David Bisbal, más vivo que nunca

Noches de la Maestranza

El almeriense interpretó en su concierto sevillano todos y cada uno de sus éxitos fundamentales, alternando con acierto baladas con canciones de ritmo más palpitante

Galería gráfica del concierto de David Bisbal en La Maestranza de Sevilla

Bisbal en concierto / José Ángel García

Después de un inicio de década tan malo como el que hemos tenido, se supone que ahora nos corresponde tener otros felices años 20, como los del siglo pasado. No vamos del todo bien encaminados hacia ellos, pero quien sí los está teniendo, sobradamente felices además, es David Bisbal. El 20 está siendo su número fetiche: esa es la cantidad de años de carrera musical que está celebrando, primero con 20 conciertos en el Teatro Albéniz de Madrid, con 20 llenazos seguidos en ellos, y ahora con una gira de conciertos por todo el país, Me Siento Vivo Tour, que comenzó con 20 conciertos programados, aunque después todavía se sumó uno más, con lo que el asunto aún mejoró. El fin de la gira está previsto para el 6 de diciembre en el Wizink Center de Madrid. De todos esos conciertos a Sevilla le ha tocado ser sede de los que ocupan los números 15 y 16. Y anoche tuvo lugar el primero de ellos, formando parte del ciclo de Noches de la Maestranza, que se celebró en el coso de nuestra ciudad, prácticamente lleno también de público entusiasta. Bisbal, visiblemente emocionado, recordó como una buena parte del videoclip de Bulería se rodó en esta plaza de toros. Más tarde recordó también sus primeros pasos en la orquesta Expresiones, en aquellos cuatro años anteriores al inicio del camino que le llevó al éxito posterior, cuando aprendí en Sevilla prácticamente todo lo que significa la música, cantando en pueblos maravillosos, Tocina, Los Rosales, Carmona, un montón de lugares mágicos

No se hizo Bisbal esperar mucho, apareciendo en la realidad del escenario desde el multiverso después de hacer añicos la pared virtual que los separaba, para comenzar su actuación con Ajedrez, la quinta de la docena de canciones que compondrán su nuevo disco, el que le da nombre a esta gira, preparado ya para ser editado este mismo mes de septiembre. Acariciando el sentimiento entre el amor imposible y el amor sin límites del que habla esta canción, así comenzó también a fluir la química entre los espectadores y el cantante, que compartía la emoción a flor de piel con toda la gente que le miraba embelesada desde cualquier rincón ocupado de la plaza de toros. Bisbal se mostraba fresco, más vivo que nunca, comenzando un repertorio de brincos, giros y herramientas de interacción con su público, al que los asientos no le impidieron seguir el baile con él en múltiples ocasiones.

David Bisbal
David Bisbal / José Ángel García

Durante el concierto interpretó todos y cada uno de sus éxitos fundamentales, alternando eficazmente baladas con canciones de ritmo más palpitante apoyado por una imponente banda de cinco músicos, entre los que se contaban Jordi Portaz al bajo y David Simó a la batería, que forman la sección rítmica que acompaña a Bisbal desde hace ya más de dieciocho años; a ellos se sumaba Gabriel Peso, al piano y los teclados electrónicos, el sevillano Sergio Gallardo, última incorporación del grupo, a la guitarra flamenca y, destacando en la dirección musical y la guitarra eléctrica, Ludovico Bagnone, un reputado productor que ha trabajado hasta con Beyoncé, cuando formaba parte de las Destiny’s Child; él es también quien hace los arreglos de las canciones para hacerlas sonar en directo de esta forma arrebatadora.

No fue Ajedrez la única canción de las inéditas que Bisbal nos ofreció anoche, aunque tampoco fue pródigo en ellas, porque apenas adelantó algunas otras, como Me siento vivo, con la que tuvimos uno de los momentos más emotivos de la noche mientras nos contaba como fue esta una canción que escribió tras llevar en México más de un mes trabajando solo y atravesando un difícil periodo de nostalgia porque echaba de menos a sus hijos y a su mujer, Rosanna Zanetti; por lo que cuando volvió a reunirse con ellos y a recuperar el sentimiento familiar los versos surgieron casi espontáneamente. Contrastaba esta con las también nuevas Ay Ay Ay y su alegre ritmo de bachata después de una intro por rumbas de Sergio o Tengo roto el corazón, que también es de las que invitan a bailar. A la vista de lo escuchado, el nuevo disco promete ser muy pop, con sonidos ochenteros y latinos que van a mostrar perfectamente la esencia y la pasión de Bisbal.

