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ENSEMBLE PRAETERITUM | CRÍTICA
****Ciclo 21 Grados del CICUS. Programa: ‘Verklärte nacht’ op. 4, de A. Schöenberg y ‘Metamorphosen’ TdrV 290, de R. Strauss. Intérpretes: Pablo Suárez y Laura Delgado, violines; Silvina Álvarez y Paula García, violas; Aldo Mata y Marco Pannaría, violonchelos; Laura Asensio, contrabajo. Lugar: CICUS. Fecha: Lunes, 21 de junio. Aforo: Lleno.
Corto pero intenso, muy intenso, el programa con el que se presentó el Ensemble Praeteritum en el ciclo estival del CICUS. Dos auténticas obras maestras de la expresividad ultra romántica, en los límites de las posibilidades de los códigos expresivos de la tradición decimonónica; dos aproximaciones extremas a la capacidad de la música de materializar en sonidos los dolores y los miedos más profundos del alma humana. Dos retos, por todo ello, para los intérpretes.
Ante todo hay que señalar el sobresaliente empaste y conjunción del septeto, muy equilibrado en lo que a producción del sonido se refiere, a su articulación, a sus niveles de vibrato en cada pasaje, en su energía variable en los ataques. De esta manera, el sonido global fue denso, compacto, unísono a la vez que rico en colores, con los que supieron jugar especialmente en Verklärte nacht, con sus pasajes en los que sólo algunos instrumentos deben tocar con sordina, o los momentos en que hay que jugar con los armónicos sutilmente atacados. El inicio de esta obra fue abordado con gran delicadeza y sutilidad en las dinámicas, ampliando paulatinamente el rango y superponiendo texturas hasta desembocar en los acuciantes trémolos que dan paso a la segunda sección, para desde ahí embarcarse en un fraseo lleno de intensidad y de misterio.
Metamorphosen es una de esas obras que te agarran el corazón desde el primer compás y te mantienen en una creciente congoja que no desaparece ni siquiera después del último y sutil golpe de cuerdas. El grupo pareció ser consciente de los peligros de un exceso de emotividad y optó por una aproximación más contenida aunque no menos dolorida, sin cargar demasiado de energía los golpes de arco salvo en el clímax emotivo central. Salvo algún portamento innecesario de Aldo Mata en la primera enunciación del tema lírico, el resto de la interpretación fue una soberbia muestra de introspección y profundidad interpretativa.
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