque por aquí han pasado los más grandes", dice. La cantante aborda con naturalidad a la esposa de Menelao (Javier Enguix), una mujer ingenua y pícara que como si fuera una antecesora de la Maggie de La gata sobre el tejado de zinc siente encenderse dentro de ella las ascuas de su deseo, pero sobrelleva como puede la indiferencia de su marido. Hasta que una jugada de los dioses -las diosas, más concretamente- cambiará su destino: Eris (Cata Munar), que en la mitología simboliza la discordia, ha promovido un torneo para elegir cuál de las divinidades del Olimpo es la más bella. Concursan en este insólito certamen Atenea (Marta Arteta), Afrodita (Rocío Madrid) y Hera (Graciela Monterde), y es el príncipe Paris (Leo Rivera) quien tendrá que pronunciarse. Este escogerá a Afrodita a cambio de que le conceda un amor codiciado por todos, el de la reina de Esparta. Así, la bella Helena se verá condenada a la fatalidad... pero también se divertirá mientras afronta su sino.
En una versión muy diferente a la que Offenbach estrenaría en el Théâtre des Variétés de París en 1864, ya que la actualización abunda en referencias a la actualidad política e incluso entona el estribillo de éxitos recientes como el omnipresente Despacito de Luis Fonsi, se mantiene no obstante la comicidad de ese enredo que cautivaba a los espectadores del XIX: la farsa con la que los amantes harán lo imposible por encontrarse y fugarse juntos, pese a la atenta mirada de otros personajes como el sumo sacerdote Calcas (un Joan Carles Bestard que a menudo roba la función con su vis cómica), Agamenón o Aquiles. Escenas que los asistentes celebran con carcajadas. "Tener este público, tan respetuoso y tan cálido, es como meter un gol en el Bernabéu... y al Barça", bromea Leo Rivera, el astuto y fanfarrón Paris.
La Bella Helena es el segundo espectáculo, tras Hércules, que la compañía extremeña Rodetacón presenta en los últimos años en el Festival de Mérida. "Hacer Hércules fue un sueño, y volver ha sido un regalo", asegura el productor Juan Carlos Parejo, que recuerda cómo en los ensayos ya en el Teatro Romano el equipo se mostraba aturdido por la imponente belleza del escenario clásico. "El lunes estaba con mucho miedo", confiesa. "Vinimos a ensayar y los actores estaban fascinados con estas piedras, se quedaban mirándolas hasta el punto de que no prestaban atención a las indicaciones del director. Por suerte hoy [por el miércoles, día del estreno] salió bien", apunta. Los dioses -las diosas- hicieron de nuevo de las suyas para que el amor y la frivolidad reinaran.
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