Cuenta atrás para el desmontaje de los mosaicos del Museo Arqueológico de Sevilla
INTERVENCIÓN INTEGRAL
El Estado ha sacado a concurso los trabajos para separar y guardar las teselas de 17 obras emblemáticas, que deberán resolverse en un plazo de seis meses por casi 300.000 euros
El Estado, a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE), contratará por un importe que ronda los 300.000 euros el desmontaje de los 17 mosaicos expuestos en el Museo Arqueológico de Sevilla, unos trabajos que deberán desarrollarse en un plazo de seis meses y según el proyecto redactado por el Departamento de Materiales Pétreos y Mosaicos del IPCE.
Esta medida supone un paso adelante en la ejecución de las acciones que deberán dar como resultado la rehabilitación integral del edificio de la Plaza de América, que asumirá el estudio arquitectónico de Guillermo Vázquez Consuegra.
La empresa adjudicataria del desmontaje deberá retirar 17 mosaicos, unos de gran formato y otros de dimensiones reducidas, que se contaban entre las piezas más valiosas de la exposición permanente del museo, que cerró al público el pasado 12 de enero de 2020. El presupuesto para este contrato asciende a la cantidad de 292.998,05 euros, IVA incluido, y el plazo de presentación de opciones concluye hoy.
Se trata de 17 pavimentos de época romana, de diferentes tamaños y técnicas, que estaban instalados tanto en posición horizontal en el suelo como en paramentos verticales, de ahí que "cada pavimento o sección precisará de un soporte rígido, de manera que sea posible su manipulación de cara al transporte y almacenamiento", especifica el pliego de condiciones.
Entre los 15 pavimentos musivos y 2 opus sectile a desmontar se cuentan algunos de los emblemas del Arqueológico sevillano, como el Mosaico de los Tritones, uno de los primeros en formar parte de la colección del museo cuando aún estaba en su sede del Convento de la Merced -edificio donde permanece el Bellas Arte sevillano-.
Junto al de los Tritones, la lista del desmontaje incluye el mosaico de Primavera, el de Otoño, el mosaico de León, el de Escena de circo con 4 caballos, el de Escena de circo con 3 caballos, el mosaico de Perissotervs, el mosaico del Rapto de Hilas, el mosaico con Animales, el mosaico de Baco y las cuatro estaciones, el del Triunfo de Baco, el mosaico con busto de Baco, el mosaico geométrico de Alcolea del Río, el de Cuesta del Rosario y el de Casariche, además del opus sectile de la Sala XIII y el opus sectile de la Sala XVII.
La colección original de mosaicos del Museo Arqueológico de Sevilla fue trasladada en 1946 al edificio de la Plaza de América contando para ello con efectivos del ejército. La colección fundacional del Arqueológico estaba integrada por los hallazgos encontrados en las excavaciones de Itálica que había reunido hacia 1780 Francisco de Bruna en la galería de acceso a los Reales Alcázares. A partir de 1875 la colección se trasladó del Alcázar al antiguo Convento de la Merced, donde también se albergaba el Museo de Pinturas, para lo cual el arquitecto Demetrio de los Ríos acondicionó tres de las galerías bajas.
En 1895 se amplió el museo con tres salones pertenecientes a la Comisión de Monumentos y se procedió al montaje de algunos mosaicos que ya formaban parte de la colección, como el Mosaico de los Tritones, y que habían permanecido apilados hasta entonces.
En 1904, al ampliarse de nuevo el museo con la anexión de dos estancias de la Academia de Bellas Artes, se expusieron el resto de los mosaicos incorporados a los fondos, como el opus sectile de la Sala XIII, el Mosaico de Perissotervs y los dos fragmentos de mosaico con escenas de circo procedentes del Cortijo de Paterna de la localidad sevillana de Paradas. Por lo general, las lagunas entre teselas se reintegraban con yeso, aplicado formando un plano.
Los mosaicos que ingresaron a partir de 1942 en la colección ya se ubicaron en el pabellón de Aníbal González de la Plaza de América, inaugurado como nueva sede del Arqueológico en 1946. Fueron el mosaico de Baco y las Cuatro Estaciones, el de Baco con fondo de peltas, el de la Cuesta del Rosario, el Opus sectile de la Sala XVII, el mosaico de los perros y el mosaico del león. Este último, por ejemplo, no presenta lesiones que puedan influir negativamente en su desmontaje aunque tiene reintegraciones y barnices que deberán ser tenidos en cuenta, como ocurre con las zonas del fondo blanco reintegradas con teselas de un tono más claro.
Sin embargo, como advierte el IPCE, el desmontaje de un mosaico es una operación altamente delicada y supone un gran riesgo para este tipo de obras. Por ello se deberá llevar a cabo con suma delicadeza y con todas las medidas de protección y seguridad necesarias por personal altamente cualificado y con experiencia demostrable en este tipo de intervenciones -se especifica que la empresa que gane el concurso debe contar con siete profesionales, uno de ellos como director-, que aplicará productos totalmente reversibles y documentará todo el proceso para facilitar el futuro montaje de los mosaicos almacenados. Es esencial en este cometido que se frene la degradación de los mosaicos, sobre todo la relacionada con la estabilidad del soporte de cemento, la separación entre estratos y la degradación del mortero original.
Entre los mosaicos más delicados se encuentran los de gran formato relacionados con el dios Baco. Así ocurre con el mosaico del Triunfo de Baco, que se halló casualmente en Écija en 1951 durante las excavaciones en los cimientos en una casa, dirigidas por Francisco Collantes de Terán, bajo los que se encontró una domus romana. La intervención en este mosaico revierte gran complejidad, tanto por lo emblemático de la obra como por la entidad de las reintegraciones de anteriores intervenciones. Por ello, el IPCE recalca que intentar extraer esas reintegraciones provocaría su ruptura y agrietamiento, y por ello plantea conservar las partes de mosaico originales, la reintegración histórica de teselas blancas, así como de las líneas de junta reintegradas con teselas, desechando las reintegraciones miméticas de escayola.
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