Caminando hacia el origen del mundo

Nomad: in the footsteps of Bruce Chatwin | Festival D'A en Filmin

Herzog y Chatwin en una fotografía de finales de los años 80.
Herzog y Chatwin en una fotografía de finales de los años 80.

Ficha

*** 'Nomad: in the footsteps of Bruce Chatwin'. Documental, EEUU, 2019, 85 min. Dirección y guion: Werner Herzog. Música: Ernst Reijseger. Fotografía: Louis Caulfield. Festival D'A en Filmin.

Pocos cineastas han sido capaces de anudar el origen remoto y desnudo del universo y el futuro incierto y tecnológico de la Humanidad como lo ha hecho tantas veces Werner Herzog en sus documentales. Una capacidad que reúne el constante asombro por el descubrimiento y el afán por el conocimiento y el encuentro como objetivos primero y último de una peculiar forma documental que pasa por la voz del propio cineasta bávaro como médium y esencial hilo conductor para su particular retórica del relato.

Después de sentar a Gorbachov ante su cámara para un diálogo entrecortado sobre la deriva de la URSS y Europa en el siglo XX, Herzog asume de nuevo esa voz elegíaca y ese carácter de réquiem de algunos trabajos previos para reencontrarse con su amigo y hermano de espíritu y aventuras Bruce Chatwin (1940-1989), explorador, arqueólogo, viajero y escritor extraordinario que convirtió sus viajes a la Patagonia, al interior australiano o al Benín africano en algunos de los mejores libros de viajes del pasado siglo. Herzog y Chatwin se conocieron, fueron amigos e incluso colaboraron juntos (Cobra Verde adapta un libro suyo, El virrey de Ouidah) y una película como Grito de piedra (1991) está libremente inspirada en su figura.

Nomad recorre así de nuevo los lugares por los que viajó Chatwin, sale al encuentro de quienes lo conocieron y trataron, de los preservadores de su legado, de su esposa Elizabeth, que lo recuerda en aquellos espacios casi sagrados de Gales a donde siempre regresó como refugio primordial. Herzog dialoga (e incluso se emociona) con Chatwin en ausencia, a partir de sus textos y manuscritos, que a veces oímos en su propia voz, desde el recuento de anécdotas o ante los objetos que, como su mochila de piel, protegieron al cineasta en plena ventisca en Cerro Torre. Estamos, decíamos, ante una suerte de elegía por un amigo perdido, pero también por todos esos viajeros que, como el propio cineasta, que fue capaz de marchar a pie de Munich a París para salvar a su mentora Lotte Eisner, han entendido y entienden el mundo desde el nomadismo, la curiosidad constante y la necesidad de relatarlo en la mejor prosa poética posible.

Hipnotizados por la voz de Herzog, seguimos los pasos y huellas de Chatwin casi hasta donde no era necesario, hacia esa intimidad personal que había quedado eludida a lo largo del relato en favor de sus palabras e interrogantes, de su pensamiento y de las imágenes en presente de aquellos lugares, paisajes y gentes que una vez salieron y se revelaron a su encuentro.

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