"Con el Carambolo se explica la fundación de Sevilla"
Patrimonio
El profesor invita a disfrutar de la "fascinación de estar viendo un original" que en tres décadas sólo ha salido de su caja de seguridad para mostrarse al público cuatro veces
Fernando Amores y Juan Luis Escacena, profesores de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla, son los comisarios de El Carambolo, 50 años de un tesoro, la exposición de esas piezas "únicas" encontradas en Camas y que contienen tantas señales de la fundación de Sevilla. "Es absurdo poner un precio al tesoro, pero cuanto más se estudia éste, adquiere un valor más sobresaliente. Cuando la Ley de Patrimonio Histórico habla del enriquecimiento del mismo... enriquecimiento es tener más, pero siempre es también saber más", dice Amores, con el que hablamos de las claves de la muestra.
-¿En torno a qué ideas se ha articulado la exposición?
-Convergen varias cuestiones. Hay una fundamental: aprovechar la efeméride. Otra es aprovechar las nuevas excavaciones que se hicieron entre 2002 y 2005, que fueron tuteladas por la Universidad en un proceso en el que yo mismo participé. Hubo hallazgos que cambiaron las hipótesis precedentes y que dieron la razón a muchas ideas nuevas en la interpretación del tesoro que en la última década se habían ido apuntando. Así que también queremos reflejar cómo funciona la ciencia; que hay hipótesis, pero que pueden ir cambiando, y que durante casi 50 años se ha pensado de una manera sobre el Carambolo y ahora se piensa de otra. Y de paso brindamos un homenaje a Juan de Mata Carriazo. Nos parecía, más que justo -ya que nunca fue ninguneado-, lógico, porque fue él quien impulsó la cuestión tartésica.
-Esas nuevas ideas de las que habla ya se han difundido de una manera u otra. ¿Cuáles son las principales conclusiones?
-Antes se pensaba que el Carambolo era un poblado tartésico, entendido como poblado indígena, que tenía relaciones con los fenicios. Ahora entendemos que el Carambolo fue un santuario muy importante y fenicio, fenicio puro, dedicado a la diosa Astarté y al dios Baal, la pareja divina de la religión de los fenicios. Se ha corroborado también que el tesoro no es parte del atuendo de un rey tartésico, sino que es el ajuar de un sacerdote. Había dos ajuares paralelos, similares aunque con diferente función, que se empleaban en sacrificios de bóvidos, vacas para Astarté y toros para Baal. Los pectorales, que de hecho tienen forma de piel de toro, irían sobre la testuz del animal y el ajuar sobre el lomo, al modo en que se visten hoy los toros para el Rocío. Y el sacerdote se ponía el collar, los brazaletes. Todo concuerda: se han encontrado los altares y el complejo arquitectónico responde perfectamente a esta teoría. Sigue habiendo muchos matices sobre Tartessos, pero lo que está claro es que no era esa civilización riquísima, indígena y con miles de años... sino que es fruto de lo que ocurre en esta zona con la colonización fenicia. Por ejemplo: América es lo que ocurre después de la colonización europea, de manera que los mayas y los aztecas siguen siendo mayas y aztecas, pero ya bajo un orden político nuevo. Bueno, eso aquí no fue así. Aquí, sin esa civilización fenicia no habría existido tartessos. Lo que ocurrió aquí desde el siglo IX al VI a.C. en la época de la civilización fenicia, eso es la médula de Tartessos.
-¿Qué implicaciones tiene esta reciente interpretación?
-Hay una idea muy rotunda: con el Carambolo se explica también la fundación de Sevilla. Stal, el primer nombre de Sevilla, era la ciudad fenicia, y frente a ella, cruzando las aguas y sobre un promontorio, estaba el santuario. Ahora el tesoro es propiedad del Ayuntamiento, que es casi un ejemplo de justicia milenaria, en cierta medida se ha rescatado un tesoro que se escondió en su santuario primitivo.
-Esto debe ilustrarse con piezas. ¿Cuáles son las más destacadas?
