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Carmen Solís | Soprano
La seduzione. Verdi Songs
Giuseppe Verdi (1813-1901):
1. Deh, pietoso, oh Addolorata
2. La seduzione
3. Stornello
4. Cupo è il sepulcro e mutolo
5. É la vita un mar d'affanni
6. Ad una stella
7. In solitaria stanza
8. L'esule
9. Non t'accostare all'urna
10. Lo spazzacamino
11. Il tramonto
12. Il poveretto
13. Nell'orror di notte oscura
14. Il mistero
15. Brindisi
Carmen Solís, soprano; Rubén Fernández Aguirre, piano. IBS Classical
Es una de las voces más verdianas del panorama nacional. Además de demostrarlo en los escenarios de medio mundo, Carmen Solís (Badajoz, 1978) ha querido llevar al disco su pasión por el compositor acercándose a su faceta menos conocida, la de las canciones.
–¿Cómo surgió la idea de este programa y de este disco?
–Rubén y yo llevamos siete años trabajando juntos. Y la primera vez que nos juntamos fue ya con canciones de Verdi. Siempre las he intentado meter en mis conciertos, porque es un repertorio no muy conocido. Y está por supuesto la belleza de la música de Verdi, que nos fascina a los dos. Él además me considera una soprano verdiana, y piensa que puedo hacer bien este repertorio. Cuando surgió la idea de grabarlo con IBS, hablamos en principio de meter también canciones de Puccini, pero al final, contando también con la opinión de Paco Moya, nos decidimos por el monográfico Verdi. El resultado del CD no es sólo la idea peregrina de alguien, sino producto de las reflexiones y el trabajo de un equipo de tres personas.
–El repertorio es desde luego poco conocido si se lo compara con la ópera. ¿Qué hay de operístico en estas canciones?
–Muchísimo, por no decir casi todo. Pareces estar escuchando ópera todo el rato. Esto parece salido de Trovatore, esto parece Don Carlo… Pero lo esencial no es tanto que puedas vincular algunas canciones con determinadas óperas, sino que las canciones son prácticamente arias, así que cada una es como una pequeña ópera en miniatura. Hay algunos fragmentos más íntimos, liederísticos, claro, pero yo las he afrontado como arias. La música te lleva. Por la expresividad tan verdiana, por el fraseo. Está claro que el tratamiento pianístico no es lo mismo que la textura que te da una orquesta, pero te impulsa mucho. Estás escuchando partes en la que dices aquí entra la orquesta, hay otras en las que parece que el coro te está respondiendo. Hay que tener en cuenta que Verdi componía sus canciones para hacerse conocer en formato pequeño y facilitar a los empresarios que conocieran sus posibilidades a la hora de componer óperas. Era una forma de promoción de su música entre aquellos que luego pudieran contratarlo para lo que realmente le interesaba, que era vender sus óperas.
–El CD se titula La seducción, como una de las canciones, ¿qué hay aquí de seductor para un aficionado a la música clásica que no sea necesariamente operófilo?
–Le dimos bastantes vueltas al título. En principio pensamos en un simple Verdi Songs. Fue idea de Paco utilizar el título de una canción. La palabra Seducción nos parecía bonita y llamativa. El disco tiene mucho de seductor para el oyente que conoce a Verdi, porque le ofrece un repertorio diferente. Pero luego desde el punto de vista del propio Verdi tiene un sentido, porque él escribió estas canciones para seducir a los empresarios que podían contratarlo.
–¿Cuál es su canción preferida?
–Justamente La seduzione es mi preferida. Luego está L’esule también, donde yo diría que está todo Verdi, desde el principio a fin. Es como si escucharas cualquier aria de Trovatore o de Otello. Pero si me tengo que quedar con una es con La seduzione.
–¿Usted también se considera a sí misma como una soprano verdiana?
–Sí. Los cantantes tenemos que adaptarnos a lo que la naturaleza nos ha dado. Eso, unido a la formación que tuve, y a las oportunidades que he tenido de enfrentarme al repertorio verdiano, hacen que me considere básicamente una cantante verdiana y verista.
–También ha hecho mucho Puccini y viene de hacer unos Pagliacci en Bolonia.
–Sí, he hecho también Mozart. Con la Condesa de Las bodas de Fígaro me identifico mucho. Pero Puccini y Verdi son los dos compositores con los que me siento más a gusto.
–¿Es Carmen Solís ya una lírica spinto?
–No me gusta definir las voces así. Hay muchos especialistas que me consideran lírica pura con tendencia a spinto, es verdad. Pero me gusta más definirme por los roles que puedo afrontar. Es cierto que he hecho papeles de cierto peso. Mucho Trovatore, sí, pero en Trovatore hay mucho lirismo, como en La traviata, que es un personaje que tiene de todo. He hecho mucho Réquiem de Verdi, mucha Tosca, Butterfly... De Puccini he hecho bastante.
–Ha hecho Liù, pero no Turandot. ¿Habrá alguna Turandot?