Durante las dos horas justitas que siguieron se fueron sucediendo Quien me iba a decir, con Simó demostrando lo que era capaz de hacer con las baquetas, aperitivo de la buena noche que se les avecinaba a sus fans; Torre de Babel, entre rumbera y moruna y Lloraré la penas, donde el que se lució instrumentalmente esta vez fue Gabriel; con ella llegó la primera apoteosis de la velada, que continuó -ya os dije que no hay tiempo para descansaaaar- con Oye el boom después de tomar un poco de aire con Camina y ven. Llevábamos ya media hora y ni incluso el propio Bisbal, que se mantiene en la misma forma que un entrenador de crossfit, podía aguantar semejante derroche de energía, por lo que decidió bajar las revoluciones con la balada de Mi princesa, interpretada de manera íntima, con la única compañía al principio de las guitarras de Ludo y Sergio, a los que se unieron los otros, intentando hacerse oír por encima de los coros de la gente -acompáñameee Sevillaaaa-. Dale a Bisbal un grano de arena y él te lo convertirá en una montaña. Continuó un buen rato más removiendo las emociones con las conmovedoras Me siento vivo y El ruido.

David Bisbal
David Bisbal / José Ángel García

El ritmo vivo volvió con Ay Ay Ay, Antes que no y No amanece y con ellas la atronadora respuesta de toda la plaza premiando al cantante que demostró poseer a la vez, como si fuesen el yin y el yang, grandes dosis tanto de humildad como de desparpajo. Los artistas que, como él, tienen ya un tan amplio recorrido y un fondo de armario tan grande de canciones que no quieren dejar atrás en los conciertos, para no eternizar estos, tienen que ayudarse del recurso de montar algunos popurrís en los que encadenar estrofas de estas composiciones. Bisbal lo hizo anoche en dos ocasiones, la primera con algunas de sus canciones más dulces, que incluían Quiero perderme en tu cuerpo, Esta ausencia, Culpable y Dígale, finalizado en un mano a mano con Ludo. La segunda vez, las canciones elegidas para el medley fueron mucho más fiesteras: Si tú la quieres, Dos veces, A contracorriente, Bésame y A partir de hoy, que le sirvieron para despedir el set. Entre esas dos series quedaron minutos de grandes aclamaciones con Esclavo de sus besos, Silencio, que fueron pura adrenalina, y un recuerdo por sevillanas al Turronero y a Manuel Orta con dos estrofas de Carmen la de los pinares y Llévatela, respectivamente.

Pero ¿quién se iba a querer marchar de la Maestranza pensando en que Bisbal no iba a volver al escenario? Si todo el mundo sabía que todavía quedaba su trío de ases: Corazón latino, Bulería y Ave María, las canciones que primero se nos vienen a la mente en cuanto mencionamos el nombre de este almeriense, ya universal, que tiene muchas más para que cada persona que las escuche recuerde qué estaba haciendo en el momento de su vida en que él las sacó, aunque me da la impresión de que esta noche le estaba yo escuchando estas tres entonándolas una octava más alta que como estaban grabadas y eso no le hace ningún favor a mi recuerdo de ellas. Pero David Bisbal se ha convertido ya en un referente generacional y estas canciones con las que cerró su primer concierto sevillano son, por derecho propio, himnos del pop español. No se le puede dar la espalda a un foco tan brillante.

Un comentarista musical como yo, cuyos gustos musicales no tienen puntos en común con los de quienes siguen a Bisbal, se encuentra aquí como el que mira un accidente porque quiere ver cómo terminará: ¿se habrán librado por los pelos o habrá sido una matanza?, ¿habrá alivio u horror?, ¿risas o lágrimas?. Parte del atractivo de estar en un concierto como este es el sentimiento de impotencia; soy un espectador, pero no un agente activo. Pase lo que pase me veré afectado, pero no podré trazar el rumbo. Y mirar hacia otro lado nunca es la elección correcta. Por eso no puedo dejar de reconocer en un texto en el que hablo de este concierto, la calidad y altura del montaje del mismo y de la interpretación de las canciones, la entrega del público rendido al intérprete. Pero al menos sí que puedo evitar caer en los tópicos habituales asociados a su figura, por eso puedo congratularme de haber llegado hasta aquí sin mencionar a OT ni a sus alusiones a los máquinas, a pesar de que para los bises salió con una camiseta en la que llevaba estampada la dichosa frase. Que pasen ustedes esta noche un rato tan magnífico como el de ayer, señoras y señores.

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