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José Domínguez 'El Cabrero'. Cantaor
José Domínguez El Cabrero (Aznalcóllar, Sevilla, 1944) es uno de los cantaores más reconocidos del panorama actual y una de las personalidades más significativas que ha dado el flamenco en las últimas décadas. Después de casi 40 años sobre los escenarios, el talante y la personalidad del Cabrero han hecho que sea una de las figuras más solicitadas en los festivales. Mañana será uno de los protagonistas de La Noche Blanca del Flamenco de Córdoba, con una actuación en el Teatro de la Axerquía, donde compartirá cartel con el cantaor Luis de Córdoba, el bailaor Rafael del Pino Keko y los guitarristas Alberto Lucena y Manuel Silveria.
-Aunque es uno de los cantaores más importantes del momento, usted nunca ha querido dejar de lado a sus cabras. ¿Cómo ha compaginado su oficio de cabrero con el cante?
-El flamenco nunca me ha impedido seguir con las cabras, ni al revés. Cuando vuelvo de cantar, para reponerme cojo el bastón... y al aire.
-El negocio de las cabras dejó hace tiempo de ser rentable. Sin embargo, usted ha continuado con él en lugar de dedicarse plenamente al flamenco. ¿Por qué motivo?
-Porque me gustan las cabras, siento pasión por ese oficio y por los animales, y porque ahí, en los espacios abiertos, extiendo la vista y es cuando me siento en libertad.
-A pesar de que sus comienzos fueron difíciles, poco a poco consiguió abrirse paso en el mundo del flamenco. ¿Qué actuación recuerda con especial cariño?
-Muchas. Ha habido noches de gran comunicación con el público y si encima me cogió bien... pues agradece uno haber estado a la altura de los espectadores.
-Uno de los factores por los que ha sido criticado es su concepto del cante, basado en la rebeldía y en la denuncia de las injusticias. ¿Por qué cree que algunos sectores del flamenco no aceptan su forma de expresión?
-Yo soy un cabrero que canta y escribe la mayoría de lo que canta, y nunca me he propuesto que llueva a gusto de todos.
-¿Ha tenido problemas a lo largo de su carrera profesional por esa vena crítica?
-Yo no. Los problemas son del que ha escrito lo que no soy. Como uno que escribió que El Cabrero sólo sería el cantaor de la Transición. ¿Se equivocó o no? Pues en otras cosas también se han equivocado.
-Pese a la reticencia de ciertos círculos, está considerado como un fenómeno social por su genialidad y su talante. ¿Qué apoyos ha tenido?, ¿qué papel ha jugado el público en su carrera?
-El público juega todo el papel en mi éxito y también las empresas que han atendido las peticiones de ese público y me han contratado. Apoyo de otro tipo yo no he tenido ninguno.
-Desde sus inicios ha ofrecido un repertorio basado en los palos más tradicionales. ¿Qué opinión tiene de la fusión del flamenco con otros estilos?
-Ya lo he dicho dos mil veces: el flamenco es un río y sus afluentes, los cantes. También es como el aceite: Andalucía es tierra de aceite de oliva, sin aditivos, sin otras pringues. Otra cosa es vender más kilos en nombre del aceite puro de oliva.
-También es usted un apasionado del tango. ¿Ha pensado en algún momento fundir estos dos universos?
-Yo siento el tango y el flamenco por separado, cada uno en su ambiente, con sus anhelos, historias y paisajes. Nunca se me ocurriría mezclarlos porque le tengo mucho respeto a lo que tengo por tango y a lo que tengo por flamenco.
-¿Cuál es su próximo proyecto?
-Seguir con mi gira de verano, y después voy a grabar un disco flamenco que se va a llamar Pastor de Nubes. A ver si está listo este invierno.
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