–De momento no se sabe cómo va a evolucionar la voz. Empiezas y dices, bueno, pues yo eso lo podré cantar dentro de diez años. Y de repente te proponen Un ballo in maschera y tienes que cantarlo. Creo que mi voz no ha evolucionado demasiado. A punto de cumplir 42 años, veo que puedo afrontar los mismos papeles que hace diez años. Por supuesto que estos roles se pueden mirar desde otro punto de vista, con una madurez diferente. Pero lo básico de mis registros lo conservo y espero que durante mucho tiempo. A medida que la voz crece se van ganando graves, pero yo apenas siento todavía cambios a ese nivel en mi instrumento. El cambio ha sido más a nivel de expresión, de maduración musical, escénica, que es también fundamental.
–¿Un cantante de ópera aprende a actuar cuando ya es profesional?
–Lo ideal es ir desarrollando esa faceta mientras se estudia. Uno se prepara musicalmente pero también se forma escénicamente. Aunque es cierto que es la experiencia lo que te hace crecer. Entre otras cosas, porque no es lo mismo estudiar en una sala pequeña con un piano, que llegar a un teatro y enfrentarte con una orquesta. Y eso sólo se puede aprender allí, cuando trabajas.
–¿Ha tenido alguna experiencia difícil con algún director de escena?
–Me he encontrado con alguno que otro un poco tirano, de esos que te tratan de forma bastante inaceptable, diría yo. Eso me ha pasado también con algún director de orquesta. Sí ha habido algún momento tenso. Pero no es la norma. Si el director de escena es inteligente sabe que no puede pedirle peras al olmo. Si te piden algo que no funciona, lo mejor es no hacerlo. Al final con inteligencia y sentido común todo se puede llevar. Yo soy una niña muy buena y muy obediente. Hago lo que me dicen. Me gusta mucho dejarme aconsejar por los directores de escena. A medida que he ido madurando me atrevo también a proponer cada vez más cosas. Pero soy más de esperar instrucciones. Así se aprende mucho.
–¿Cómo ha sido esa experiencia de Pagliacci en Bolonia? El Comunale era un teatro con muchos problemas.
–Muy buena experiencia. Era la primera vez que cantaba en ese teatro, tan importante, y he visto un gran nivel. Yo conocía ya al director artístico, que es también el sobreintendente, Fulvio Macciardi. Me lo encontré en Trieste. Me han gustado mucho los repartos.
–¿Cómo es triunfar en Italia con ópera italiana?
–Significa mucho. Porque lo tienen como algo muy suyo. Y más una ópera como Pagliacci, que el público se la conoce al detalle. A ver esta que viene de fuera... Llegar allí y ponerse a cantar ante ese público es una gran responsabilidad.
–¿Había hecho Pagliacci en escena?
–Sí, la hice en Santiago de Chile.
–¿Dan los teatros españoles oportunidades a los cantantes jóvenes?
–En mi caso, hubo dos teatros que me dieron la oportunidad de debutar: Oviedo y Bilbao.
–Javier Menéndez está ahora en Sevilla. ¿Ha tenido algún contacto con él?
–Nos hemos visto hace poco y está pendiente una conversación. En el Maestranza he hecho dos producciones de zarzuela: una antología que hizo Gustavo Tambascio, titulada The Spanish Musical, que estaba muy bien; y Entre Sevilla y Triana de Sorozábal. De momento no tengo nada nuevo, pero espero volver cuanto antes.
–¿Algún rol que esté incorporando?
–Sí, tengo que preparar Alzira de Verdi, porque voy a hacer un cover con el papel.
–La opera que Verdi dijo que le salió brutta [fea].
–Sí, será por eso que no se hace apenas. También está Jerusalem, que dicen que tampoco es demasiado bonita y se acaba de hacer en Bilbao.
–¿Cómo es prepararse un papel de esos para un cover que es posible que no tenga ocasión de hacer más?
–Es más desagradecido cuando son óperas contemporáneas, que también he hecho alguna, y eso sí que es raro que se vuelva a hacer. Obras como esta son raras, pero en algunos sitios sí que se programan, y tenerla preparada tiene la ventaja de que hay menos competencia. Además, al fin y al cabo es música de Verdi, que te aporta cosas interesantes siempre. No me resulta un trabajo ni excesivamente complicado ni desagradecido.
–¿Algún otro proyecto en marcha?
–Estoy en gira con un espectáculo de Albert Boadella en el que tengo que cantar, actuar y hasta tocar el piano. He tenido que prepararme, porque hacía años que no lo tocaba. Estuvimos en los Teatros del Canal y ahora el 11 de enero vamos a San Lorenzo de El Escorial. Es una obra de teatro que escribieron entre Boadella y Martina Cabanas. ¿Y si nos enamoramos de Scarpia? se titula. Y es muy interesante, y está muy de moda, porque habla de feminismo. Somos tres actores-cantantes en escena, María Rey-Joly, Toni Comas y yo. Estamos preparando una gala lírica para el día siguiente, y entre discusiones e idas de olla, cantamos muchísimo, tenemos mucho texto, mucha música. Podría contarle más, pero es mucho mejor verlo.
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