Cristina García Rodero en la India, o mirar sin temer

Exposición en el Caixafórum

La maestra manchega presenta en el Caixafórum 'Tierra de sueños', su visión de la vida cotidiana en las comunidades rurales de la región de Anantapur

Pospuesta en abril por la emergencia sanitaria, la muestra podrá verse en Sevilla hasta el 24 de enero de 2021

Cristina García Rodero, este martes en el Caixafórum de Sevilla ante tres de sus retratos.
Cristina García Rodero, este martes en el Caixafórum de Sevilla ante tres de sus retratos. / Juan Carlos Vázquez
Francisco Camero

29 de septiembre 2020 - 17:58

Sevilla/Colores intensos, casi estallando, es lo que uno espera de una exposición sobre la India y aun así sorprende la intensidad de las imágenes, hasta el punto de que –como le comenta sorprendida una colega a la autora después de la presentación, charlando ya informalmente– por su excepcional intensidad cromática parecen estar retroiluminadas. Pero hay, claro, más virtudes en los 80 sensacionales retratos –seleccionados entre los casi 67.000 que realizó durante año y medio; la cifra abruma, también a ella– que componen Tierra de sueños, el proyecto que llevó a cabo la gran Cristina García Rodero, leyenda viva de la fotografía española, en las comunidades rurales de la región de Anantapur, animada por las fundaciones de Vicente Ferrer y La Caixa a documentar el trabajo asistencial y de promoción del desarrollo que allí promueven ambas.

La elocuencia de los rostros y dentro de ellos, con particular fuerza, la capacidad penetrante de las miradas, que ya sea atrayendo e incluso retando imantan la del espectador, son otras dos notorias premisas de estas imágenes, que grosso modo se dividen en dos tipos: retratos cercanos, en los que prima la expresión individual, y otros en los que las personas aparecen, solas o en grupo, en escenarios que contextualizan su situación: hospitales, colegios, templos, estancias privadas, celebraciones nupciales, festividades –como la del Teru– o manifestaciones.

Una de las fotografías de García Rodero para 'Tierra de sueños'.
Una de las fotografías de García Rodero para 'Tierra de sueños'. / Juan Carlos Vázquez

La maestra de Puertollano, primera persona española en formar parte de la legendaria agencia Magnum, miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y ganadora del Premio Nacional de Fotografía y –en dos ocasiones y categorías distintas– del World Press Photo, por citar sólo algunos reconocimientos en su vertiginosa nómina, se propuso de este modo retratar a los habitantes de esas pequeñas comunidades en su vida cotidiana, centrándose especialmente en las mujeres y los niños y sin obviar la enorme dureza de la vida en aquella zona, pero evitando igualmente la muy occidental tentación del paternalismo.

Cristina García Rodero inaugura con su muestra la nueva temporada del espacio sevillano.
Cristina García Rodero inaugura con su muestra la nueva temporada del espacio sevillano. / Juan Carlos Vázquez

"Tenía claro que no quería hablar sólo de dificultades. Porque se trataba, sobre todo, de hablar del lugar, cómo es su economía, cómo son sus fiestas, sus trabajos... Cómo es la gente, en definitiva", explica García Rodero, que hace buena la muy manoseada, cursi y por lo demás no siempre exacta sentencia de Kapuscinski sobre la bondad necesaria para este tipo de trabajo. Conmueve ver a esta fotógrafa laureada, ante la que se arrodillan en cualquier rincón del planeta, emocionándose al recordar su día a día en la India, recordando con pelos y señales, al recorrer la exposición, parándose ante cada imagen, las historias que acarreaba cada una de esas personas retratadas, qué pasó aquel día antes o después de tomar la fotografía, qué le dijeron, por qué lloraron o rieron esas personas, cómo jugaron con ella los niños a volverla loca mientras intentaba capturar su alegría para siempre.

Otras dos muestras del proyecto en la India de la gran fotógrafa manchega.
Otras dos muestras del proyecto en la India de la gran fotógrafa manchega. / Juan Carlos Vázquez

"Eso fue sin duda lo mejor de todo, la convivencia, el intercambio. Las reuniones por la noche, los desayunos juntos, cómo te abrían las puertas de sus casas... Yo sentía un compromiso tan grande con ellos y con La Caixa y la Fundación Vicente Ferrer que todas las noches, cuando revisaba el material que iba teniendo, sentía que no había conseguido ni una solo foto buena. Pero lo peor fue editar, tuve que decirme muchas veces a mí misma no decaigas, no decaigas, no decaigas", confiesa la fotógrafa, que dice, y no cuesta absolutamente nada sentir que lo dice como una profunda verdad y jamás como cháchara retórica de discurso bonito y prefabricado, que su trabajo "tiene mucho de identificación con las personas". "De experiencias como ésta lo que aprendes es que no hemos nacido con la misma suerte, pero todos somos iguales –continúa–. Muchas veces a las personas le da miedo la gente diferente, pero lo cierto es que todos deseamos lo mismo, reímos y lloramos por las mismas cosas, a todos nos duelen los hijos, tenemos miedo a lo mismo, todos. Y por eso dice un compañero mexicano, y estoy de acuerdo con él, que alguien que viaja es alguien que aprende".

Moisés Roiz, director del Caixfórum de Sevilla, contempla una de las imágenes de García Rodero.
Moisés Roiz, director del Caixfórum de Sevilla, contempla una de las imágenes de García Rodero. / Juan Carlos Vázquez

"En el momento en que estoy haciendo una fotografía yo necesito emocionarme –cuenta García Rodero–, por lo general esa emoción consiste en que de alguna manera me enamoro de la persona que tengo delante, siento una conexión con ella, veo algo que me gusta; otras veces esa emoción puede ser angustia, rechazo incluso, aunque eso en este trabajo no lo sentí en ningún momento, o sentir la gravedad de una situación, como esa pobre mujer joven a la que retraté en el hospital: su marido les había contagiado a ella y a la hija de ambos el sida, y luego las había abandonado y la mujer no quería vivir, se estaba dejando ir, qué terrible...".

Una joven en la exposición de la fotógrafa en el espacio de la isla de la Cartuja.
Una joven en la exposición de la fotógrafa en el espacio de la isla de la Cartuja. / Juan Carlos Vázquez

"Vemos esas miradas y esas manos. Son miradas que sueñan, sí, pero lo que es más importante: ejercen el derecho a soñar", escribe Manuel Rivas en el catálogo de la exposición. Quiere decirse, en fin, que –como la propia autora recordaba al principio– en esta exposición no se trata de compadecerse magníficamente de la miseria lejana y exótica –una operación infinitamente menos molesta que hacer lo propio con la próxima– sino de capturar el espectro entero de la experiencia humana, con la dignidad siempre en el centro.

La exposición, pospuesta el pasado mes de abril debido a los estragos de la pandemia, podrá verse en el Caixafórum hasta el 24 de enero del próximo año.

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