-Hay muchas nuevas, de las que salieron en las últimas excavaciones, y de las antiguas. También algunas réplicas, para explicar las teorías. Y habrá sorpresas... Hemos incluido además muchas piezas del entorno tartesso, de Carmona, Alcalá del Río, Marchena, Huelva... La exposición no es de Tartessos, aunque hay que hablar lógicamente de Tartessos. Han venido piezas de Huelva, Cádiz y Almería, fundamentalmente, y también del Museo Arqueológico Nacional de Madrid,de Badajoz, de un pequeño museo de Castroverde [un pueblo de la región de Alentejo, en Portugal]. Son piezas que ilustran el discurso, didácticas. Como otra que procede de Alicante: una cabeza de toro, hecha en caliza, con las huellas en la frente de una pieza en forma de piel de toro. Esas formas de piel de toro, que nosotros hemos llamado taurodermis, están apareciendo por toda la Península Ibérica de una forma casi obsesiva en los santuarios. Creemos que el toro se sacrificaba y sobre el altar con su piel se quemaban sus vísceras, y ese humo era el que agradaba a Dios. Así que esta forma de piel de toro absorbe la totalidad de esa ideología, de la misma manera que hace la cruz para el cristianismo.
-¿Qué más cosas dice este tesoro de la sociedad que lo utilizó?
-El santuario del Carambolo es ahora mismo el más grande fenicio encontrado en todo el Mediterráneo. Así que aquí había operaciones comerciales y culturales de mucha, mucha envergadura. Tenemos que pensar que este lugar fue visitadísimo por multitud de fenicios y por gentes de aquí, indígenas. Los santuarios funcionaban también como centros donde se emitían oráculos, como testigos de operaciones comerciales y avalistas, así que en cierto modo eran como bancos también. El Carambolo servía además de observatorio, ya que era el lugar más alto del entorno. Estamos hablando de un importante centro de decisiones, de consulta, y también de un lugar donde se sacralizó este territorio.
-¿Qué pieza cree que llamará más la atención del público?
-Yo creo que lo más importante es la fascinación de saber que está uno ante un original. Quien esté muy familiarizado con el tesoro sabrá diferenciarlo de la réplica, pero a la mayoría les parecerán unos y otros casi iguales... así que hablamos en cierto modo de un acto de fe. Aparte de esto, también la nueva interpretación del tesoro.
-¿Qué atención han recibido estas piezas fuera de Sevilla?
-Es muy conocido, entre otros motivos porque es muy raro: no es un tesoro femenino (diademas, collares...), de los que hay muchos aunque sean diferentes entre sí. Éste es único en todo el Mediterráneo. Su valor para la arqueología fenicia es fundamental; cosas que no tienen en el mundo fenicio, en Líbano, Chipre o Cartago, las tenemos aquí. De hecho, a partir de ahora, nuestra intención es llevar esta exposición al extranjero para consolidar estas ideas. Pienso que el tesoro va a viajar, quizás sus réplicas...
-¿En qué punto está el proyecto?
-Ahora mismo es sólo una idea, aunque ha habido ya algunos contactos. Nos gustaría proponerla a un lugar de Oriente y a otro de Occidente, los dos con peso. Israel e Inglaterra, por ejemplo.
-Algo esencial: ¿qué pasará después de esta exposición? ¿Tiene sentido que el tesoro vuelva a la cámara de seguridad de un banco?
-Bueno... Yo no soy del museo. Es muy fácil decir cosas que son muy complicadas porque hay dificultades que no se conocen...
-Pero como experto tendrá alguna preferencia, algún deseo.
-Ya se sabe que el Arqueológico va a entrar en obras para una reforma profunda, dure lo que dure. Yo supongo que lo llevarán a la cámara de seguridad, porque además la sala de exposiciones eventuales sirve precisamente para exponer otras cosas. Hay cuestiones complejas, como la seguridad. Ahora bien, cuando el museo esté ya perfectamente organizado... Pero yo pienso que volverá a su caja de seguridad. Eso le da más valor a esta muestra, esa cosa tan sevillana de haber visto ya o no el tesoro.
-Vamos, que le gustaría que se quedara en el Arqueológico.
-Es que es el sitio lógico. Estaría arropado por un discurso completo, junto a otros tesoros romanos, turdetanos, de distintas fechas. Siempre se ha dicho que es el segundo museo arqueológico más rico de España, pero yo diría que en muchísimos aspectos es el gran museo del país. Porque sigue creciendo de manera exponencial. El de Madrid tiene piezas importantísimas, pero no crece, está cerrado.
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