Coixet presenta en Berlín la "boda sin hombre" de 'Elisa y Marcela'
Berlinale
Exhibidores piden al festival y al Ministerio de Cultura alemán la retirada del concurso de la película por ser una producción de Netflix
La directora española Isabel Coixet desveló en la Berlinale su Elisa y Marcela, un filme que rescata la historia de dos mujeres que lograron casarse en la Galicia de 1901 y que rinde homenaje a quienes deben seguir luchando contra los vetos al amor.
Rodada en blanco y negro, la única representante española a concurso en esa Berlinale fue recibida como una cinta de temática poderosa, en un festival volcado en el cine hecho por mujeres. "Yo no busco historias de mujeres fuertes. Ellas me encuentran a mí", explicó la cineasta, recibida como una amiga en su novena visita al festival alemán, respecto a los papeles que interpretan Greta Fernández (Marcela) y Natalia de Molina (Elisa).
La historia de esas dos mujeres reales, que se casaron en La Coruña en 1901, camuflándose una de ellas de hombre, le cayó en las manos hace diez años y de ahí surgió un filme que "no es un manifiesto", dijo, aunque sí recuerda a todos aquellos que siguen perseguidos por su homosexualidad.
Retrata lo que fue un amor a primera vista entre Marcela, una muchacha crecida en un orfanato, pese a tener padres, que llega empapada a su primer día en la escuela y deja que Elisa, quien vive ahí con su tía monja, la arrope y reconforte.
Marcela es menuda, Elisa algo más hombruna. Su relación despierta pronto las suspicacias en un entorno donde que una mujer leyera ya era sospechoso de pecado; de las sospechas se pasa a las pedradas, a la trampa de hacer pasar Elisa por hombre, a una boda en La Coruña y al escándalo social al revelarse lo que fue un "matrimonio sin hombre".
"Era importante lograr crear la química suficiente entre nosotras para traspasar la pantalla", explicó Natalia de Molina sobre un filme cuyo rodaje se completó en cuatro semanas, con un guión que arranca en el exilio de la pareja en Argentina, para volver al pueblo gallego donde surge su amor y pasar a Portugal, donde caen en la cárcel tras descubrirse su trampa.
La rueda de prensa acabó centrándose en las presiones de los exhibidores contra la película, producida por Netflix. Un colectivo de 160 salas de cine difundieron estos días una carta al director de la Berlinale, Dieter Kosslick, y al Ministerio de Cultura alemán pidiendo la exclusión de la cinta del concurso. "Puedo entender las razones de quienes consideran a Netflix una amenaza. Pero no puedo compartir que, en nombre de la cultura, se pretenda excluirnos de la competición", declaró Coixet. El propio Kosslick había explicado, cuando surgieron las primeras quejas, que habían decidido programarla por tener garantías de que iba a exhibirse al menos en salas de cine españolas.
"El mejor precedente es Roma, la películaRoma que probablemente gane el Oscar, porque es la mejor", dijo Coixet, en relación al aclamado filme dirigido por el mexicano Alfonso Cuarón, producido también por Netflix y triunfador en el Festival de Venecia. Coixet explicó una y otra vez las dificultades con que se topó hasta encontrar financiación para un proyecto en blanco y negro, como Roma.
La directora tuvo que defender, además, la idea de colocar algas y pulpos en algunas escenas de amor. "Soy una gran fan del pulpo", explicó entre risas, mientras De Molina admitía que les costó lo suyo jugar con el cefalópodo "que olía mal y estaba muy frío".
Marcela y Elisa supone el regreso de Coixet a la lucha por los Osos de la Berlinale, un festival en que debutó en 1996 con Cosas que nunca te dije, fuera de concurso, y al que ha regresado con Mi vida sin mí, Elegy y Nadie quiere la noche, protagonizada por Juliette Binoche, presidente del jurado en la presente edición.
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