'La cocina de los ángeles': el estigma y el vuelo

Festival de Itálica

Teatro del Velador cierra la programación de Itálica con un espectáculo ambientado en una clínica de salud mental.

La obra se representa hoy y mañana en el Teatro Romano.

Un momento de la presentación de 'La cocina de los ángeles'.
Un momento de la presentación de 'La cocina de los ángeles'. / Belén Vargas

El tema de la locura posee un indudable magnetismo: al extravío de la razón y el abismo por el que se despeñan a veces las emociones se han acercado los artistas más diversos, intrigados o conmovidos por la extraña lucidez que conservan los dementes, la vulnerabilidad de quien ve traicionada su cordura, el calvario de quien no puede controlar el caudal de sus sentimientos, la épica de los parias y los alienados. Un creador como Juan Dolores Caballero, capaz de extraer un poderoso lirismo de las sombras de la condición humana, parecía llamado a explorar un asunto como éste, algo que hace en La cocina de los ángeles, el espectáculo que presenta hoy y mañana (a las 22:30) en el Teatro Romano y con el que cierra la programación de este año del Festival de Itálica.

El último montaje de Teatro del Velador, que Caballero codirige con la coreógrafa Pilar Pérez Calvete, sitúa la acción en un centro de salud mental y no desentona con la trayectoria que ha mantenido la compañía hasta ahora. "Contamos lo que contamos siempre, este mundo duro y oscuro que nos envuelve", reconoce el granadino. "Pero esta vez, lo vemos con más luz, más belleza", señala. Siete bailarines se mueven en "un espacio en blanco, lleno de tubos de neón" en esta aproximación a la locura. Caballero aclara que con la elección de un manicomio "no nos interesa hablar de la institución represora, sino de la individualidad, de los personajes. Esos hombres y esas mujeres no son culpables por estar así, nosotros los vemos como ángeles".

La obra se inspira en las teorías del sociólogo Erving Goffman, que trabajó en el concepto de estigma y exploró el descrédito al que se enfrentaban aquellos que no responden a los patrones de comportamiento adecuados. "La sociedad marca a quien no es como se espera. Pero todos tenemos un estigma", asegura el director de escena, que pidió a los bailarines que "no interpretaran, que bailaran más que encarnar a los personajes. Creo que las imágenes son de por sí bellas y ponen los pelos de punta, no hay que subrayar las situaciones", opina sobre una obra que aborda cuestiones como el castigo, el amor o la relación del individuo con el grupo.

"Hablamos de un mundo oscuro, como siempre, pero esta vez hay más luz", dice Caballero

Caballero se alía de nuevo en esta propuesta con Pilar Pérez Calvete. "Fue mi profesora de danza, hace 30 años. Ella me metió el gusanillo y me dio un escalón más para poder expresarme. Gracias a ella puedo dedicarme a la danza; si no la hubiese encontrado en el camino, estaría cojo", admite. En La cocina de los ángeles, además, coincide con su hijo, Sancho Almendral, que compone la música. Tanto ésta como la danza y la dramaturgia se crearon simultáneamente en un proceso "con momentos inquietantes, pero también muy enriquecedor", confiesa Pérez Calvete. "Ha sido complicado, sí", recuerda Caballero. "Uno decía dame una imagen, y otro respondía no puedo si no hay música, o esperad, ahora el personaje se ha quedado cojo. Esa dinámica de trabajo ha valido la pena... ahora que ha acabado", bromea.

Pérez Calvete, por su parte, celebró que habían conseguido "un casting estupendo. Con tres de los intérpretes ya contábamos, pero para los otros hicimos audiciones. Todos son andaluces menos una chica de Valencia que sí estudió en el Centro Andaluz de Danza, básicamente porque hemos tenido poco tiempo y necesitábamos a gente cercana".

El equipo de la obra, con los directores del festival.
El equipo de la obra, con los directores del festival. / Belén Vargas

Para la pieza, Sancho Almendral ha compuesto "una música sencilla, sin alharacas, que es a veces molesta y a veces más hermosa, que refleja el estigma de la locura pero también lo bello de las relaciones humanas", indica este compositor, hijo de Juan Dolores Caballero, que ha vivido como "un gran aprendizaje haber colaborado con mi padre y con Pilar".

En el vestuario, cuenta Juan Dolores Caballero, "los personajes van vestidos de muchos colores, que contrastan con el blanco del espacio, y dan también esa impresión de ropa prestada, regalada, que a menudo proyectan los enfermos mentales en una residencia".

La cocina de los ángeles es una producción del Festival de Itálica que tendrá en las representaciones de hoy y mañana su estreno absoluto. "La idea", expusieron los directores de la cita, Pedro Chicharro y Javier León, "es empezar a mover ahora los espectáculos que hemos producido para que tengan una gira y se vean en más sitios. Trabajos y esfuerzos como éste no deben quedarse aquí".

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