Concha Ybarra en armonía
La pintora sevillana descubre sus 'collages' y piezas cerámicas en una exposición en Carmen Aranguren Fine Art donde reivindica la fuerza de los materiales frágiles como el barro y el papel
Sevilla/Los motivos ornamentales, como los roleos y las hojas de vid o acanto, siempre han interesado a Concha Ybarra (Sevilla, 1957), una artista que a través de los diversos lenguajes en los que se expresa nunca deja de habitar un espacio propio entre la figuración y la abstracción. Conocida sobre todo por su obra sobre lienzo, Ybarra sorprende hasta el 30 de junio con una serie de collages y trabajos cerámicos que ha titulado Frágil.
"Trabajo la cerámica desde hace 10 años pero sólo había mostrado alguna pieza suelta en Félix Gómez, así que me parecía que el espacio de Carmen Aranguren, con ese carácter híbrido entre galería y hogar, le venía muy bien a una colección donde sólo hay cerámica y recortes de papel pintado, una técnica que Matisse desarrolló al final de su vida".
Como el maestro francés en el epílogo de su carrera, Ybarra halló una libertad inédita manipulando esas formas y colores que prende provisionalmente con alfileres hasta que toma la decisión de coger la tijera. "Además de Matisse, me han influido mucho los collages de Esteban Vicente y la pintura de José Guerrero; admiro su capacidad de arriesgar con colores y texturas".
La pieza más grande del conjunto es un sugerente tríptico poblado por hojas, flores, nubes y ramas que informa de la importancia que los símbolos y el arte oriental tienen para esta mujer que, tras licenciarse en Psicología en la Universidad de Sevilla, decidió residir un año en Hong Kong. A la vuelta de ese viaje iniciático, Ybarra comenzó a pintar y a compartir estudio con, entre otros artistas, el recordado Juan Maestre, con quien mantuvo esas largas conversaciones a las que ella agradece, tanto como al estudio y la lectura, una formación estética curiosa y exigente. Su primera exposición la inauguró cumplidos los 40 años y desde entonces, sin quiebros ni prisas, ha sabido construir su propio camino. "Nunca estudié Bellas Artes pero empecé a pintar a la vez que Fer Clemente, Miki Leal o Pereñíguez, algunos de los cuales fueron mis compañeros en los cursos que impartía Juan Lacomba en el Colegio de Aparejadores y el CAAC, de los que guardo un excelente recuerdo". Algunos de esos artistas tienen hoy su estudio cerca del de Concha Ybarra. "Es en silencio, en el estudio, donde uno se prueba a sí mismo", considera quien, además de pintar en el espacio diáfano que ha acotado en la casa familiar, comparte taller con artesanos de la Plaza del Pelícano donde realiza esa obra cerámica de la que aquí hay variados ejemplos, como vasos, platos, jarrones y albarelos.
"Me interesa mucho la cerámica porque, al igual que el papel, es un medio muy táctil, que puedes trabajar con las manos. Aquí hay alguna vasija realizada en el torno alfarero pero la mayoría las moldeé yo misma porque me interesa explorar la irregularidad del barro, su imperfección. Pablo Picasso, que realizó mucha obra cerámica, trabajó durante diez años con un alfarero que le proporcionaba las piezas que él luego deconstruía y deformaba. Tanto Picasso como Matisse están muy presentes en mi imaginario, no sólo por haber investigado la cerámica y el papel, sino por su respeto por el trabajo artesanal y la soltura y audacia con que abordaron estos materiales. En esta etapa de mi vida huyo del desgarro y me interesa la simplicidad, la armonía, ir a lo concreto", confiesa.
En estos collages y en las cerámicas Ybarra suele partir del centro para trabajar luego los laterales. "Hay una figura totémica que articula la composición y es su origen, algo que puede señalar la huella de Giacometti o la de esas figuras primitivas, estilizadas y antropomórficas que inspiraron a Derain y que suelo visitar en el Museo de Arte Moderno de París", reconoce esta viajera que en los últimos años ha enriquecido su imaginario con símbolos de Marruecos y la India.
"Me encanta mirar al pasado. La cerámica siria y los azulejos de la Sevilla árabe que conserva el Alcázar me fascinan. También me interesa la pintura mural del Quattrocento", dice esta entusiasta de la alfarería a la que le gusta trabajar con engobe y lograr con el cobre, el azul cobalto y el manganeso esas mezclas de colores armoniosas donde resalta el verde.
Durante los meses de verano, la inquieta Ybarra ultimará en su estudio la exposición que inaugura en septiembre en la galería valenciana de Olga Adelantado. Allí estrenará un bosque cerámico y varias pinturas. Tras ese reto quiere lanzarse de lleno al paisaje, género con el que ha coqueteado en los últimos años pero al que nunca ha dado el protagonismo, centrada sobre todo en el bodegón.
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