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Cantaores adelante

Flamenco

Presentamos sendas grabaciones de dos cantaores que han hecho su carrera en el acompañamiento

David Carpio con Manuel Valencia, guitarra, Chicharito y Carlos Grilo, derecha.
Juan Vergillos

21 de mayo 2018 - 08:34

La ficha

'Con la voz en la tierra'. David Carpio. Producido por Santiago Lara. El Flamenco Vive.

'Universo Pastora'. Israel Fernández. Producido por Carlos de la Jacoba. Universal.

Estamos ante dos artistas que han hecho su carrera en el acompañamiento al baile y que publican sus nuevos trabajos discográficos con el objetivo de hacerse un hueco en el exigente mundo del cante solista. David Carpio (Jerez, 1975) publica su segundo disco tras Mi verdad (2014) registrado en directo en su tierra natal. Se trata de Con la voz en la tierra y cuenta con una mayor producción aunque sigue siendo, fundamentalmente, un disco de flamenco inmediato, visceral. La taranta es el cante más corto y afilado, con la guitarra sutilísima de Santiago Lara, productor de Con la voz en la tierra. Los tangos del Piyayo eran seguramente una guajira antes de que Antonio Mairena los grabara con el nombre de Tangos de Málaga, y con este ritmo, en 1958. La letra, que firma el cantaor, hace referencia al propio Piyayo en un cante que, tras su primera copla, deriva hacia un tango porteño: aunque como la propia letra señala, más que ante un tango, estamos ante un punto cubano, esto es, una guajira flamenca. El romance se presenta como deudor del Negro del Puerto aunque la segunda parte del mismo tiene como referente, de nuevo, a Mairena en su ritmo de soleá bailable. Con un arreglo muy contemporáneo de Santiago Lara. La soleá, uno de los estilos bandera de Carpio, presenta el curioso acompañamiento del contrabajo de Pablo Martín para los cantes de Triana. Con homenajes sentidos a Mairena y Marchena. La seguiriya es el estilo más clásico que incluye esta obra y con el clásico acompañamiento de guitarra de Manuel Valencia. Intensa, dramática, de jerezanísimo sabor, sin duda el número más fresco, directo y certero de este disco. Además es el corte más extenso. Los fandangos son un homenaje a los cantaores de Jerez: Manuel Torre, Isabelita de Jerez. Con las deliciosas castañuelas de Mercedes Ruiz. La milonga posee una bellísma introducción de guitarra para pasar al tema libre de ritmo que desemboca, finalmente, en una bambera fiera, con estribillos.

El disco incluye dos cortes por bulerías: Los colores de la esencia que firma David Lagos, con estribillos y coros a cargo de Marce y El Londro y el soniquete maravilloso de Diego del Morao. De hecho el tema es un homenaje a Moraíto. A mi pare y a mi mare, para cerrar el disco, es un cante más tradicional, una bulería en tono mayor, de nuevo con la guitarra de Manuel Valencia. Poderosa, porque la fuerza es una de las señas de identidad de este cantaor, aunque no exenta de humorismo.

Israel Fernández (Toledo, 1999), por su parte, publica su tercer disco como solista tras Naranjas en la nieve (2009) y Con hilo de oro fino (2014). En él da una vuelta de tuerca al repertorio de Pastora Pavón, La Niña de los Peines, de la que hace los que son considerados sus estilos característicos, como los tangos que abren la pieza. Pero también estilos levantinos como la taranta donde percibimos muy claramente la influencia de Camarón, otro intérprete condicionado por la voz eterna de Pastora Pavón Cruz. Un cante sentimental, íntimo, de menos de un minuto. Una minucia. Por granaínas sigue a su hermano Tomás Pavón. Es decir, sigue a Chacón, que fue el maestro de ambos en estos menesteres. Y a Vallejo y Marchena. El arreglo de bandurrias convierte la pieza en un cante muy actual. La soleá por bulería era uno de los estilos característicos de Tomás Pavón que Fernández adereza con un estribillo coral masculino con la letra del famoso Reniego por seguiriyas del cantaor. Son cantes jerezanos que el de Sevilla hacía con unas facultades enormes y que remeda aquí Fernández, con la voz rota en sustitución del estilo natural del modelo. De las muchas canciones por bulerías que grabó Pastora Pavón, Fernández se ha decidido por Lagartijera, una de las más populares, grabada en 1946. El estribillo que se incluye en la rumba procede de un juguetillo de las cantiñas de Pastora Pavón, que no han sido grabadas aquí. La rumba está arreglada con bongos y piano acercándola a la realidad actual del género en el Caribe. Para los fandangos Fernández ha optado por un arreglo muy rítmico y elige letras y melodías patentadas por Pepe Pinto.

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