‘Carmen’, o el deseo en el siglo XXI
Danza
Ullate se despide de la coreografía con este montaje, que visita el Maestranza el miércoles y el jueves
Lucía Lacarra da vida a una versión actualizada del mito que fascinó a Bizet
Sevilla/A Víctor Ullate solían sugerirle que se inspirara en Carmen, pero el coreógrafo contemplaba aquella historia creada por Mérimeé y a la que puso música Bizet como un material "trillado", aunque con el tiempo supo encontrar una vuelta de tuerca que despojara aquel argumento de sus muchos tópicos y lo trajera al siglo XXI gracias a una mirada "contemporánea, vanguardista, rompedora". Para esta Carmen, que se representa este miércoles y jueves en el Teatro Maestranza, Ullate ha convertido a su heroína –interpretada por Lucía Lacarra– en una modelo de alto standing que de noche ejerce como scort, una de las audacias de una versión que convierte a la muerte en un personaje más de este drama y que incluye fragmentos audiovisuales, como un desfile grabado en el Palacio de Longoria, la sede de la Sociedad General de Autores (SGAE) en Madrid.
Ullate, que asegura despedirse con esta coreografía, ha tenido "un éxito tras otro" gracias a este montaje. "Al público le sorprende, le entusiasma. La semana pasada hicimos la Suite de Carmen en el Teatro Bolshói de Moscú y fue un regalo ver a una Lucía Lacarra maravillosa bailar junto a mi hijo [Josué Ullate]", recuerda el maestro, que en su obra mantiene "ese toque español que yo le doy a mi trabajo", aunque, advierte el director artístico de la compañía Eduardo Lao, por esta revisión del mito sevillano no hay "mantones, no hay castañuelas ni puros, pero la mujer libre, la esencia de Carmen, está ahí".
Lao es quien se ha encargado de crear los vídeos, una aventura que la compañía vivió con emoción. "Nunca habíamos hecho algo así. Tuvimos dos días de rodaje, con un equipo de maquillaje y todo lo que hace falta para una película", comenta. A la modernidad de la relectura contribuyen también la música de Pedro Navarrete, que ha planteado una Carmen "contemporánea y eterna" combinando la partitura de Bizet con "percusiones étnicas y tambores japoneses"; el espacio escénico de Paco Azorín, que ha ideado una propuesta "alejada de todo constumbrismo" y que con una estructura de elementos móviles recrea un no lugar por el que se suceden las distintas secuencias; y el vestuario de Anna Güell, que se ha inspirado en "referentes visuales de estéticas futuristas, tanto en la moda como en el cine, desde los diseñadores que bebieron del punk y el glam de los 80 hasta las películas de Luc Besson", aunque para otros pasajes también ha optado por corazas de gladiadores y "metales nobles usados en la época medieval".
En manos de Ullate, la antigua cigarrera sigue siendo la mujer "fatal, coqueta, seductora" que "encuentra en la sociedad que la rodea un marco estrecho que la encorseta y del que quiere escapar", pero esta adaptación ha procurado darle más relieve y hondura al personaje. "No es la primera Carmen a la que interpreto -dice Lacarra-, pero la diferencia es enorme. Se la suele retratar como una mujer de una sola dimensión, pero aquí es alguien prisionero de sí mismo, que está jugando con su vida, que en cierto modo se autodestruye pero no sabe cómo detenerlo. Hay muchos momentos en los que está sola ante la muerte, le da miedo y lo disfruta. Ha entrado en un círculo vicioso y no sabe cómo detenerlo", expone la intérprete, que dice que la experiencia –una espectacular trayectoria en la que ha obtenido reconocimientos como el Premio Nijinsky, el Benois o el Nacional de Danza– le ha ayudado a desarrollar el "instinto" para identificar "los papeles que quiero bailar. Y con esta Carmen tengo tantos matices, tantos estados de ánimo, que no lo considero un rol, sino un ser humano".
Tras triunfar en destinos como Marsella, San Francisco o Múnich, Lacarra tomará el testigo a Eduardo Lao y asumirá la dirección artística del Víctor Ullate Ballet a partir de la próxima temporada. "Por mucho que me fuera joven y bailara en varias compañías, siempre he sentido que ésta era mi casa. Yo nací como bailarina en la escuela de Víctor, y él fue la primera persona que me dio un voto de confianza y me subió a un escenario", manifiesta. Defenderá el legado de Ullate y Lao, obras maestras como El Amor Brujo, Wonderland o Coppélia, pero también aportará un nuevo repertorio, anuncia, "para que los bailarines aprendan, se motiven, evolucionen".
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