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El consejero de Cultura de la Junta de Andalucía, Luciano Alonso, dirige una misiva pública al ministro de Educación, Cultura y Deportes.

Luciano Alonso

20 de julio 2012 - 01:00

Como usted sabe, desde la construcción y posterior aprobación de nuestra Constitución, la cultura es un derecho. Un derecho de los ciudadanos y ciudadanas que, además, también está recogido en los Estatutos de Autonomía de las Comunidades Autónomas que conforman el Estado Español. El acceso a la cultura es un derecho universal. Y en ninguno de ambos textos fundamentales se entiende la cultura como mera mercancía. Este es el verdadero debate de fondo, abierto y puesto encima de la mesa por el Gobierno del Partido Popular tras el decreto aprobado por el Consejo de Ministros el pasado viernes, 13 de julio. Y esto quiere decir que, desde el próximo mes de septiembre, por ejemplo, las joyas o las antigüedades van a estar sometidas al mismo IVA que un disco grabado, una entrada al cine, al teatro, o a un espectáculo de danza. ¿Consideramos, por tanto, que la cultura es un artículo de lujo? Está claro que el Gobierno de Mariano Rajoy así lo entiende.

La actual crisis económica es evidente que nos obliga a tomar una serie de medidas entre todos, lo que no es admisible es utilizar la excusa de la crisis económica y financiera para la toma de decisiones que conlleven un cambio de modelo de país y una reforma constitucional implícita de nuestros derechos. En definitiva, imponer un cambio ideológico y político sobre el que el ciudadano y la ciudadana no se han pronunciado.

Sólo una comparativa de lo que el resto de los países europeos están aplicando en esta materia, nos proporciona un escenario de alternativas que el Partido Popular ni siquiera ha tenido en cuenta.

Por ejemplo, en Portugal (un país actualmente intervenido), el IVA de los acontecimientos deportivos profesionales ha aumentado hasta el tipo impositivo del 23%. Sin embargo, para los conciertos, espectáculos culturales (teatro, danza, cine, etc.) el IVA actual es del 13%.

En Francia, país europeo en zona de riesgo, hasta comienzos de año aplicaba el 5,5% en los productos y servicios relacionados con la cultura y espectáculos públicos de Ocio. El ex presidente Nicolás Sarkozy aumentó dicho impuesto al 7% en parte de dichos servicios.

El nuevo gobierno socialista francés, siendo consciente y responsable con la actual situación económica, ha anunciado que el IVA cultural volverá al 5,5%, pero a su vez ha tomado medidas que, si bien por una parte conlleva el efecto recaudatorio del impuesto, por otra inciden directamente en la potenciación y la política activa de crecimiento económico de determinados sectores. El cine tiene un tipo impositivo del 7%; sin embargo también se establece una tasa adicional al precio de la entrada que va desde el 10,76% al 16,8%, cuya recaudación se invierte directamente como fondo de apoyo al sector audiovisual francés.

El sector editorial es otro de los ejemplos a tener en cuenta. Francia eleva el tipo impositivo de los libros en soporte papel al 7%, pero iguala dicha imposición a los libros electrónicos, garantizando así que el sector equilibre y sea más competitivo en un mercado en constante crecimiento. Y, al mismo tiempo, carga una mayor imposición a todas aquellas publicaciones que tengan un contenido pornográfico o que inciten a la violencia hasta un 19,6%, dejando claro que este tipo de publicaciones no tienen el valor añadido cultural y social de la cultura que motiva y da sentido a los tipos impositivos reducidos. En definitiva, el gobierno francés no considera la cultura como un artículo de lujo sino como una apuesta por el enriquecimiento personal y colectivo de su país.

Irlanda aumentó el 1 de julio de 2011 su IVA cultural de un 4,5% al 9% para el sector turístico y de ocio. En el Reino Unido e Irlanda, el libro no computa IVA.

Como podemos comprobar, son muy dispares la regulaciones que en materia de IVA existen entre nuestros vecinos europeos, pero todos ellos tienen una pauta común que no ha seguido el Gobierno español, y que nos parece absolutamente injusta. Dichas decisiones han sido tomadas conscientes de las características y peculiaridades que los diferentes sectores de la cultura tienen. En ninguno de ellos la subida ha sido genérica y arbitraria como en España, donde sólo el libro escrito se mantiene exento de esta subida.

