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Música
El maestro alemán Christian Thielemann dirigió este primero de enero el célebre Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena por segunda vez y con el deseo de que los valses y polcas bajo su batuta despierten esperanza en "un mundo desgarrado por guerras e intolerancia".
Así lo manifestó Thielemann al dirigirse al púbico de la Sala Dorada del Musik Verein de la capital austríaca y a los millones de personas que seguían por televisión y radio el más mediático de los espectáculos de música clásica del planeta.
Para el director de 60 años, que completará en 2024 su traslado de la Staatskapelle Dresden a la Staatsoper Unter den Linden de Berlín, el legado de la dinastía de los Strauss y de otros compositores de la época constituye un rico "manantial" de obras "maravillosamente variables".
"Unas veces melancólicas... otras histéricas...", comentó en el escenario hacia el final del concierto al referirse a las quince piezas y tres propinas del programa, de las cuales nueve fueron tocadas por primera vez en el tradicional recital.
En contraste con otras "cosas muy feas", como las guerras y la intolerancia, "espero que les despierten mejores pensamientos", dijo antes de expresar el brindis tradicional al Nuevo Año en alemán, "Prosit Neujahr!".
Acto seguido, al ritmo de su batuta comenzó a sonar el más icónico de los valses, El Danubio Azul, de Johann Strauss hijo, que como segunda propina del programa no falta nunca en este evento, al igual que la Marcha Radetzky, de Johann Strauss padre, con la que concluye, acompañada siempre de las palmas del público.
En cambio, la música de Anton Bruckner (1824-1896) se escuchó por primera vez en este recital y fue su cuadrilla WAB 121 la obra elegida para rendir homenaje a este compositor austríaco con motivo de celebrarse en 2024 el segundo centenario de su nacimiento.
Los músicos tuvieron que rescatar la pieza del archivo, raramente tocada y que data de la juventud de Bruckner, antes de saltar a la fama como gran sinfonista y dejar de componer obras menores o música de baile, algo que entonces no se veía con buenos ojos en un organista y músico de iglesia.
Se estima probable que la cuadrilla para piano a cuatro manos pudo haber sido compuesta por el joven músico para un baile privado. Por encargo de la Filarmónica de Viena, Wolfgang Dörner orquestó la pieza para su interpretación este 1 de enero.
Pero fue el "rey del vals", Johann Strauss hijo (1825-1899), cuyo bicentenario se celebrará en 2025, el gran protagonista del programa, con ocho obras compuestas por su pluma.
Entre las de otros compositores contemporáneos que en el siglo XIX hicieron bailar a los vieneses destacó la polca Estudiantina del ballet La Perla de Iberia, de Joseph Hellmesberger (1828-1893) o Delirios, un vals de Josef Strauss (1827-1870).
Los telespectadores que en un centenar de países siguieron la transmisión en directo pudieron gozar de los interludios de ballet que acompañaron algunas piezas. Se rodaron en la ciudad balneario de Bad Ischl, en Alta Austria, antigua residencia veraniega del emperador Francisco José y su esposa, Sisi, y que este año es anfitriona de la Capital Europea de la Cultura Salzkammergut, por lo que en el programa no podía faltar la banda sonora que le dedicó Johann Strauss en su Vals de Ischl.
El Castillo de Rosenburg, en Baja Austria, fue el escenario de otra coreografía de Davide Bombana que protagonizaron miembros del Ballet Estatal de Viena al son del vals Ciudadano vienés de Carl Michael Ziehrer.
En la tradicional película que transmite la televisión pública ORF durante la pausa del concierto, dirigida esta vez por Felix Breisach, aparecieron dos niños cantores de la abadía de San Florián recorriendo lugares claves de la vida de Bruckner en alta Austria, entre ellos Ansfelden y en Bad Ischl.
Con la polca El alto manantial, compuesta por Eduard Strauss con motivo de la inauguración del oleoducto del Alto Manantial de Viena, los filarmónicos dedicaron una pieza a la necesidad de proteger el agua y el medio ambiente.
La próxima edición de este concierto será dirigida, el 1 de enero de 2025, por el maestro italiano Riccardo Muti, anunció la Filarmónica de Viena.
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