Viaje imaginario | Crítica
Un virtuoso barroco
Crítica 'Sacro GRA'
Sacro GRA. Documental, Italia-Francia, 2013, 93 min. Dirección, guión y fotografía: Gianfranco Rosi. Montaje: Giacopo Cuadri.
Como en Venecia, donde obtuvo el León de Oro, este documental italiano llega a la sección oficial del SEFF, tradicionalmente reservada para ficciones de autor, para demostrar tal vez que la amplitud de miras y la ausencia de fronteras entre formatos son el único camino de futuro para todo festival de prestigio que se precie.
Con todo, ese premio gordo tal vez le venga algo grande a un trabajo modelo Pompeu que quiere tomarle el pulso a la periferia romana, circundada por la ronda cuyas siglas (Grande Raccordo Anulare) dan nombre al filme, a través del retrato observador y distante de un puñado de personajes, solitarios, peculiares o excéntricos, que viven o trabajan en los alrededores del cinturón de asfalto.
Rosi escoge pasar su tiempo junto a un aristócrata venido a menos que alquila su palacio para todo tipo de eventos y rodajes, a un biólogo filósofo enfrascado en su particular batalla contra el picudo rojo que destroza las palmeras, de largo el tipo más fascinante del documental, a un padre culto que conversa con su hija en su diminuto apartamento, a un pescador de anguilas, a un solitario enfermero de ambulancia, a unas prostitutas viejas o a los fieles que se congregan esperando señales divinas procedentes del cielo.
El tapiz humano de Sacro GRA tiene sus mejores momentos en el destello bizarro de lo singular, en el aire surreal de lo insólito escondido entre la multitud, en el flujo de la vida como ciclo y como eco. En los peores, salvando las distancias, Rosi se acerca peligrosamente a los comandos actualidad y formatos similares de la falsa telerrealidad de nuestros días.
Uno hubiera deseado tal vez pasar más tiempo junto a ese científico loco que escucha a los bichos asesinos o espiando a ese padre con pinta de eremita y a su hija adolescente pegada al ordenador.
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