En mi primera comparecencia de esta legislatura en el Parlamento Andaluz como consejero de Cultura y Deporte ya solicité la complicidad y asumí la reivindicación del IVA superreducido a los libros electrónicos manteniéndose en los libros papel. Considerando que el apoyo al sector editorial debe estar enmarcado en aumentar su competitividad y modernización, aún más teniendo en cuenta el valor añadido del sector editorial español; por su alta capacidad de internacionalización gracias a nuestra Lengua. Del mismo modo, manifesté el apoyo y búsqueda de incentivos para la digitalización de fondos editoriales y audiovisuales.

Muchos son los sectores que van a verse afectados con estas medidas. En primer lugar el ciudadano, el cual se va a ver impedido o tendrá graves dificultades de acceder a las distintas manifestaciones culturales que hoy se consideran parte fundamental de nuestras vidas y que, en definitiva, hacen que nuestra sociedad esté más informada, formada y por tanto más libre. Y cómo no, algo fundamental, más reivindicativa. Pero también afecta directamente al tejido empresarial de las industrias creativas, un golpe bajo a una parte importante de la economía social andaluza.

Andalucía hoy es una gran marca dentro del cine español. Productores, actores, profesionales y público en general han posicionado en lo más alto de del séptimo arte la producción audiovisual andaluza. Una apuesta que hoy está cosechando grandes éxitos por todos reconocidos, fruto de años de esfuerzo, modernización y dinamización de este sector.

Sin embargo, en la situación actual, sin dar una respuesta a la piratería, con las carencias presupuestarias que tenemos las instituciones públicas, se aprueba una subida del IVA al 21% por la entrada en nuestros cines.

En el mundo de la música la situación es semejante, tanto desde el punto de vista del creador como también desde los promotores de eventos musicales. Andalucía es competitiva y lugar de citas ineludibles de prestigio internacional como sede de conciertos. Dicha actividad, la música en vivo, es un sector estratégico y con un gran crecimiento potencial que genera cientos de miles de empleos directos e indirectos en las grandes ciudades. La subida del IVA afecta directamente al público consumidor, pero también a la competitividad de nuestra comunidad como sede de organización de eventos, con lo que ello significa no sólo desde el punto de vista cultural sino también turístico.

Pero, lo más incomprensible, es que ya tenemos ejemplos. En Portugal se ha demostrado que esta medida ha sido contraproducente, puesto que el consumo de los actos culturales ha descendido en menos de un año desde su aplicación en un 45%.

No voy a seguir enumerando sectores para sumar otros muchos con referencias a esta nueva e injusta realidad, sea el de las artes escénicas, las artes plásticas, los teatros, los espacios alternativos, las salas de exhibición independientes, filmotecas, espacios de creación, museos, etc.

Permítanme solo otro ejemplo, ¿Y nuestro flamenco? Más del 80% de los creadores y empresarios del mundo del flamenco son de Andalucía. Un sector para el que la subida del IVA es un golpe difícil de superar, sector económico y cultural importantísimo y que representa nuestra identidad como sociedad andaluza y que redunda directamente en la economía de nuestra Comunidad.

Muchos somos los afectados; los productores y gestores culturales andaluces ya han puesto de manifiesto la incidencia en la destrucción de empleo y el empobrecimiento cultural de nuestro país. Es necesario que entre todos pongamos en valor la rentabilidad social, educativa y económica del sector de la Cultura como gran exponente de la economía social.

Apelo al debate y la reflexión para buscar fórmulas que garanticen la necesidad recaudatoria para la minimización del déficit, pero que, a su vez, influyan también en el fortalecimiento, la dinamización y el futuro de nuestra economía. Lo peor que le podría pasar a este País es que una crisis económica y financiera como la actual se convierta en una crisis social, que empobrezca a la colectividad.

La cultura, repito, es un derecho y una garantía social de libertad y solicito la complicidad y la ayuda de todos para que no se convierta en una mera mercancía accesible para unos pocos.

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