Cuenta atrás para Martínez Montañés
Se inaugurará en noviembre
La Catedral prestará a la gran exposición del Bellas Artes tres obras maestras del escultor: el Cristo de la Clemencia, La Inmaculada 'La cieguecita' y el San Cristóbal de la iglesia del Salvador
Sevilla/Desde que la consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo, avanzó que en noviembre el Bellas Artes inaugurará la gran exposición dedicada al escultor Juan Martínez Montañés con motivo del 450 aniversario de su nacimiento, que podrá verse hasta marzo de 2020, la colaboración entre instituciones está siendo ejemplar a la hora de acercar al gran público la compleja personalidad del artista. Así, según ha podido saber Diario de Sevilla, el Cabildo Catedral será uno de los principales prestadores con tres piezas: el Cristo de la Clemencia, la Inmaculada Concepción, conocida como La cieguecita -ambas en la Catedral-, y el San Cristóbal de la iglesia del Salvador.
Las tres obras constituyen un préstamo excepcional, y basta recordar que el Cristo de la Clemencia se expuso por última vez en el pabellón de la Santa Sede de la Exposición Universal de 1992, dentro de la muestra La Iglesia en América: evangelización y cultura. La talla procesionó excepcionalmente en el Santo Entierro Magno de 1920.
El Cristo de la Clemencia fue el resultado del acuerdo firmado en 1603 entre Martínez Montañés y el canónigo de la catedral de Sevilla y arcediano de Carmona Mateo Vázquez de Leca para la ejecución de un crucificado para su oratorio personal. También es conocido como Cristo de los Cálices porque se instaló en dicha sacristía catedralicia en 1845 procedente de la colección fundacional del Museo de Bellas Artes de Sevilla, adonde llegó tras la desamortización de Mendizábal desde el monasterio cartujano de Santa María de las Cuevas. El contrato de su encargo se conserva, al igual que el del San Cristóbal, en el Archivo Histórico Provincial de Sevilla.
Durante los años de ejercicio profesional de Montañés se debatieron distintas teorías teológicas en torno a la crucifixión de Cristo que generaron diferentes iconografías: crucificados representados con dos clavos en los pies, sólo con uno, con apoyo bajo los pies o supedáneo, o con los pies sin apoyo y sus variantes. Entre los tratadistas que defendieron algunas de estas teorías se contaba el también pintor Francisco Pacheco, suegro de Velázquez.
Martínez Montañés, a nivel práctico, recibió a lo largo de su vida diversos encargos de crucificados, aunque ha pasado a la historia de la escultura por su representación del modelo de crucificado de cuatro clavos. A esa tipología -dos clavos en los pies y uno en cada mano- responde el encargo del Cristo de la Clemencia. Sobre su iconografia, el contrato explicita que "el dicho Christo crucificado a de estar bibo, antes de auer espirado, con la cabeça inclinada sobre el lado derecho, murando a qualquiera perssona que estuviere orando a el pie de él, como que está el mismo Christo hablándole y como quexándose que aquello que padece es por lo que está orando, y assí a de tener los ojos y rostro con alguna seberidad y los ojos del todo abiertos".
En cuanto al San Cristóbal que custodia la iglesia del Salvador, donde recientemente cambió de ubicación, es una impresionante talla de 220 centímetros, considerada entre lo mejor de su producción, y que fue intervenida con esmero en el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH).
Según el contrato conservado en el Archivo Provincial, fueron cuatro guanteros, vecinos de la calle Francos, los que encargaron a Montañés ejecutar un "San Xhristoval con un Niño Jesús puesto en el honbro izquierdo del dicho santo...". En el momento de rubricar el contrato el 19 de agosto de 1597, el escultor tenía 29 años y, según sus condiciones, estaba obligado a emplear pino de la sierra jiennense de Segura y ahuecar las tallas por dentro con el doble propósito de que la madera no se abriera y de que pesara menos a la hora de sacarlo en procesión. Asimismo debía estar terminado a comienzos de mayo del año entrante, requisito que cumplió al estrenarse el día del Corpus de 1598.
En La cieguecita, Martínez Montañés creó en escultura el arquetipo de la Inmaculada Concepción, como Murillo hizo en la pintura. La talla formó parte de la exposición Magna Hispalensis organizada por la Catedral de Sevilla en 1992. La efigie mariana, de gran hermosura, entorna dulcemente los ojos -de ahí su sobrenombre- y adopta una pose apacible. Los aciertos de la talla fueron potenciados por la policromía de Francisco Pacheco y Baltasar Quintero.
Estas tres piezas estuvieron en la exposición Martínez Montañés (1568-1649) y la escultura andaluza de su tiempo, organizada por el Museo del Prado en el Casón del Buen Retiro de Madrid entre mayo y junio de 1969. A partir de noviembre, podrán disfrutarse en la ambiciosa muestra que producirá el museo que dirige Valme Muñoz y será sensiblemente distinta a la que se inauguró en noviembre del año pasado en Alcalá la Real (Jaén), la localidad donde nació en marzo de 1568 el que llegaría a ser uno de los más importantes escultores europeos de la generación anterior a Velázquez y que falleció en 1649 en la ciudad natal de éste, víctima de la epidemia de peste.
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