Sin miedo

Adiós a Carmen Laffón

Como ha ocurrido con otros grandes artistas, al final de su carrera se liberó de ataduras del pasado

Carmen Laffón, en el año 2014, en la exposición ‘El paisaje y el lugar’, la primera de las muestras que le dedicó el CAAC.
Carmen Laffón, en el año 2014, en la exposición ‘El paisaje y el lugar’, la primera de las muestras que le dedicó el CAAC. / Antonio Pizarro
Juan Antonio Álvarez Reyes

07 de noviembre 2021 - 23:11

En su última etapa creativa Carmen Laffón alcanzó una gran libertad formal, tal y como recogimos en la gran muestra que en 2014 organizó el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, comisariada por el profesor Juan Bosco Díaz-Urmeneta, fallecido hace unos pocos meses. Recordar esa exposición ahora, de la que todos quedamos tan satisfechos, supone en estos momentos un hecho doloroso por la pérdida de ambos, dos de las personas con las que más pude compartir sobre arte en Sevilla. De pronto, seguido uno tras otro, ya no están entre nosotros.

Debo reconocer que durante la preparación de esa exposición, el comisario y el director del CAAC nos confabulamos para que el resultado de la muestra fuera lo más radical posible. Teníamos claro qué sí y qué no debería estar. Frente a ello, Laffón iba poniendo en una estantería de su estudio sevillano las obras rechazadas a pequeña escala que había hecho para colocarlas en una maqueta de las salas. Les refusés, decía con una resignada elegancia. Pienso ahora que, gracias a esa exposición en la que disfrutamos y sufrimos tanto, Carmen Laffón vio claramente lo que había conseguido desde finales del siglo XX y lo que aún podía seguir haciendo, pese a que no le quedaran muchos años. Su última serie, La sal, a la que también dedicamos una exposición recientemente, es fruto de esa ambición y de ese saber hasta dónde se puede llegar.

Como ha ocurrido con otros grandes artistas, al final de su vida Laffón se liberó de una parte de las ataduras del pasado e inició un nuevo momento creativo, basado en las grandes series, que sorprendió y, también, por qué no decirlo, deslumbró por esa libertad y radicalidad respecto a lo que había sido su trayectoria anterior. Fue una gran seguidora aplicada del arte contemporáneo, puesto que hasta poco antes de la pandemia viajaba constantemente y, como su amigo y pintor Gerardo Delgado, veía prácticamente todas las exposiciones allá donde iba. Estaba al tanto de lo que ocurría y quería conocer a los artistas más jóvenes, sobre los que tenía opiniones certeras. Pues bien, el arte contemporáneo le supuso, como comentó en una ocasión, no tener miedo. Y ese no tener miedo, sobre todo en las últimas décadas de su vida, le llevó a dar lo máximo de sí y adentrarse por nuevos caminos que sitúan su obra entre lo más destacado del arte español del último medio siglo.

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