Alba Molina | crítica
No lo es ni pretende serlo
CINE
Un pequeño pueblo de Extremadura con ese calor sofocante del verano que no permite descansar. Este es el escenario de Cerdita, la ópera prima de Carlota Pereda, que fue nominada en seis categorías de la última edición de los Goya. Su protagonista, Laura Galán en el papel de Sara, se alzó finalmente con el cabezón como mejor actriz revelación. Su personaje debe hacer frente al acoso, a la gordofobia, a la incomprensión en un thriller que cuenta con todos los ingredientes: gore, denuncia social y una negra ironía. Carmen Machi, que interpreta a la madre de la protagonista, ha estado esta semana en Sevilla para presentar el largometraje con el ciclo El gran viaje de la gran pantalla. Una propuesta de la Academia de Cine con el operador de viajes Icarión.
"Conozco a Laura Galán desde hace muchísimos años y cuando vi el corto de Cerdita me volví loca. Una día me dijo que se iba a hacer el largometraje y, al poco tiempo, Carlota Pereda me llamó para hacer de madre", explica Carmen Machi a Diario de Sevilla en cuanto a cómo llegó a la cinta. "Ese año lo pasé muy mal, porque rodé seis películas y tuve que encajarla como pude, pero por mis narices que la hacía. Era una película imperdible y sin haber leído el guion". Coincidió con el fin de la pandemia y los rodajes volvieron a reanudarse. "Llegué a Extremadura sin ensayar la película y me encontré con un ambiente de trabajo y con una sabiduría enormes. Lo rural tiene algo que acompañaba súper bien a la película y fue muy mágico".
En el filme interpreta a una madre "que no ve a su hija, ni es consciente de sus problemas, es una analfabeta emocional". En el papel de su hija: Laura Galán. Ambas actrices eran amigas antes del rodaje y se profesan una admiración mutua. "Verla a ella ha sido el gran viaje para mí. Como actriz y como ser humano. Laura diría que no sufre, ni ha sufrido nunca, el problema central del bullying o el señalamiento que ha sentido su personaje", recalca Carmen Machi, quien pone en valor que "Cerdita simboliza la misión de un actor, que es poner voz, carne y mirada para que los seres humanos que nos observan sientan que somos de carne y hueso".
Precisamente, el acoso es uno de los puntos clave de la película y la denuncia hacia el bullying ha creado "una conciencia de reflexión importantísima", especialmente en el público más joven, con temas como la gordofobia: "Ha habido mucha gente avergonzada por su comportamiento ante una situación así. Muchos jóvenes se han visto reflejados y las personas con cuerpos diferentes han dejado de sentirse señaladas".
Además, el hecho de que sea un thriller ha provocado que el impacto sea el "triple". "A mucha gente le sorprendió que estuviera rodada por una mujer por el género que es. Parece que el thriller es patrimonio masculino", recalca la artista.
Sobre el enfoque que le ha dado Carlota Pereda, la veterana actriz señala que "no sabe cuál habría sido la óptica si la hubiera rodado un hombre". El relato se configuró a partir de las vivencias de su directora. También en Extremadura, la directora iba por las tardes a escribir a una piscina, donde coincidía con una chica con exceso de peso bañándose sola. "A partir de aquí escribió un guion en el que planteó que esta mujer se bañaba sola para que no la vieran y no tener que mostrar su cuerpo", tal y como hace la propia protagonista durante la cinta.
Un debut de su directora con el que Carmen Machi ha disfrutado muchísimo. Opina que las óperas primas "tienen algo que no tiene el resto. Aprendes tanto cuando trabajas con personas que tienen ese sueño que por fin han conseguido levantar que eso no me lo quiero perder". De hecho, una de sus últimas apuestas ha sido por Todos tratamos bien a las mujeres, largometraje en el que la la figurinista Clara Bilbao salta a la dirección.
A pesar de contar con una extensísima filmografía, la actriz confiesa a este periódico que normalmente se distancia de los personajes cuando finalizan los rodajes. "No me gusta nada irme con ellos a casa, me aburre soberanamente eso. Pero el monólogo de Helena de Troya en Juicio a una zorra, de Miguel del Arco, me ha sucumbido. Esa sensación de catarsis con el público es la única vez que me ha pasado en mi vida. También podría decir que me ha pasado con La tortuga de Darwin, y hablo de dos montajes de teatro".
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